La contienda electoral está cada vez más complicada para la derecha. Eso piensa este miembro del CEP, para quien el round entre Matthei y Franco Parisi tendrá sus costos. “Si se va a denunciar a un contrincante, que lo haga un miembro de rango menor del comando ¡Nunca el candidato!”, dispara este analista político, para quien “la derecha este año ha dado un espectáculo, dejémonos de cuentos”.
Por Carla Sánchez y Marcelo Soto.
David Gallagher no es partidario de las campañas negativas. Por lo mismo, no le gustó la arremetida de Evelyn Matthei que, con papeles en mano, denunció a Franco Parisi por deudas previsionales y remuneraciones impagas que superarían los 500 millones de pesos. “No se puede permitir que una tropa de frescos se apodere de la política”, dijo la candidata de la derecha, a lo que el independiente respondió: “Ésa es otra mentira de la señora Matthei”.
Con la experiencia y el bagaje que tiene en análisis político y económico, este liberal de tomo y lomo, miembro del CEP e integrante de un consejo asesor de Matthei, piensa que este episodio es un nuevo tropiezo para el sector. “En Estados Unidos, las campañas negativas son eficaces, pero intuyo que en Chile no lo son, por la aversión que tenemos a los conflictos. Por otro lado, ni en Estados Unidos son los mismos candidatos presidenciales los que hacen denuncias de ese tipo. Eso sería impensable. Si se va a denunciar a un contrincante, que lo haga un miembro de rango menor del comando. ¡Nunca el candidato!”, argumenta Gallagher.
Y si hasta antes del round Matthei-Parisi, la candidata de la Nueva Mayoría corría con ventaja, Gallagher cree que ahora se podría disparar. “La gran ganadora de este episodio es, claro, Michelle Bachelet, y aumenta la posibilidad, creo yo, de que gane en primera vuelta. Con su gran habilidad política se ha colocado desde el comienzo como una mujer de paz, que es lo que los chilenos quieren”, reflexiona el socio fundador del banco de inversiones Asset Chile.
-El año pasado, usted dijo a Capital que Bachelet podía ser como la espuma y que tendería a desinflarse cuando volviera de Estados Unidos a asumir su candidatura…
-Lo pensé, pero estaba equivocado. Creí que se iba a desinflar en la campaña, pero se ha manejado con una destreza extraordinaria, porque no se compromete a nada. Su inmensa popularidad es un fenómeno sociológico y por lo visto se ha mantenido incombustible…Hábilmente demoró su programa de gobierno, porque no quiere comprometerse con ideas tan radicales que hay en su entorno.
-¿No pasa por el contrincante entonces? ¿Ningún candidato que le hubieran puesto a Bachelet podría ganarle?
-No quiero usar la palabra “imposible”, pero es muy, muy difícil. Agrégale a eso todos los problemas que tuvo la derecha para encontrar su candidato, donde, a mi juicio, mostró ineptitud. Súmale después los aniversarios: 40 años del golpe, 25 del “No”…
-Algo que, al parecer, nadie en la derecha previó aunque era bastante obvio que iba a pasar…
-A mí me pareció obvio, pero parece que no había mucha preparación.
-Matthei dijo que ella era muy chica para el golpe y no tenía que pedir perdón, fue una respuesta improvisada…
-No había una reflexión preparada. Y aunque hubiese habido, creo que no era fácil, porque en el fondo, la derecha todavía se asocia a la dictadura. Pasa otra cosa también; pese a que 40 años es mucho tiempo, nadie puede relativizar lo que ocurrió, tratando, por ejemplo, de disculpar los temas de derechos humanos por la situación que vivía el país. Ese tipo de relativización es muy chocante. Que un viejo venga a decir “bueno, pero tú tienes que entender”, es igual a que un nazi a los 40 años diga bueno, pero lo que pasa es que había una inflación muy alta en Alemania…
-¿El gran ganador con los 40 años del golpe fue Piñera, no? Con esto de los cómplices pasivos y haberse desmarcado de la figura de Pinochet…
-Sí, Claro. Pero él siempre estuvo desmarcado y no sé si lo meditó. Creo que fue fiel a sí mismo, pero no fue bueno para Matthei.
-¿Por qué Matthei no se desmarcó tanto como lo hizo Piñera? ¿Por qué no lo piensa así, o por qué no se iba a tirar a todo el sistema encima?
– Finalmente, creo que lo de los cómplices pasivos es un poco exagerado. Es una frase que roza con un ambiente de caza de brujas. Supongo que, en el fondo, toda persona que votó que “Sí”, como Matthei o Allamand, son cómplices pasivos. Además, es una frase irresponsable, jacobina, de Revolución Francesa, como de “busquemos debajo de la alfombra, a ver qué cómplices pasivos encontramos y mandémoslo a la guillotina”.
