El investigador Aldo Mascareño presentó su investigación sobre la influencia del pensamiento decolonial en el debate constitucional.
La irrupción del pensamiento decolonial en la Convención Constituyente fue el tema desarrollado por el investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP) y editor en jefe de la revista Estudios Públicos, Aldo Mascareño en una reciente publicación que fue presentada en el seminario “Abandonar la Modernidad”, realizado el 13 de abril pasado.
El trabajo fue comentado por Claudia Mora, doctora en Sociología por la Northeastern University, Boston e investigadora visitante de la Universidad de Cambridge y por Pablo Ortúzar, antropólogo social, magíster de Análisis Sistémico aplicado a la Sociedad por la Universidad de Chile e investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES) en este encuentro que moderó el director del CEP, Leonidas Montes.
En su presentación, Mascareño explicó cómo ha ido surgiendo la tesis decolonial, levantándose como una forma de un pensamiento que se enfrenta a la cosmovisión europea que ha dominado por siglos al mundo y a cosmovisiones fundamentalmente de carácter local como la de los pueblos indígenas y afrodescendientes. Así afirmó, «el resto del mundo sería por tanto una periferia colonial subordinado a esta cosmovisión europea». También advirtió que “otro de los conceptos claves de esta teoría es el concepto de buen vivir que constituye sobre una relación simbiótica de lo humano con los ciclos naturales, integrando el concepto de decrecimiento para sostener la vida en el planeta».
Desde esa perspectiva, Mascareño señaló que “la tarea política fundamental que ahora hay que desarrollar y que ellos desarrollan intelectualmente es la decolonización”. Estas ideas, dice, se expresaron en los programas de muchos convencionales que más tarde integraron la Convención Constituyente. Sin embargo, planteó que con esta concepción “lo que se rechaza es el tipo de articulación política universalista que se expresa en el liberalismo clásico.
Por su parte, Claudia Mora señaló que “esta recuperación de lo indígena es un proyecto que reclama una voz, la voz del subalterno, negada por la modernidad colonial europea”. Según ella, el pensamiento decolonial no es tan ajeno a lo que reclama el feminismo o a la teoría racial crítica, sino una inversión del modo en que la sociedad se piensa a sí misma. El objetivo sería, a su juicio, reescribir visiones del mundo excluidas de esta modernidad y recomponer la organización sociopolítica desde la comprensión no jerárquica del otro. “Este es el caso del concepto del buen vivir que en sus principales corrientes engloba por una parte un conjunto de ideas que se están forjando como una alternativa como una reacción a los conceptos convencionales de desarrollo y que buscan la transformación de los modos de asignar valor propio de la modernidad”.
Pablo Ortúzar, en tanto, subrayó que estas teorías no pueden ser puestas al mismo nivel que otras tradiciones y otras escuelas de reflexión. “En la base tiene una contradicción performativa que las ponen varios escalones más abajo que otras líneas de pensamiento”. A su juicio, “se nos pretende mostrar como una especie de epistemología alternativa cuando en realidad es una forma más sencilla o más simple de observación, que no maneja las distinciones necesarias para procesar órdenes sociales u órdenes políticos más complejos”.