La Tercera, 21 de julio de 2012
Opinión

David Gallagher: «Piñera ha corrido el cerco hacia la izquierda»

David Gallagher.

Consejero del CEP, advierte de los riesgos de la marea populista sobre la política chilena y culpa al presidencialismo del fenómeno de los díscolos. De paso, afirma que los chilenos son más liberales de lo que la clase dirigente cree.

por Juan Cristóbal Villalobos

Como consultor internacional y consejero del CEP, David Gallagher está inquieto por la crisis internacional y sus efectos en Chile. “Desde la participación de Piñera en la reunión del G20, y después de que la crisis había sido ignorada en instancias como el discurso del 21 de mayo, el Presidente ha empezado a advertir los nubarrones que se vienen y a tomar medidas acorde a eso, como el ser prudente al fijar el salario mínimo”, comenta. Pero, al margen de la coyuntura internacional, Gallagher, figura identificada con la derecha liberal, advierte sobre los fantasmas de la política chilena, que van desde la tentación populista del modelo chavista hasta los efectos del sistema binominal. “Estoy preocupado”, afirma.

¿Cree que los recientes roces entre la Alianza y el gobierno marcarán un nuevo modelo de confrontación?
Debido a que tenemos un sistema presidencialista muy fuerte, los partidos no tienen el incentivo de apoyar completamente al gobierno, por lo que siempre habrá algún parlamentario con ganas de lucirse. Antes lo hizo la UDI, al exigir la eliminación del impuesto al combustible, y luego RN, al pedir un salario mínimo de $ 200 mil. Sin embargo, creo que ya vimos lo peor, pues que la cercanía de elecciones tiende a aglutinar a los partidos.

¿Por qué cree que el presidencialismo desincentiva el respaldo de los parlamentarios a su gobierno?
En un sistema parlamentario, los congresistas tienen que apoyar al gobierno, porque si no, éste cae, y como consecuencia ellos pierden el poder. Por eso es que tienen un fuerte incentivo para ser disciplinados. En un sistema presidencialista, donde el gobierno tiene un período fijo, pase lo que pase, no existe el riesgo de que éste caiga por efecto de censura parlamentari. Así, un parlamentario oficialista puede darse el lujo de ser díscolo, de lucirse llevándole la contra a su propio gobierno, apareciendo más en las noticias y llegando a ser más conocido. Y sin el riesgo de que tras una votación en el Congreso, “su” gobierno caiga.

El presidencialismo fomenta el surgimiento de díscolos.
Sí, aunque también pueden haber díscolos en un sistema parlamentario. Si la mayoría del gobierno es muy pequeña, factor que por lo general fortalece la disciplina parlamentaria, puede ocurrir que algunos se tienten con el poder de negociación que les da poder chantajear al gobierno y amenazarlo con su voto.

¿Hay que modificar este sistema?
Chile tiene una profunda tradición presidencialista, por lo que cambiar el sistema es complejo y requeriría de un gran consenso. Pero no hay duda de que los sistemas parlamentarios son más flexibles, ya que si a un gobierno le va muy mal, es más fácil reemplazarlo. Lo que más me preocupa es que si en Chile no tenemos un sistema electoral competitivo y no se cambia con urgencia el binominal, la democracia representativa se empieza a deslegitimar y surgen las demandas por una democracia “ciudadana y participativa”. Nadie entiende bien en qué consiste eso, pero lo más probable es que desemboque en caudillismo.

¿Hay peligro de que ocurra en Chile?
Sin duda. Me parece correcto que los ciudadanos participen más, pero la verdadera democracia descansa en los partidos. Lo preocupante es que en Chile que estos están muy desprestigiados.

¿Qué le parece que se convoque a los movimientos ciudadanos para invitarlos a elaborar propuestas de gobierno?
El problema es que estos supuestos “movimientos sociales” defienden demandas específicas, mientras que los partidos son promotores de políticas generales… por eso son ellos los que deben gobernar. El llegar al poder con una coalición de intereses especiales, es una invitación al caos total.

¿Esa es una amenaza real?
La libertad siempre está en peligro cuando depende de las pasiones de la calle y de las mayorías pasajeras. Por eso es que la gran amenaza del liberalismo es el chavismo. Debemos cuidar nuestras instituciones, sobre todo cuando vemos en muchos políticos un voluntarismo populista. La propuesta de formar una Asamblea Constituyente para cambiar la constitución es una demanda típicamente chavista, puesto que nuestra constitución quedaría a merced de una mayoría pasajera y presa de pasiones colectivas. Me inquieta que en un país donde los partidos están tan desprestigiados, una aventura populista puede ser muy atractiva.

