El Mercurio, lunes 9 de abril de 2007.
Opinión

¿Cuestión de imagen?

Lucas Sierra I..

Un ministerio está en la mira no sólo por el Transantiago. También por la TV digital.

La omnipresencia del Transantiago nos hace olvidar que el ministerio a su cargo es de Transportes y Telecomunicaciones. Ambas áreas son importantes, entre otras cosas, por su masivo carácter. La masa del transporte nos ha saltado a la cara (y al resto del cuerpo) desde que el Transantiago, como escribió Eugenio Tironi, levantó el «velo amarillo» del antiguo sistema.

Aunque más invisible, la masa de las telecomunicaciones es más grande. Hay, por ejemplo, cerca de 12 millones de teléfonos celulares. Y una cobertura todavía mayor de televisión abierta. Sobre esta última, y en medio de los avatares del Transantiago, se asoman los chispazos de una discusión: ¿cómo digitalizarla?

El primer paso es del Gobierno, a través de su Ministerio de Transportes «y» Telecomunicaciones: debe elegir un estándar técnico entre tres en competencia. La decisión es importante: cuando en el futuro el problema del Transantiago sea folclore urbano, lección política y caso de estudio en el diseño de políticas públicas, la televisión que veremos estará vinculada a esa decisión.

¿Cuál estándar? Difícil. Los tres tienen virtudes y defectos, en torno a los tres hay intereses creados, y los tres hacen intenso «lobby». Los canales establecidos prefieren el norteamericano (ATSC), cuya gran virtud es la alta definición. Otros prefieren el europeo (DVB-T), que facilita un uso más racional del espectro radioeléctrico, y la recepción móvil y portátil. Otros, en fin, el japonés (ISDB), el más sofisticado tecnológicamente, pero más caro.

Hay cerca de 80 países que, como Chile, aún no definen estándar. Cinco han adoptado el norteamericano (cuatro están transmitiendo), dos el japonés (uno transmitiendo) y 109 el europeo (28 están transmitiendo). Se estima que, en atención a las potenciales economías de escala que sugieren estos números, los menores costos estarán del lado europeo.

¿Y la imagen de alta definición? El norteamericano y el japonés están más fuertemente asociados a ella, pero el europeo también la permite. Por ejemplo, Alemania, Francia y Australia la tienen, y en Santiago se la ha usado en transmisiones experimentales. Por lo mismo, no debería ser el principal criterio de elección, pues habrá, si el mercado lo quiere.

Otros criterios deben primar: costos, aprovechamiento del espectro, recepción móvil, portátil, interactividad y, sobre todo, la posibilidad de que la apoltronada industria televisiva se agite con actores nuevos y distintos. Después de todo, la televisión no es sólo imagen.