El Mercurio, 27/3/2011
Opinión

David Gallagher: «Es una tremenda injusticia que haya niños destinados a estar en colegios de los que saldrán sin hablar inglés»

David Gallagher.

Los malos resultados del primer Simce de Inglés aparecen, bajo la mirada de este académico y empresario que vive inmerso y en contacto con la cultura anglosajona, como una clara manifestación de inequidad social. El impacto negativo en la economía nacional de estas cifras, sostiene, es menos relevante que el hecho de que un grupo importante de la población esté quedando sin una herramienta clave para moverse en la sociedad del conocimiento.

por Manuel Fernández Bolvarán

El anecdotario en vasto. En 2004, Luis Jara vio truncada una entrevista con el cantante británico Robbie Williams porque el ex Take That no logró entender el inglés del intérprete de «Mañana». En 2009, el ex miembro de Oasis, Noel Gallagher, publicó en internet un hilarante diálogo con un periodista chileno que se refería al baterista de la banda, Zak Starkey, como «sex turkey». En 2010, sólo minutos después del terremoto del 27-F, un experto del Centro de Control de Tsunamis de Hawaii trataba de advertirle del riesgo de maremoto a un funcionario del SHOA, pero éste no le entendía.

Un déficit idiomático que esta semana fue confirmado por el primer Simce de Inglés, aplicado en 2010, y que mostró que sólo el 11% de los alumnos de 3° medio tienen un dominio aceptable de dicha lengua. «Desgraciadamente, en Chile tenemos un atraso muy grande en el aprendizaje del inglés, incluso en comparación con otros países latinoamericanos», dice David Gallagher, fundador de la consultora ASSET-Chile, miembro del consejo directivo del Centro de Estudios Públicos y buen conocedor de la cultura anglosajona.

-¿A qué se debe esta realidad?
-Hay muchas razones y son muy interesantes. De hecho, una de ellas habla muy bien de Chile. En países como Perú, Ecuador o Colombia un número importante de jóvenes está yendo a cursar su educación superior al extranjero, principalmente a Estados Unidos. Eso hace que un porcentaje importante se vuelva bilingüe, lo que tiene un efecto multiplicador en su país. En Chile eso no ocurre porque hay buenas universidades, lo que es positivo. De todos modos, es una desventaja que estemos tan atrasados en inglés porque es una herramienta esencial de la vida laboral en un mundo globalizado. Suena a una cadena de lugares comunes, pero es la verdad.

-Este nivel tan bajo de dominio del inglés ¿afecta la imagen país? ¿Es una limitante para atraer negocios?
-Hay cierto tipo de negocios que, obviamente, no van a funcionar bien en el país, como call centers en inglés. Pero, honestamente, no creo que estemos perdiendo negocios muy importantes por esto. Me molesta menos el tema de los negocios que el de la igualdad de oportunidades. Es mucho más preocupante que un individuo deba enfrentar toda su vida sin tener acceso al inglés, cuando en ese idioma se publica la gran mayoría de los textos importantes en tecnología, ciencias sociales, filosofía, etc. Esa pérdida individual es la que más pena me provoca.

-O sea, ve aquí una fuente de inequidad social.
-Exacto. Veo el impacto del inglés en dos grandes partes. Una es que saber un segundo idioma contribuye al enriquecimiento interior de las personas y, por tanto, a su calidad de vida. La segunda es que es un instrumento que permite ganar mejores sueldos y tener mejores trabajos. Que haya una masa de niños chilenos destinados a estar en colegios de los que saldrán sin hablar inglés es una tremenda injusticia. Realmente es necesario igualar oportunidades.

-¿De qué manera?
-Con medidas creativas. Se pueden traer profesores de India en forma semipermanente, con contratos por tres o cinco años. Se pueden hacer ejercicios con jóvenes o estudiantes aprovechando las diferencias entre el hemisferio norte y el sur en el período de vacaciones. Creo que debe haber miles de jóvenes americanos o ingleses que estarían felices de pasar su verano, que es el invierno chileno, haciéndoles cursos intensivos a nuestros alumnos y profesores.

-¿Qué tan frecuente es en el ambiente de los negocios encontrarse con personas que no dominan bien el idioma?
-No mucho. Sí pasa en transacciones con países asiáticos, como Japón o China, aunque los chinos están aprendiendo. Los japoneses todavía son muy malos para hablar en inglés, realmente muy malos. Es algo sorprendente, pero, por cierto, no impidió que Japón fuera un prodigio económico. Por eso hay que tener cuidado con esas ideas de que no nos vamos a desarrollar si no aprendemos inglés. Creo que nos va a agregar puntitos al desarrollo, pero no es para ponerse fatalistas.

-¿Hay áreas en que el país sea particularmente débil y sí tenga que poner énfasis en el manejo del inglés?
-El turismo. En una empresa siempre va a haber alguien que sea capaz de mandar el mail que se necesita en buen inglés. Pero el turista se dirige a la persona que tiene más cerca, el que está en el restaurante o en el teleférico y si no le puede contestar en inglés le produce una frustración. Ahora, no creo que la gente deje de venir a Chile porque no se habla inglés.

-En su experiencia personal, ¿los países angloparlantes son acogedores con quienes no dominan bien el inglés?
-Sí, se los acoge. Por lo demás, la gente aprende inglés muy rápido. Parece ser un idioma bastante fácil de aprender para una persona que habla español. Así que este no es un desafío complicado, no es chino mandarín. Además, en el mundo de habla inglesa no hay rechazo a una persona que habla con un acento fuertemente extranjero, por la sencilla razón de que es extraordinariamente común. En todo el mundo la gente habla inglés y hoy no hay una forma única y correcta de hablarlo. Si uno ve CNN, va a ver gente leyendo noticias con acento alemán o ruso, así como hay inglés sureño, australiano o británico.

-¿Ve posible llegar a la meta de ser un país bilingüe en 20 años, como se propuso el Ministerio de Educación?
-Es importante ponerse metas ambiciosas, pero más importante es tomar medidas para cumplirlas y es difícil comentar una meta sin conocer esas medidas.

Cifras negras

El Simce de Inglés consistió en la aplicación, a todos los alumnos de 3° medio, del examen TOEIC Bridge, que mide tanto comprensión auditiva como lectora. En una escala de 20 a 180 puntos, los escolares alcanzaron un promedio de 99, bastante menos que lo que alcanza, por ejemplo, Japón (119 puntos).

El nivel aceptable se alcanzaba con 134 puntos. En el nivel socioeconómico alto, 65% de los alumnos superó ese umbral, 9% en el nivel medio y 0,3% en el grupo de menos recursos.

Ningún colegio municipal logró que más del 60% de sus alumnos superara dicho piso mínimo.