El suspenso en torno a la segunda vuelta presidencial en el Perú nos ha dejado pensativos, sobre todo que el empate se ha resuelto con votos de peruanos en 78 países extranjeros. ¿Podría pasar algo así en Chile? Bien probable. En 2017 no habrá una candidata invencible como en 2013, y la segunda vuelta podría ser ajustada. No sería raro que tuviéramos que esperar resultados del exterior para saber quién ganó.
Los votantes fuera del Perú no son tantos: el 3,5 por ciento del padrón. Pero cuando parecen ser los que deciden la elección, uno se pregunta si es prudente que todos ellos voten. Yo en este momento estoy en Londres, y teniendo nacionalidad británica además de la chilena, me encantaría votar en el aciago referéndum del jueves 23. Pero no puedo ni estando en Londres, porque he vivido afuera por más de 15 años. Una pena para mí, pero la acepto, porque es en Chile donde pago los impuestos que me dan los derechos ciudadanos correspondientes. Por cierto en la primera vuelta peruana sonaron otras campanas de potencial alarma para Chile. Se judicializó tanto que fueron descalificados dos candidatos con posibilidades reales de llegar a la segunda vuelta. En Chile, donde la política está cada vez más judicializada, nos podría pasar lo mismo en 2017.
En realidad, tanto los candidatos como el electorado peruano tienen mucho que enseñarnos. Los dos candidatos que llegaron a la segunda vuelta están por una economía de mercado, por mucho que en el fujimorismo haya también inclinaciones populistas y afanes hegemónicos. Lo mismo pasó en la primera. Había una candidata, Verónika Mendoza, que estaba más a la izquierda, pero parecía una socialdemócrata liberal al lado de lo que se ha vuelto nuestra Nueva Mayoría. En el Perú casi nadie cree que el «modelo» -importado de Chile- haya «hecho agua»; y gracias a no haber sido subvertido por una Nueva Mayoría, este modelo le sigue dando al Perú un crecimiento robusto, dos o tres veces más alto que el nuestro. Eso que a los peruanos no solo les ha afectado la caída de los metales. La de los hidrocarburos, que para nosotros es positiva, es para ellos un desastre, porque son importantes productores de petróleo y de gas. En el Perú los jóvenes, que por algo apoyaron a PPK a pesar de sus 77 años, buscan trabajar y crear riqueza y no salir a protestar para que les repartan «derechos sociales».
Tal vez la razón de todo esto sea que el Perú viene de atrás, mientras que en Chile «está todo hecho», como dicen algunos, aunque desde la prosperidad de Londres uno sienta que hay mucho que hacer. En Chile porque «está todo hecho» y porque «estamos forrados» como decía Parisi (¿se acuerdan de él?), solo faltaría repartir; o volver, como sueñan algunos jóvenes acomodados y algunos intelectuales educados en colegios privados, a un paraíso perdido en que no había que competir, no había lucro y no existían los malls . En el Perú simplemente no entienden que entre nosotros proliferen sentimientos tan singulares, y mucho menos que un gobierno los tome en serio para asegurar la «gobernabilidad».
En cuanto a PPK, bueno, es una persona extraordinaria. Como muchos chilenos de mi edad, yo lo conozco desde hace unos 40 años, y lo he visto actuar con inteligencia, eficiencia y simpatía tanto de banquero como de hombre público. Durante toda su vida volvió a lo público, una y otra vez, lo que demuestra un patriotismo profundo, común, a veces, en hijos de extranjeros.
Su triunfo es toda una lección en cómo ganarle a un movimiento populista. Lo apoyó un amplio arcoíris que iba de la izquierda a la derecha liberal. Un arcoíris que se parece mucho al que le dio su triunfo a Macri, y al que lucha en Venezuela contra Maduro. En esos arcoíris hay también lecciones para Chile.