David Gallagher ha cambiado de opinión. Antes decía que Michelle Bachelet era un enigma. Ahora le da confianza y cree que puede hacer un buen gobierno. Este intelectual de derecha, liberal y prestigioso asesor financiero, insta a RN y la UDI a una refundación total para crear un solo gran partido. «El esquema actual no da para más», afirma convencido de que ni Lavín ni Piñera tienen opción de ganar la próxima elección.
por Claudia Alamo
Su aire tímido y distraído no tiene nada que ver con la crudeza de sus análisis políticos. Con todo lo moderado que pareciera ser, este respetado intelectual no comulga con lo políticamente correcto y valora, por sobre todo, la diversidad. En los años 90, cuando Chile era una sociedad llena de mitos, David Gallagher criticó el poder que tenía la Iglesia Católica y señaló en The Economist que en Chile había que ser parte de un grupo religioso, como los Legionarios de Cristo o del Opus Dei, para ser parte respetada de la elite. A fines de esa década, fue de los pocos hombres declarados de derecha que decían que Ricardo Lagos podría ser un gran Presidente y que no había que tenerle miedo.
La firma de David Gallagher es respetada. No sólo en su calidad de asesor internacional en asuntos financieros, sino también por su capacidad intelectual. Durante años ha sido crítico literario del prestigioso Times Literary Supplement, escribe columnas de opinión y es parte esencial del Centro de Estudios Públicos (CEP), el gravitante refugio donde habita la derecha liberal.
Se han reeditado las desconfianzas en la derecha. Más allá de la contingencia, ¿qué sentido tiene la Alianza tal cual está?
Está claro que esta derecha tiene que reformularse. No sólo con gente nueva, sino también con otro tipo de actitud. Pero no creo que eso pueda pasar antes de las próximas elecciones. Más bien, tiendo a pensar que esta guerrilla va a seguir hasta diciembre, pero luego tendrá que repensarse.
¿Cuánto ha complicado a la derecha la entrada en escena de Sebastián Piñera?
Joaquín Lavín venía cayendo en las encuestas desde hace tiempo. Su peak fue en el 2002, pero luego empezó a bajar. Y ya este año no tenía ninguna posibilidad de ganar la Presidencia. En parte porque su estrella y el entusiasmo inicial se habían esfumado y porque su gestión en la alcaldía de Santiago no fue tan exitosa. Estaba perdido. Por lo tanto, cuando Piñera entra en escena, la gente que había invertido en Lavín, tanto emocional como financieramente, vio una fantástica excusa para decir que esa era la razón por la cual iba a perder. Ese es el leit motiv de mucha gente cercana a Lavín: es decir, que si no fuera por Piñera, ellos estarían ganando. Pero no es más que una excusa para explicar lo que había ocurrido por otras razones.
¿Por cuáles otras razones?
Las otras razones tienen más que ver con la tozudez de la derecha por tener un solo candidato y que éste fuera intocable. Fue más bien la arrogancia de los círculos cerrados lo que lo afectó. No incluiría a Lavín, pero sí a mucha gente que lo rodea, mucho samurái, que se ufanaba del triunfo de Lavín y que ahora ve en Piñera la explicación para decir que eso no se dio, en vez de tratar de encontrar la explicación en sus propios errores.
¿Piñera no ha sido un mal factor?
No veo en qué pudo perjudicar a Lavín si uno supone que él iba a perder igual. Si uno observa el ciclo económico y lo que aglutina la Concertación en este país, es prácticamente imposible que la derecha gane las próximas elecciones presidenciales. Entonces, lo que hoy interesa es tener un buen resultado en el Congreso. Y honestamente, tener dos candidatos no es tan mala idea.
La nueva derecha
Habla de refundar la derecha. ¿Con qué liderazgos?
No lo veo muy claro ahora. Pero después de las elecciones, hay que pensarlo todo de nuevo. No da para más este esquema actual. Hay que pensar en una tarea refundacional y construir un gran partido de centroderecha. Lo mejor que le podría pasar a la derecha es que esos partidos aglutinaran más gente y se fusionaran más allá de ellos mismos…
¿Pero quiénes debieran liderar aquello: Lavín, Allamand, Longueira?
No lo sé bien, pero creo que ninguno de los tres. Debiera ser una cara nueva.
¿Alguien como Juan Claro?
Podría ser una gran figura, pero no es bueno empezar a dar nombres. Los que uno diga los van a crucificar. El aferramiento al poder que va a haber por parte los actuales próceres de la derecha, sobre todo de la UDI, va a ser feroz. Hay un grupo de gente que se siente con una especie de derecho natural a mandar. Es gente que se sintió cerca del poder desde 1999 hasta 2002, cuando todavía se daba por seguro que Lavín ganaba. Esa gente va a quedar con una cuota de poder mucho más chica, porque no van a llegar a la Presidencia, pero no van a querer soltar lo que tienen. Y debo decir que dentro de su propia visión, lo han hecho muy bien. Han sido tremendamente profesionales en armar su partido. El modelo funcionó, pero tengo la sensación de que ahora no tiene futuro.
¿Y RN?
RN es un desastre. Todo lo que tiene la UDI de profesional, no existe en RN. Por eso es que hay que refundar todo de nuevo. Ahora bien, yo creo no sólo está perdida esta elección, sino que la próxima también.
¿La elección del 2009?
Yo creo que sí, porque los procesos de cambios políticos son muy lentos. Finalmente, el mapa político chileno no ha cambiado mucho desde el 88. Por eso mi apuesta es que después de esta elección va a surgir una nueva derecha chilena, pero que probablemente no llegará al poder tampoco en el 2009.
