El presente trabajo se basa en años de investigación y más de 300 casos de adultos que vivieron durante su infancia o adolescencia la separación de sus padres. Los efectos inmediatos del divorcio son, invariablemente, fuertes y complejos. Pero ¿qué ocurre cuando esos hijos crecen y se hallan en edad de tener una pareja, casarse y tener hijos? Sin llegar a conclusiones tajantes ni simplificadoras, esta investigación muestra que inevitablemente la disolución de la familia tiene consecuencias perdurables en la vida de los hijos, pero que su mayor o menor gravedad dependerá de la forma particular en que los miembros del grupo se relacionen antes, durante y después del divorcio.
Los autores analizan con detalle distintos tipos de relaciones que se pueden generar tras la ruptura familiar. Abordan las relaciones de cada uno de los padres con los hijos, los vínculos entre hermanos y la eventual convivencia con padrastros y madrastras. En la descripción de los diversos casos, los autores descubren ciertos rasgos conductuales que se repiten en las diferentes familias.