-¿Usted votó por el “Sí”?
-Sí.
-¿Y se arrepiente?
-No. Yo creo que fue un error visto ex post. Pero no me lo parecía con la información que yo tenía en ese momento, sobre todo del programa económico del No, e igual iba a haber un Congreso, iba a haber un Chile distinto. Sin embargo, ahora me parece increíble que haya votado que “Sí”. Me parece muy raro, y eso que yo nunca tuve ninguna ilusión de que no había atropellos feroces a los derechos humanos.
-O sea no cabría dentro de la categoría de cómplice pasivo…
-No. Una vez me ofrecieron un cargo y yo dije que no. Yo no podría haber participado del gobierno, pero por otro lado, encuentro heroica a la gente que participó, a los economistas. Estos temas son súper complejos y creo que las simplificaciones morales son nefastas.
-¿Estas simplificaciones de bueno y malo son peligrosas?
-Sí pues. Son súper peligrosas. En cuanto al atropello a los derechos humanos por parte de Pinochet, yo nunca tuve ninguna alusión. Sin embargo, Chile es exitoso hoy en comparación con Argentina u otros países latinoamericanos gracias a las reformas económicas de esa época.
El “espectáculo” de la derecha
-¿Cuáles son, a su juicio, las razones de la compleja situación que vive la Alianza?
-Pienso que es desafortunado tener dos partidos. Es mucho mejor tener uno solo…
-Pero RN y la UDI son como el agua y el aceite…
-Son totalmente distintos hasta que tú te pones a tratar de explicar a un extranjero la diferencia entre la UDI y RN. Y ahí te das cuenta que es imposible hacerlo.
-A lo mejor es posible por las diferencias en temas valóricos…
-Pero si fuera por definiciones valóricas, Carlos Larraín –que es conservador– no calzaría en RN. Y hay candidatos de RN en algunas senadurías que están puestos por razones valóricas nomás, aun cuando no son populares. Entonces, como que estamos dispuestos a inmolarnos por lo valórico y arriesgar un doblaje y eso es en RN, no en la UDI. Por otro lado, en la UDI hay candidatos a senador que “no están ni ahí” con la agenda valórica. La UDI es más pragmática.
-Está también el tema de Pinochet y Jaime Guzmán que podría diferenciar a RN de la UDI, en el sentido de que RN tiene más distancia hacia Pinochet…
-Todos los partidos en Chile tienen que liberarse de sus fantasmas. ¿Te fijas? Yo creo que la izquierda invoca a Allende de vez en cuando porque es un mito, un mártir, pero no están amarrados a Allende…
-¿Debiera la derecha liberarse de Pinochet?
-Va a haber una nueva generación que no había nacido cuando terminó el gobierno de Pinochet…
-Además, la historia también lo que hace, en cierta forma, es simplificar y claramente el juicio va a ser negativo hacia Pinochet. Ahí hay una derrota cultural de la derecha que quizás no ha asumido…
– Hay una derrota, sí. Pero creo que ésta probablemente es la última elección en la que pese tanto este factor, porque además va a haber una generación de recambio en la derecha. Tiene que haber. Hay mucha gente joven como Juan Carlos Jobet, Ignacio Briones, Hernán Larraín, Luciano Cruz-Coke, gente de primera que tiene que tomarse la derecha.
-¿Y reemplazar a Carlos Larraín?
-Yo quiero mucho a Carlos Larraín. Es una persona absolutamente macanuda, pero yo me imagino que ya debe estar cansado de ser presidente de Renovación Nacional y es tiempo que haya un recambio en la dirigencia de los partidos. Tiene que entrar la “sub 50” por lo menos, si no la “sub 40”.
-¿Cree que es RN la mejor plataforma para esta nueva derecha “piñerista”, considerando todos los problemas que han tenido al interior del partido?
– Probablemente, para mi gusto, es la mejor plataforma. No creo que haya sido mala idea formar Evópoli como una alternativa por mientras. Pero yo soy un poquito escéptico de que sea necesario estar creando nuevos movimientos todo el tiempo. O sea, uno ve países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, donde hay dos grandes partidos que siempre están ahí y hay luchas internas de poder. Lo que pasa en Estados Unidos es interesante: los partidos, cuando están en oposición, muchas veces se radicalizan y finalmente esa radicalización es ferozmente castigada por el electorado.
-Para esta elección, ¿cuánto pesan los partidos políticos? ¿Tienen alguna importancia?
