El Mercurio, lunes 15 de enero de 2007.
Opinión

Acepciones

Lucas Sierra I..

Nada menos que de «pendejo» trató el hiperbólico Hugo Chávez al secretario general de la OEA. Y para que no quedara duda al respecto, agregó que lo era «desde la p hasta la o». Esto surgió de una crítica del secretario general a la decisión del gobierno venezolano de no renovar la licencia a un canal de televisión opositor, aparentemente por el pecaminoso hecho de ser opositor.

¿Pendejo, José Miguel Insulza? Yo podría asociarlo con varias imágenes, pero la de pendejo no se me había ocurrido. Sorprendido por las palabras de Chávez, pensé que quizás el problema estaba en mi limitado concepto de esa palabra. Decidí, entonces, comparecer ante la Real Academia.

Su diccionario en línea registra nueve acepciones. Una, claro, es la púbica tan conocida. Dos acepciones se refieren a unas plantas. Y seis tienen que ver con el carácter humano. Persona «cobarde y pusilánime», dice el diccionario; «tonta, estúpida», agrega, o «de vida irregular y desordenada».

Hay, también, algunas variantes regionales, cosa muy importante desde el punto de vista bolivariano. En Argentina y Uruguay un pendejo es un «adolescente», un «chico» (también entre nosotros). En Cuba es un «cobarde». Para los peruanos, en cambio, es alguien «astuto y taimado».

¿Cuál acepción calza con Insulza? Obviamente, no es un chico ni es adolescente. Tampoco parece ser una persona cobarde. No tengo antecedentes de que su vida sea irregular o desordenada. No lo es su vida pública. Y si lo fuera su vida privada, no sería asunto mío, mientras se mantuviera como tal.

Más bien Insulza parece ser un pendejo a la peruana. La fama desprendida de su carrera política habla de un carácter astuto y, también, un poco taimado. Un digno exponente del Mapu, en consecuencia. Pero fue en el cargo de primer ministro que, en los hechos, ejerció durante el gobierno pasado, donde Insulza cristalizó este modo de ser pendejo.

Fue una forma de ejercer el poder que mezclaba olfato, decisión, pragmatismo y cierta gravidez. Una forma eficaz y algo irónica de hacer política. Una forma que hoy se echa de menos, a veces.

Y, a juzgar por la última encuesta del CEP, que lo mostró entre los políticos mejor evaluados a pesar de su ausencia, Insulza puede todavía ser pendejo en otro sentido. No se trata, claro está, de un sentido registrado como acepción por la Real Academia Española de la Lengua, pero sí de uno que forma parte del habla en que flotamos cotidianamente: en política, Insulza pareciera «tirar más que una yunta de bueyes».

Tanto como un Panzer.