The Clinic, Nº 148, 17 al 30 de marzo de 2005.
Opinión

David Gallagher, intelectual del CEP y columnista de El Mercurio: “Es altamente improbable que Lavín gane. A lo mejor le doy mi voto para disminuir la brecha”

David Gallagher.

David Gallagher cree que Lavín es casi un muerto caminando, que la UDI tiene una estructura leninista, que a la derecha le faltan líderes y que mientras esté vivo Pinochet, ese sector, su sector, estará muy lejos de alcanzar la Presidencia. Cree eso y sus palabras pesan; en el Centro de Estudios Públicos, donde es miembro del Consejo Directivo; y en El Mercurio, donde es columnista estable. Pesan por la elegancia y precisión con que escribe y porque, como liberal, no tiene reparos para criticar a la derecha desde adentro.

Gallagher habla desde muchos mundos. Hasta los 30 años fue un prestigioso académico de la Universidad de Oxford especializado en literatura latinoamericana y rusa. Conoció a muchos de los protagonistas del Boom Latinoamericano y como ellos, fue de izquierda. De un día para otro, sin embargo, dejó lo que había conseguido en el campo de las letras y se fue a trabajar a un banco. Se dedicó a las finazas, a las inversiones, al mundo del dinero que Dostievsky, su autor favorito, desprecia absolutamente. Hoy escribe en El Mercurio y su columna es una de las más comentadas. Una colección de ellas, fue recientemente publicada bajo el título Otras Improvisaciones con prólogo de Vargas Llosa, su entrañable amigo.

Esta es la peor hora de Joaquín Lavín, vista por un intelectual al que le gustaría ver a la derecha triunfar.

Por Juan Andrés Guzmán

-¿Lo sorprende lo mal que está Lavín en las encuestas?
Siempre me pareció imposible que un candidato único mantuviera su popularidad. Creo que es un caso inédito tratar de sostener ese liderazgo durante tanto tiempo. Allende fue candidato cuatro veces pero cada vez tenía que ganarse la candidatura. Esto es una cosa distinta… yo creo que se cometió un error. Si usted mira la Concertación, antes de definirse por dos candidatas tenía 12 personas que podían ser presidenciables. En cambio la derecha, nada. En la práctica hay un solo líder y eso es muy complicado.

-¿A la derecha le falta renovarse?
-Falta renovación. Creo que la UDI, por ejemplo, es un club de amigos, un partido leninista en su estructura. Absolutamente vertical. Y este modelo de los samuráis… es una cosa increíble.

-¿Le asusta que la UDI llegue al gobierno?
-No, porque creo que tenemos una democracia muy sólida.

-Pero, ¿le gustaría que llegaran al gobierno?
-Creo, intelectualmente, que es bueno para un país que haya alternancia en el poder, y que Lavín haría un gobierno bastante bueno. Pero pienso que es altamente improbable que Lavín gane. A lo mejor le daría mi voto para disminuir la brecha.

-¿Pero usted es o no lavinisita?
No estoy seguro que decida mi voto antes de estar en la urna. Yo estoy en la lucha de las ideas y, honestamente, no me matriculo con personas. Y si Bachellet resulta ser ultraliberal, me podría parecer muy atractiva.

-¿Qué le provoca Bachelet?
Una de las cosas extraordinarias de ella es que representa algo nuevo. Me parece atractiva su historia. Me gusta la gente que ha forjado un camino más propio. Eso me hace pensar que hay algo bastante sólido y auténtico en ella. Siento que la suya es una vida hecha en forma individual. Soledad Alvear, en cambio, obedece más a un modelo de persona: demócratacristiana típica, de partido. Tú ves la presencia del molde.

-¿Qué siente frente a una derecha comandada por Jovino Novoa y Sergio Diez? ¿Son líderes que lo convocan?
-(Se ríe) La derecha necesita nuevos líderes. Hoy no veo en Chile el tipo de derecha que ha hecho el verdadero cambio en el mundo: la derecha de Margaret Thatcher que no se asusta con enfrentar los grupos de presión y que apuesta su capacidad comunicacional al bien común más allá de los intereses creados. Ese tipo de derecha no existe en Chile. Estoy decepcionado de que todavía sea incapaz de producir una política de gobierno. Si se pretende realizar una campaña evitando decir lo que se piensa hacer, a Lavín le va a ir aún peor de lo que ya está. Pienso que en los Talleres del Bincentenario que ha organizado están llenos de buenas ideas, pero soy súper escéptico de que se lleven a cabo o que estén en la campaña.

EL HETEROGÉNEO MERCURIO

-Un editorial de El Mercurio calificó de tibia la reacción de Cheyre frente a los juicios de los militares… ¿Comparte esa opinión?
-Yo soy un gran admirador de lo que ha hecho general Cheyre. Estoy absolutamente con él.