¿Bachelet podría ser seducida por una coalición de ese tipo para volver?
No creo. Su administración fue bastante sensata y manejó bien la crisis económica que enfrentó, por lo que no tengo razones para dudar que si llega al poder haría un gobierno parecido. Sería inconcebible que quiera gobernar al estilo de Chávez, por mucho que la izquierda populista chilena quiera llevarla hacia allá.

¿Qué pasa si Bachelet cae en la tentación de seguir el modelo chavista?
No creo que suceda, pero si pasara, sería una tragedia para la izquierda y para el país. Es crucial para Chile que nuestra izquierda, que culturalmente es tan importante, tenga políticas cuerdas.

¿Si ella “gira a la izquierda” pierde?
Sí. Este no es un país de izquierda, aunque muchos de sus dirigentes lo piensen. Las encuestas demuestran que la mayoría de los chilenos son muy moderados.

¿Bachelet sólo tiene opción de ganar si promete gobernar con las mismas políticas que implementó en su presidencia?
En esencia sí, aun cuando no lo diga en esas palabras: en Chile a la gente le gusta mirar más al futuro que al pasado, por lo que tendría que llegar con ideas novedosas, pero los chilenos deberían entender que esas propuestas nuevas no representarían un viraje significativo. Bachelet es popular por el gobierno que hizo, no por un gobierno putativo que algunos en la izquierda quisiera que hubiera hecho.

¿Cree que será candidata?
Si no se ha manifestado, quiere decir que no está segura todavía; no creo que su silencio sea una maniobra estratégica. Bachelet debe tener muchas dudas y entre ellas, sobre qué tipo de coalición la apoyará. No creo que quiera gobernar con una izquierda populista. A eso hay que agregar que ella tiene un tremendo capital político y un prestigio internacional que no debe querer arriesgar.

¿Las demandas ciudadanas han “corrido el cerco” de toda la clase política hacia la izquierda? ¿El programa del candidato de la Alianza tiene que “izquierdizarse”?
Este gobierno ha sido más de izquierda de lo que debía ser una administración de derecha. El propio Piñera ha “corrido el cerco”. El próximo gobierno debe hacerse cargo responsablemente de las demandas sociales. Si nos movemos demasiado a la izquierda, perderemos todo lo ganado como país, lo que sería una tragedia. No creo que la gente sea seducida tan fácilmente por las ideas de izquierda y por eso es un error que la derecha quiera mimetizarse con ella. Sin embargo, la tentación existe. Esto sería aún más grave, puesto que la Concertación irá progresivamente girando hacia la izquierda y lo que debe hacer la derecha entonces es aprovechar ese grave error político.

¿Existe derrotismo en la derecha?
Efectivamente en alguna gente existe un derrotismo atávico y muchos recuerdan el ejemplo de Jorge Alessandri. Ese sentimiento puede afectar el aporte al financiamiento de la campaña del candidato oficialista. Pero creo que las municipales le subirán el ánimo al sector, ya que al gobierno le irá razonablemente bien.

¿Qué le parece la disputa en la UDI entre los doctrinarios -que impulsan las políticas tradicionales del sector- y los pragmáticos, que apuestan por las reformas políticas y sociales?
Es un debate interesante. Lo que ha pasado en la derecha es que al llegar al gobierno ha tenido que ser más pragmática. La UDI se tendrá que ir renovando y reemplazar a los dirigentes formados en la época del gobierno militar, ya que las ideas reformistas van ganando espacios en todos los niveles. ¿Cuánta gente hoy en la UDI estaría dispuesta a pedir que se revoque la Ley de Divorcio? Recordemos que en su momento el divorcio provocaba escándalo en muchos de sus dirigentes.

¿El chileno común es más liberal que el político de derecha?
El país ha evolucionado más de los que algunos dirigentes de derecha creen. Los chilenos han ido madurando en términos valóricos. Hoy son más liberales y están más contentos con el “modelo” que los políticos, sean de derecha o de izquierda. Es cuestión de ver qué programas son populares en la televisión y lo exitoso que ha sido el Costanera Center.