¿Y se puede dar por perdida con tanta antelación?
Tal vez estoy exagerando al decir que está perdida la elección con tanta anticipación, porque si el precio del cobre baja en el 2009 o si Michelle hace un mal gobierno, puede pasar cualquier cosa. Pero eso podría suceder sólo si la derecha realmente logra encontrar y potenciar una figura. Y para eso, ojalá dejen correr a muchos… Ha sido un gran error tener a un solo líder en un pedestal.
¿Ha sido un error para la derecha obnubilarse tanto con Lavín?
Creo que cuando pierdes una elección, aunque sea por un voto, nadie debería quedar en un pedestal tan inamovible. Ha habido casos en Chile de reintentos, como Allende, que ganó a la cuarta vez. Pero siempre se tuvo que ganar el puesto de nuevo.
Hasta hace un tiempo, usted pensaba que Lavín le había dado nuevos bríos a la derecha. Ahora que ha caído en las encuestas. ¿Qué costos tiene eso para la proyección de la derecha?
Efectivamente, en el 99 él le dio un gran impulso a la derecha. Pero es muy difícil mantener ese tipo de liderazgo en el tiempo. Tal vez, la razón más de fondo en el mundo actual es que es muy difícil la vida para la derecha cuando la centroizquierda adopta la economía de mercado, la modernidad, la ortodoxia económica, la seriedad fiscal. El caso de Inglaterra es muy claro en eso. Ya van tres gobiernos laboristas seguidos y los conservadores están sin ninguna posibilidad de llegar al poder y de remontar. Y ahí no tienen el problema de Pinochet.
No debe ser fácil para la derecha hacer campaña sin mucha posibilidad de éxito…
Claro. Aunque obviamente que de aquí a diciembre pueden pasar muchas cosas. Pero hasta ahora la experiencia indica que es muy improbable que el próximo Presidente no sea Michelle Bachelet. Lo bueno es que muchas ideas que antes eran de derecha, hoy no tienen dueño. Por lo tanto, no hay nada que pueda hacer Michelle Bachelet que perjudique la trayectoria en que estamos.
Entonces, ¿no hay temor respecto de un gobierno de Bachelet?
Ninguno.
Pero hasta hace poco usted mismo decía que ella era un enigma, que nadie sabía lo que pensaba…
Así es. Yo dije que no sabía lo que ella pensaba, pero la verdad es que esa crítica hoy se puede extender a todos los candidatos. Esta es una campaña terriblemente pobre en contenidos. Por lo tanto, ahora esa crítica se la hago a todos y no como la hice antes sólo a Michelle Bachelet.
¿Y qué cambió?
Creo que una de las formas que uno ha tenido de saber lo que piensa Michelle Bachelet es por la gente con la que se ha rodeado. Cuando ella va al Congreso a explicar sus políticas económicas con Jorge Marshall y Andrés Velasco, ¡caramba! Esa es una señal muy potente. Es gente muy confiable. Eso me dice que está comprometida con el modelo económico actual.
En el mundo empresarial, ¿también ha cambiado la percepción por Bachelet?
Yo creo que sí. Al menos para mí, el enigma se ha ido despejando. Y como soy optimista por naturaleza, hasta me tinca que va a ser mejor de lo que parece incluso.
¿Tanto así?
Sí. Creo que en estos meses ella ha mostrado que es una mujer bastante fuerte, con carácter, con personalidad, tiene cancha. Hoy en día nadie duda de su liderazgo.
¿Y puede haber gente del mundo de la derecha que vote por ella?
Creo que en los jóvenes de derecha, de todas maneras. Yo no he hecho una encuesta muy precisa, pero no me sorprendería que, además, haya gente que esté pensando en votar por RN en las parlamentarias y por Michelle Bachelet en la presidencial. Eso es bien posible.
«Bachelet representa un Chile con menos etiquetas»
Pablo Longueira ha señalado que en lo valórico, Michelle Bachelet podría ser más audaz. ¿Cree lo mismo?
El camino será, tal vez, un poquito más de liberalización, pero no creo que haya nada muy dramático. Primero, porque la DC va a estar en el gobierno de Michelle Bachelet, y ese partido está muy jugado en esos temas. Por lo demás, yo creo que Chile no es un país donde se va a estar planteando una ley de aborto.
¿Y los matrimonios gays? ¿Chile no estaría en condiciones de abrir esa discusión?
Creo que Chile sí está en condiciones de abrir una discusión sobre si una pareja consolidada de homosexuales puede tener cierto tipo de derechos en materia tributaria.
¿Son excesivos los miedos de Longueira de que se produzca un destape?
Es que el destape en Chile ya se dio y se sigue dando en todo ámbito de cosas. Incluso, en cierto sentido, el fenómeno de Michelle Bachelet responde a eso. La gente siente que ella representa un Chile mucho menos programado valóricamente. Estamos avanzando hacia una sociedad más moderna, en que los individuos descubren su escala de valores sin que nadie se los imponga. Antes había que aprenderse los valores de memoria. Ahora la gente adquiere valores más auténticos, más propios. Tenemos una sociedad más horizontal.
Entonces, ¿a quién le habla Longueira?
El sistema binominal hace que los candidatos se concentren en asegurar su voto duro. Entonces, Longueira necesita ganarle a Lily Pérez y probablemente parte de su electorado piensa ese tipo de cosas. Pero mayoritariamente, ya nadie en Chile cree que una persona para ser buena tiene que estar casada con una misma persona para toda la vida o tiene que ir a misa todos los domingos. El contenido de los valores es menos rígido hoy. En ese sentido, Michelle representa a un Chile con menos etiquetas.