-El editorial tenía un tono de los años 70’.
-Pienso que cualquier tipo de setentismo en Chile hoy es inaceptable.

-Raquel Correa, entrevistadora estrella de El Mercurio, dijo que sería bueno que ese diario hiciera un mea culpa por cómo informó durante la dictadura ¿Qué dice usted?
-Cada institución puede hacer el mea culpa que quiera. Pero siento que en Chile se está creando un ambiente como jacobino en que se pide a todo el mundo que asuma su culpa. Eso me repugna más que la culpa que pueda tener alguien. Yo no voy a salir y a exigir que la gente pida perdón.

-En Estados Unidos hay casos famosos de grandes medios que han pedido disculpas por mentiras publicadas en sus páginas. ¿No le parece esa una actitud liberal correcta?
-Yo escribo en El Mercurio y prefiero no entrar en ese tema por un asunto de cortesía… Ahora, hay gente en la derecha que critica a Cheyre en forma descarnada. No sé qué quieren, ¿que debe haya un boinazo?

¿El Mercurio es un medio liberal?
-Es un medio heterogéneo.

-Elija: The Clinic o El Mercurio.
-Los dos.

-¿Usted es un banquero como dice Vargas Llosa?
-No. Yo era profesor de Oxford y me fui a trabajar a un banco.

-¿Por qué hizo eso?
-¿Y por qué no? Mi papá era empresario, me crié en el mundo empresarial. También podría preguntarme al revés, por qué me dediqué primero a la literatura.

-Pero qué lo llevó a abandonar un área donde estaba muy bien evaluado.
-Estaba llegando a los 30 años y decidí que quería hacer algo distinto.

-A lo mejor se dio cuenta de que la literatura no era tan importante como creía.
-A lo mejor. A mi me gusta escribir y allá yo era un crítico literario ultra posicionado. En Inglaterra no es tan fácil cambiar de registro. No puedes estar enseñando novela norteamericana y después enseñar el Dante. No funciona así. El mundo que tenía por delante era bien limitado.

-¿Era amigo de todos los del Boom Latinoamericano? ¿De Cotrázar? ¿De García Márquez?
-A Cortazar nunca lo conocí y a García Márquez solo lo vi en una ocasión en París. Yo me relacioné más con los escritores que vivían en Londres y con Vargas Llosa que viajaba para allá.

-Sabe por qué pelearon García Márquez y Vargas Llosa.
-No.

-La versión oficial dice que fue por política; la versión interesante dice que fue por una mujer.
-Nunca le he preguntado.

-Todos los del Boom eran de izquierda. ¿usted también?
-También. Era Socialdemócrata.

-¿Hasta cuando?
-Para muchos el cambio se produjo con la revolución cubana. Durante los primeros años los escritores creían que la revolución política iba a ser acompañada por la revolución cultural, vanguardista desde el punto de vista estético. Pero pasó lo mismo que en Rusia, donde el gusto estético autorizado era el realismo funcional. Entonces se empezó a reprimir a los escritores y se produjo el quiebre.

-Gladys Marín fue definida unánimemente como “consecuente”. ¿Para un liberal como usted la consecuencia es una virtud?
-No sé si eso lo encuentro tan atractivo. Lo que si me parece atractivo es que fue auténtica. Creo que si la gente ha reaccionado tanto con su muerte es porque con el grado de marketeo que hay en la política actual se echa de menos la autenticidad.

Se decretaron dos días de duelo tras la muerte de Gladys Marín. ¿Espera que cuando muera Pinochet también haya duelo?
-Me imagino que no va a ocurrir. Pero yo tendría duelo.

PINOCHET MISERABLE

-Vargas llosa estaba muy contento de que se haya descubierto que Pinochet robó. Piensa que es bueno para Chile asumir que él no era un dictador distinto.
-Bueno, yo tenía la imagen de que era distinto. Para el 11 de septiembre estaba en Oxford y nadie en Europa dudaba sobre lo que estaba pasando en Chile en términos de derechos humanos. Pero yo creí que Pinochet estaba dentro de una tradición de austeridad de los presidentes de Chile.

-Para la derecha en general el caso Riggs fue una decepción terrible. ¿Me puede explicar por qué los decepciona el robo y no las muertes?
-Es buena la pregunta, pero no sé la respuesta. Para mi es mucho peor torturar, matar y hacer desaparecer gente que sacar plata. Los crímenes contra la vida son por lejos los peores que se pueden cometer. Ahora bien, creo que mucha gente de derecha está hoy con doble shock. El informe Valech generó mucho impacto. Creo que no pensaban que había tanta tortura. Tal vez lo que pasó es que lo del Riggs tuvo el impacto de la novedad. Por otro lado, para mucha gente de derecha la tortura estaba dentro de la lógica de guerra, pero el dinero no. La gente prioriza éticamente en forma muy particular.

