El Mercurio, 21/5/2010
Opinión

Asesor de candidatos

David Gallagher.

Como era de esperar, “Radiografía de una derrota”, el libro de Eugenio Tironi sobre la campaña de Frei, es inteligente, bien escrito, y de lectura muy amena. Tiene además el atractivo de ser un libro provocador, destinado a ser resistido por casi cualquier lector, por alguna razón u otra. Eso le garantiza un público amplio. Es que Tironi se juega por sus ideas. Más que nada, confirma lo que muchos sospechábamos: que él fue el responsable de la sorprendente izquierdización de Frei en 2009. Tironi no se arrepiente de ella, y no la cree una causa de la derrota.

Estoy de acuerdo con Tironi en que Frei perdió también por otras razones. Desde ya, como dice él, en Chile es difícil que un Presidente se reelija, porque la sociedad cambia demasiado. Pero creo que se equivoca cuando afirma que Frei “no tenía una historia ni atributos personales que generaran empatía o despertaran adhesión”, y que, por tanto, iba siempre a perder frente a Piñera en temas de “carácter”. Con esa pesimista premisa, Tironi optó por esconder los atributos de Frei, presentándolo como el mero “contenedor” de un “relato”. Ese relato era nada menos que el de “más Estado”. Según Tironi, el modelo libremercadista estaba desprestigiado, y había que reemplazarlo con “un nuevo modelo enfocado en el bienestar de las personas”.

Creo que Tironi incurrió en una doble equivocación. Los atributos de Frei eran superiores a lo que él creía, y el relato que le dio para esconderlos no sintonizaba con una mayoría de chilenos. Frei, de Presidente, desplegó atributos positivísimos. Demostró que era un hombre justo, sensato, pragmático, campechano y libre de ideologismos. En particular, era esa cosa rara y valiosa: un democratacristiano, de marca inobjetable, que no tenía los complejos que impedían que tantos de sus correligionarios entendieran o aceptaran las más simples reglas de la economía. Tironi parece estar orgulloso de haber logrado el más adverso de los milagros: que Frei ocultara estos buenos atributos y que, al contrario, se ideologizara, recurriendo al odioso lenguaje de las luchas de clases de antaño, contagiándose con su veneno, que se veía en el rictus rencoroso que a veces se apoderaba de su cara.

Todo en vano, porque una mayoría de chilenos no odiaba el dinero como parecía creer la franja de Frei, y no buscaba más y más protección social, y más y más Estado, sino más y más oportunidades. Por eso ganó Piñera. En todo caso no está claro que el mercado y el capitalismo, ni siquiera el “de tipo liberal o anglosajón”, se hayan desprestigiado tanto con la crisis. Si uno quisiera hacer juicios apresurados, podría decir que lo que se ha desprestigiado, por lo menos este mes, es el modelo europeo de protección social. Pero tampoco es tan así. La verdad de lo ocurrido desde 2008 es, creo yo, menos ideológica. Es que por años el mundo gastó y se endeudó demasiado, sea en el mercado hipotecario norteamericano o en el del bienestar europeo. Hemos tenido una feroz crisis de exceso de gasto y de deuda, que habla mal de los políticos de todos los colores, que por miedo a perder votos no se atrevieron a parar la insostenible fiesta.

Según Tironi, él, en una columna de 2007, le dio a Piñera la receta para ganar en 2009, cuando le recomendó “mimetizarse sin complejos” con las políticas de la Concertación. Según él, la columna “indicaba exactamente lo que hizo posteriormente Piñera”. Piñera tiene, entonces, una onerosa deuda con él. Sobre todo que Tironi la multiplicó, cuando convenció a Frei de que renegara de esas mismas políticas, aquellas que la Concertación, con Frei incluido, había implementado con tanto éxito durante 20 años.