Si algún turista quiere visitar la iglesia patrimonial de Guallatire, la llave está en el obispado de Arica, a unas seis horas de viaje.
Ad portas de las vacaciones, recuerdo con orgullo que nuestro país ha sido nombrado por segundo año consecutivo como el mejor destino turístico de aventura por el World Travel Awards. ¡Cómo no va a ser aventura recorrer el altiplano sin tener bombas de bencina, sin lugares donde comer ni saber dónde podremos pernoctar! Como buena aventura, uno debe hacer preparaciones exhaustivas y anticiparse a los problemas; llevar mucha agua, ropa abrigada, bidones con bencina, pala, cuerdas, más de un neumático de repuesto, superochos y, por qué no, teléfono satelital. El sueño de libertad y épica por el cual los europeos se vuelven locos.
Conocí a una familia iquiqueña; padre, madre y niños de 8 y 4, que el año pasado quisieron ir desde Colchane a Putre. Maravilloso paseo que se puede hacer en una o dos jornadas. Luego de un reponedor baño en las termas de Polloquere, ante un sublime paisaje de sal y volcanes, sin duda único en el mundo, al subirse a la 4×4 se llevaron la sorpresa de que el auto no respondió. No hubo caso. El padre decidió caminar en busca de ayuda. Caminó dos días hasta encontrar gente. Al volver a recoger a su mujer e hijos, éstos no estaban y, como no tenía señal de teléfono, tuvo que aguantar seis horas de angustia hasta saber que unos franceses los habían recogido. Gran aventura que sin duda no olvidarán.
En el pueblito de Guallatire, a 4.100 metros de altitud, hay una sola habitante, la señora Olga, aguerrida mujer aimara que ofrece comida y hospedaje. Frente a la casa se encuentra una iglesia del siglo XVII, recientemente restaurada a su original esplendor. Sin embargo, si alguno de los escasos turistas que llegan allí quiere visitar la joya patrimonial, resulta que la señora no tiene la llave. Ésta se encuentra en el obispado de Arica, a unas seis horas de viaje. Ella y la comunidad, que sube en vacaciones y para fiestas especiales, llevan dos años esperando que se “inaugure” oficialmente; un claro ejemplo de cómo se pretende “cautelar la cultura viva y llevar desarrollo social y económico a las comunidades”, citando a las autoridades. En la Región de Antofagasta, llegar a Socompa es una odisea gracias a las perforaciones de pozos de la mina Escondida, y tratar de llegar a los pies del volcán Llullaillaco es más difícil que visitar la Antártica.
La Corporación Nacional Forestal (Conaf), que está encargada de cuidar nuestros parques nacionales, brilla por su ausencia, dejando a merced del visitante la protección de los frágiles ecosistemas. Las instalaciones en los parques nacionales, cuando las hay, son precarias, la información prácticamente inexistente, y para qué hablar de la falta de senderos y circuitos, que permitirían disfrutar de nuestra maravillosa naturaleza. ¡Bienvenidos a la aventura!