-¿Cree que le hace bien a la derecha haber descubierto la dimensión total de Pinochet?
-Pienso que en Chile se necesita una centro derecha como la española, que salga de la atadura del pasado como salió el Partido Popular de Aznar. Pero es difícil que eso ocurra mientras Pinochet esté vivo. Se ha demostrado en los últimos años que ese tema pesa mucho.

-En una columna suya, escrita tras la detención de Pinochet en Londres usted lo definió como un “compatriota anciano y enfermo que fue Presidente de la República”. ¿Lo sigue viendo así?
-Uno escribe con la información que tiene y en ese momento me pareció maricona la forma en que lo habían detenido: a medianoche, recién operado, en cama. También reaccioné así porque me pareció pésimo para la Transición y para Chile. Visto desde hoy creo que exageré los potenciales daños a la Transición. Lo cierto es que la detención detonó una serie de procesos en cuanto a búsqueda de verdad que son extremadamente sanos.

-¿Entonces fue bueno que lo detuvieran?
-Visto ahora, creo que fue bueno. Pero también pienso que habría sido nefasto para Chile que hubiera muerto en España.

-¿Cómo lo definiría hoy a Pinochet?
-Es un tema complejo. Pinochet nunca me resultó un personaje simpático… cuando llegué a Chile el 80 tenía una opinión pésima de él. Después fui conociendo lo que se hizo en la parte económica y me pareció notable. Tuvo mucha suerte también. Yo creo que él ni siquiera entendía mucho las reformas económicas. Y hubo mucho accidente histórico como el que la Universidad Católica tuviera un acuerdo con la Universidad de Chicago…. Para mi Pinochet es un enigma. No sé lo qué es. Aparentemente se subió al Golpe a último momento… Hay una hipótesis a mi me suena: que Pinochet es un personaje absolutamente miserable, cobarde. Él no ha asumido su responsabilidad y me imagino que para el militar chileno debe ser duro que su gran comandante se escude detrás de la demencia subcortical. Está claro que Pinochet no tiene la grandeza ni como déspota y en cierta medida le estamos atribuyendo demasiada importancia. Yo no sé si corresponde. Pinochet es como un personaje limitado. Un personaje bien lamentable.

-¿Qué pasa con los civiles que participaron de su gobierno? A su amigo Vargas Llosa le parece correcto que ellos sean denunciados y en lo posible, sancionados.
-A ver.. Bajo Pinochet se hicieron cosas extremadamente buenas y quienes participaron en eso fueron, en general, civiles. Y en buena medida ellos sentaron la base para un éxito bien notable en este país. Yo con lo que sabía, no habría podido estar en el gobierno. Pero encuentro que la gente estuvo y que sabía lo que estaba pasando, no sé… Pienso que si alguien se queda adentro para hacer cosas buenas, sabiendo que hay cosas tan malas… Yo no habría tenido el estómago, pero a lo mejor mi estómago es demasiado exquisito. Y yo como mucha gente, soy beneficiario de lo que se hizo. Ahora que en ciertos puestos claves, como el de ministro del Interior donde sin duda se sabían más cosas. Pero a lo mejor los civiles hicieron que las cosas fueran menos malas. Yo sé que esto es un poco como hablar de nazis buenos y nazis malos, pero yo no me imagino a un civil creando la DINA. Yo me imagino que los civiles fueron una influencia positiva antes que negativa.

-Sin embargo, en el caso de Sergio Fernández se persiguen responsabilidades penales.
-Creo que fue Insulza el que dijo que todavía no existe el delito de haber formado parte del gobierno militar… Pienso que sólo se tiene responsabilidad penal si se comete un delito. Pero no puede ser delito haber tenido un cargo. Por esta vía se llega a un punto que a mi me dan ganas de decir basta.

-Por mucho que se diga “basta” el tema vuelve. Pinochet estaba de senador vitalicio cuando lo detuvieron en Londres; Y lo del Riggs vino sin que nadie aquí lo buscara. El tema regresa solo.
-Si vuelve. Es una herida abierta. Por eso creo que para la derecha va a ser muy difícil el escenario mientras esté vivo Pinochet. En España el Partido Popular se demoró 22 años en llegar al poder y eso que el dictador estaba muerto. En Chile eso significaría un gobierno de derecha después de un segundo gobierno de Lagos… La derecha está atrapada en un dilema que es muy complicado y creo que la única cura de esta herida abierta es el tiempo.