¿Estará Beatriz Sánchez dispuesta a defender el copago y la selección pormérito en los colegios si la «ciudadanía misma» así lo considera?
El Frente Amplio (FA) no tiene convicciones de contenido, sino de forma. Así lo han declarado. Lo suyo no es una lucha por determinados valores, por una visión del ser humano y de la vida en comunidad, sino que su fin es instrumental; a saber, ser una plataforma para que la «ciudadanía misma» defina su presente y futuro. Para ello proponen construir su programa a partir de propuestas que salgan de encuentros comunales, que luego serán plebiscitadas nacionalmente. A través de este proceso, el FA pretende «devolver el quehacer político a la gente, a los movimientos sociales y a los sectores que hoy son invisibilizados, ignorados y no representados por la clase política».
Esta forma de aproximarse a la política tiene serios problemas. El más evidente es suponer una hegemonía política entre los sectores que hoy son invisibilizados y no representados por la clase política. Creer que un solo programa pueda representar a todos ellos denota ignorancia sobre la diversidad de visiones de mundo que tienen, muchas irreconciliables entre ellas. Es evidente que las propuestas que tengan un rechazo mayoritario quedarán fuera del programa, provocando nuevamente que minorías queden sin representación.
En segundo lugar, es ingenuo pensar que un programa creado de esta forma represente el sentir de la mayoría. La literatura advierte los sesgos y problemas de representación que tienen estas formas de recabar información, pues grupos articulados suelen monopolizar estos encuentros en desmedro de la mayoría ciudadana. De ahí lo problemático de considerarlos «democráticos». En tercer lugar, peca de soberbia una coalición que pretende «devolver el quehacer político a la gente», cuando probablemente sean pocos los que participen de los encuentros. No olvidemos que la candidatura de Beatriz Sánchez fue aprobada con sólo 2.745 votos.
Por último, resulta contradictorio con este discurso presentar un programa propio, como lo acaba de hacer Beatriz Sánchez. ¿Qué sentido tiene su programa, si va en contra de la construcción colectiva que ella misma defiende? ¿Qué ocurrirá con sus propuestas si no tienen apoyo ciudadano? ¿Estará ella dispuesta a defender el copago y la selección por mérito en los colegios, y a rechazar el aborto libre y el matrimonio igualitario, si la «ciudadanía misma» así lo considera?
Hoy, el Frente Amplio es un cheque en blanco. Así, las primarias de esta coalición pierden todo sentido y se vuelven un juego frívolo, donde no se decide ningún contenido, sino sólo carisma. Con todo, la marcada posición política de los partidos que componen este FA hace poco creíble que el cheque efectivamente esté en blanco. Eso es precisamente lo que los distingue del partido Todos, y también lo que los salva.