-Por supuesto, porque está en juego el Congreso…
-Pero vemos que hay candidatos como Parisi que, según las encuestas, lograría más del 10% de los votos y no tiene ningún partido que lo respalde…
-Bueno, creo que hay una crisis de los partidos políticos y eso es grave, porque la democracia representativa no funciona sin partidos políticos. Si no los tienes, hay una especie de vacío institucional permanente como ocurre en Perú, por ejemplo, donde no hay partidos políticos. Hasta ahora, los peruanos han tenido mucha suerte: no ha salido un Parisi… bueno, salió un Fujimori en su momento, que a mí me pareció una figura nefasta…
-¿Qué le parece el fenómeno Parisi?
-Creo que en un Chile donde la política y los partidos están en crisis, es natural que surja un fenómeno como Parisi y lo encuentro…
-¿Sano?
-No lo encuentro nada de sano, al contrario, es peligroso. Es una demostración de que la política seria en Chile está desprestigiada. Parisi dice cualquier cosa. Lo escuché en la Enade y la verdad es que a veces pensaba en Mussolini, a veces en Chávez. Se hace el chistoso –algo muy de Chávez– y tiene una labia extraordinaria. Es un tipo obviamente de mucho talento, pero dice cualquier cosa. Además, es notable su yoísmo. Dice frases como “Yo voy a poner a las mujeres como directoras de las empresas” o “Yo necesito más emprendedores”…Es todo “yo, yo, yo”… un “yo” que pretende hacer micro gestión, metiéndose en los directorios de la empresas. Es un yoísmo cosista muy típico del populismo…
-¿Cree que pueda llegar a igualar o a superar a Matthei en votación?
-No tengo idea. Espero que no y si pasa a segunda vuelta, yo voto por Bachelet. Eso lo tengo clarísimo. No vayan a creer que los votos de Matthei son para él.
-El discurso de Parisi, en cierta forma, apela al mundo de derecha. Gran parte de la gente que está votando por Parisi habría quizás votado por Matthei…
-Así dicen. Creo que hay mucha gente que está “choreada” con el espectáculo que ha dado la derecha este año, y eso es natural, ha dado un espectáculo, dejémonos de cuentos… Pero el discurso de Parisi no es un discurso tan de derecha, es más bien rupturista y populista. Dice frases como “Chile es muy rico…”, “Estamos forrados…”, como si por tanto todo fuera de solución fácil.
-En este último mes de campaña, ¿en qué debiera enfocarse Matthei? ¿En fomentar su estilo duro y no en tratar de ser más simpática?
-No creo que haya tratado de hacerse la simpática. Yo creo que lo que ha hecho en una circunstancia súper difícil es genial, ha mostrado una tremenda dignidad. Habla con una seriedad ejemplar. Aunque pierda y lo haga por mucho, pienso que Chile se va a quedar con esa imagen. Como esta tan poco cool ser de derecha hoy en día, puede haber un voto vergonzante de Matthei que no se manifiesta.
Pensando en el 2017
Gallagher está cada día más convencido de que Michelle Bachelet será nuevamente Presidenta de Chile. Pero cree que esta vez, será un gobierno “muy difícil” por una simple razón: “La gente va a estar bastante decepcionada, más que nada por la inmensa popularidad de la candidata. Cuando tienes ese grado de popularidad, eres inmensamente vulnerable, en cualquier parte del mundo”, piensa el analista.
-¿Por qué piensa que será difícil para Bachelet volver a gobernar?
-Justamente, si eres tan popular cuando empiezas a hacer cosas reales te comparan con la imagen que hay de ti; no hay realidad que aguante ese grado de popularidad. Pensé que en la campaña se iba a desinflar la burbuja, y estaba equivocado. Pero cuando estás gobernando tienes que tomar decisiones y no hay decisión que pueda tomar un gobierno que no sea impopular para alguien.
-¿Qué caso en la historia le recuerda el fenómeno Bachelet, en cuanto a tener alta popularidad y luego enfrentar la realidad?
-Buena pregunta. Se me ocurre un caso en que no hubo baja de popularidad, que fue el de Ronald Reagan quien se volvió incluso más popular siendo Presidente y eso que tomó medidas controvertidas, como romper monopolios. Volviendo a Bachelet, en su anterior gobierno no tomó medidas difíciles. Este método de gobernar que tiene ella, de armar comisiones, es muy inteligente y apto para nuestro país.
-¿Por qué?
