Mucho se ha hablado en el último tiempo sobre una supuesta crisis de la democracia en nuestro país. Algunos se refieren a ella como una crisis de confianza; otros incluso argumentan que se ha desatado una crisis institucional. Si miramos la serie de la encuesta CEP desde 1990, es verdad que existe una caída sostenida en el tiempo de la confianza en nuestras instituciones políticas, la que parece haberse acentuado en el último tiempo. Aunque pocos controvierten la democracia en cuanto sistema político, los cuestionamientos parecen estar sobre su funcionamiento: el problema sería cómo están operando algunas de nuestras instituciones. ¿Y de dónde nacen dichos cuestionamientos? Una causa parece ser la corrupción.
A nivel internacional se ha observado que existe cierta correlación entre los niveles de satisfacción con la democracia y la percepción de corrupción. Existen estudios sobre el efecto que la corrupción tiene sobre la confianza en los gobiernos para democracias como Italia, Francia y Alemania que muestran que la confianza decae cuando la opinión pública percibe que la corrupción está extendida (della Porta 2000).
Si miramos lo que sucede en nuestro país, según la última encuesta CEP, dada a conocer el viernes recién pasado, un 80% de los chilenos cree que bastante o casi todos los políticos en Chile están involucrados en actos de corrupción. Un 70% cree que bastante o casi todos los funcionarios públicos están inmiscuidos en actos corruptos. Hace diez años atrás, esos valores eran cercanos al 40%.
EN SU OPINIÓN, ¿CUÁNTOS POLÍTICOS EN CHILE ESTÁN INVOLUCRADOS EN ACTOS DE CORRUPCIÓN?
Y, EN SU OPINIÓN, ¿CUÁNTOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS EN CHILE ESTÁN INVOLUCRADOS EN ACTOS DE CORRUPCIÓN?
Lo interesante es cómo los casos de corrupción, aún cuando no formen parte de la vida cotidiana de los ciudadanos, terminan por afectar la valoración del sistema político, generando una percepción generalizada de que todo el sistema es injusto. Esto se debe en parte a que se trata, en general, de noticias de fácil comprensión, con un contenido altamente emocional y, por tanto, son más fáciles de retener. Un claro ejemplo de ello es cómo la percepción de corrupción ha aumentado desde que se dieron a conocer en la prensa los casos Penta, Soquimich y Caval, aun cuando, según la última encuesta CEP, la gran parte de los chilenos (el 68%) no se ha enfrentado a que un funcionario público le sugiera o pida una coima.
EN LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS, ¿QUÉ TAN FRECUENTEMENTE UD. O ALGUIEN DE SU FAMILIA, SE HA ENFRENTADO A ALGÚN FUNCIONARIO PÚBLICO QUE HUBIERA SUGERIDO O PEDIDO UNA COIMA A CAMBIO DE LA REALIZACIÓN DE UN SERVICIO?
La visión predominante es entonces «todos son corruptos», si bien son pocos los que han sido víctimas de casos en su diario vivir. Y ello repercute en el clima político. Para los chilenos hoy, la corrupción ha pasado a ser el tercer problema al que el Gobierno debiera dedicarle el mayor esfuerzo en solucionar. Solo en los últimos nueve meses, la preocupación por la corrupción aumentó 12 puntos porcentuales, ubicándose incluso por sobre la educación y al mismo nivel que la salud. Incluso más, según la encuesta CEP agosto 2015, el principal motivo por el cual la gente desconfía de la política es la corrupción, muy por sobre que la clásica consigna de que los políticos no cumplen las cosas que prometen.
MOTIVOS DE LA DESCONFIANZA EN LA POLÍTICA
Considerando entonces el efecto que la corrupción tiene sobre la valoración del sistema político, el llamado debe ser a que su combate forme parte central de la agenda política actual. Mucho se habló del tema durante la llamada Comisión Engel y el debate de las reformas políticas, pero más allá del seguimiento a los casos judiciales que se están llevando a cabo, cómo mejorar la probidad a nivel municipal o regular los conflictos de interés no están en la primera línea de la discusión hoy. Si queremos mejorar la confianza en nuestras instituciones y, por ende, la evaluación de nuestra democracia, no abandonar la agenda del combate de la corrupción es la clave.