El Mercurio, 15/11/2009
Opinión

Carne y hueso

Lucas Sierra I..

Esta semana José Zalaquett recibió en La Moneda el premio que la Universidad de Notre Dame da a quienes en América Latina se destacan por su dedicación al servicio público. Difícil pensar en un acto de mayor justicia. Por casi 40 años, Zalaquett se ha dedicado a servir al público de distintas maneras, con una rara mezcla de valentía, corrección, integridad, persistencia, sensibilidad, criterio y buenas maneras.

Desde que, pocas semanas después del Golpe y siendo él un joven abogado, ayudó a organizar y dirigir el departamento legal del Comité Pro Paz, antecedente de la Vicaría de la Solidaridad. El terrorismo de Estado ya proyectaba su gélida sombra, y las víctimas tenían casi ninguna posibilidad de defensa. Pero ahí estaba Zalaquett y su equipo, premunidos de las precarias armas del derecho. Valientes y justos, cuando era muy difícil serlo.

Conocí a Zalaquett en 2003. Se cumplían 30 años del Golpe y fue al CEP a comentar la propuesta del Presidente Lagos “No hay mañana sin ayer” sobre derechos humanos. Al abrir el seminario, Arturo Fontaine leyó el poema “Hueso” de Oscar Hahn:

“Curiosa es la persistencia del hueso. Su obstinación en luchar contra el polvo. Su resistencia a convertirse en ceniza. La carne es pusilánime, recurre al bisturí, a ungüentos y a otras máscaras, que tan sólo maquillan el rostro de la muerte. Tarde o temprano será polvo la carne. Castillo de cenizas barridas por el viento. Un día la picota que excava la tierra choca con algo duro. No es roca ni diamante, es una tibia, un fémur, unas cuantas costillas. Una mandíbula que alguna vez habló y ahora vuelve a hablar.Todos lo huesos hablan, penan, acusan, alzan torres contra el olvido, trincheras de blancura que brillan en la noche. El hueso es un héroe de la resistencia.”

Hay pocas interpretaciones más sintéticas y conmovedoras de la tragedia que desató entre nosotros el terror de Estado. Así como el hueso es un héroe de la resistencia al olvido y a la blanda desidia frente a ese terror, hay héroes cuya vida y trabajo resisten la posibilidad de que vuelva a enseñorearse. José Zalaquett es uno de ellos.

Por su trabajo en el Comité Pro Paz y en la Vicaría de la Solidaridad, representando víctimas ante unos tribunales que poco y nada hacían para ampararlas, el propio Zalaquett fue alcanzado por el puño del terror y expulsado del país. 10 años estuvo en el exilio, llamando la atención internacional sobre lo que aquí pasaba con los derechos humanos y participando, siempre con las precarias armas del derecho, en instituciones destinadas a promoverlos.

Vuelta la democracia, Zalaquett integró la Comisión Rettig, que tuvo la difícil tarea de lidiar por primera vez con la tragedia del poema. Se pusieron entonces a buen uso los archivos de la Vicaría, los mismos que Zalaquett ayudó a construir. Una memoria, la única tan sistemática y extensa, de un período del que no se quiso dejar rastro. Resistiendo el olvido. Como el hueso.

Después de la Comisión Rettig participó en la Mesa de Diálogo, y ha estado permanentemente asesorando con su buen consejo a los gobiernos de la Concertación en un problema tan delicado y esencial como el que la democracia heredó en materia de derechos humanos. Convencido de sus ideales, pero siempre respetuoso del derecho y de la forma que éste da al poder. Apasionado por la justicia, pero sin una gota de revanchismo. Firme, pero amable. Interesado en la ética, pero también en la estética, como lo prueba sus críticas de arte.

Hoy está dedicado a servir al público en varias actividades, empeñado en la mejora de nuestras instituciones republicanas y democráticas. Entre ellas, una es especialmente importante: enseña en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, donde ayudó a fundar el Centro de Derechos Humanos. Así, los mejores estudiantes de humanidades de todo el país tienen la posibilidad de aprender la teoría y práctica de estos derechos. Y del ejemplo del profesor Zalaquett.

Como dice el poeta Hahn, los huesos alzan torres contra el olvido, son trincheras de blancura que brillan en la noche. Por suerte, también tenemos héroes de la resistencia que son de carne y hueso. Como José Zalaquett.