-Porque todo el mundo está incluido y se produce un ambiente de transversalidad. Además, ella evita tener que tomar la decisión dura. Si la comisión recomienda hacer algo duro, ella está siguiendo a una comisión de expertos, por lo que protege su imagen. Cuando era Presidenta, logró ser casi como una observadora de su propio gobierno. Bachelet se posicionó como un monarca, como la Reina Isabel. Si las cosas iban mal, se dejaba ver como que el gobierno tenía la culpa y no ella. Si hubiera un cambio constitucional, sería imposible que Bachelet no se reeligiera. No sé qué tan traspasable es la popularidad que ella tiene. Por eso, creo que en cuatro años más la derecha tiene una buena oportunidad.
-¿Piñera 2017?
-Honestamente, prefiero que haya un recambio. Ésa es la verdad. A mí no me gusta mucho esto de que el presidente pueda volver después de cuatro años. Casi que preferiría que se pueda suceder a sí mismo, prefiero un 4+4, porque un ex presidente, independiente del partido que sea, cohíbe el surgimiento de nuevos liderazgos. De hecho, Bachelet lo hizo en la Concertación. Ella dice que volvió porque no surgieron nuevos líderes, pero ello no ocurrió porque todos sabían que iba a volver. Entonces, ¿quién se iba a animar? El único que realmente lo hizo fue Andrés Velasco y lo encuentro heroico, se posicionó muy bien para el futuro.
-¿Cómo se imagina la contienda presidencial 2017? ¿Piñera versus Velasco?
-Tengo la impresión que va a haber muchos cambios en la política chilena en los próximos años. Creo que desde ya la clase política no tiene por dónde seguir defendiendo al sistema binominal.
-Pero la UDI sigue empecinada…
-Se sigue empecinando, pero yo creo que va a haber mayoría para cambiarlo. Es claro que es la UDI la que se ve súper favorecida por el sistema binominal, pero también se han beneficiado muchos diputados y senadores de la Concertación. En el fondo de su corazón, nadie en la clase política lo quiere cambiar, pero no hay ningún asidero para no hacerlo. Una vez que se haga el cambio, habrá que ver qué sistema lo va a reemplazar, porque de eso se ha hablado bien poco. Lo más probable es que habrá un sistema en que no sea tan necesario estar en dos bloques como ahora y puede haber entonces mucha más fluidez en la política chilena. Ahí se puede reordenar mucho el naipe. El día en que la derecha pueda deshacerse de sus fantasmas, va a haber mucha más afinidad entre la derecha y la DC. Por otro lado la DC probablemente va a ser masacrada por la Nueva Mayoría en las elecciones que vienen… A la DC la discriminan cada vez más sus socios.
-¿Está en la UTI?
-Creo que sí, pero tiene un electorado sustantivo. Puede haber un reordenamiento y vamos a ver cada vez más a un Andrés Velasco en todo esto. Qué duda cabe. Y la izquierda-izquierda va a querer tener un candidato, porque no veo que se identifique con Andrés Velasco.
-¿Alguien del movimiento estudiantil, quizás?
-Puede ser. O la Bárbara Figueroa, a lo mejor.
-¿Le parecen interesantes estos personajes?
-La Bárbara Figueroa me parece notable.
-¿En qué sentido?
-Tiene una labia increíble, tremendamente articulada. Es simpática y coqueta. Un fenómeno político.
-¿Qué le parecen Giorgio Jackson o Camila Vallejo?
-Son personas muy interesantes y desde ya tremendamente articulados. Si en algún momento logran adquirir la virtud de escuchar y no sólo hablar, se convertirán en figuras muy potentes. Mientras tanto, muchas de las cosas que dicen son disparates. A mí me impresionó cuando, en un programa de Tolerancia Cero, Camila Vallejo dijo que de cuatro dólares que pagaban los trabajadores a las AFP, uno se iba a pagar pensiones y los otros tres se iban para los dueños de las AFP y para especular.
-¿Y eso es falso?
-La gran parte de lo que entra a la AFP se invierte para las pensiones futuras.
-¿Cree que se quedan en discursos y no se sostienen con la verdad?
-Hay una cosa que a mí me parece rara, que no la entiendo bien, que es que se supone que hay un ambiente de descontento en el país, pero si tú le preguntas a la gente si está descontenta con su propia vida, no lo está. Por ejemplo, la encuesta Bicentenario, que le pregunta a la gente lo que piensa de la banca. La mayoría responde que son sinvergüenzas. Pero si les preguntan sobre el banco donde tienen su cuenta, les encanta. Lo mismo pasa con los diputados. ¿Por qué esta esquizofrenia? En alguna parte la gente está oyendo que tiene que decir que todo está mal. Y si no dices que todo está mal, de alguna parte te hacen bullying o quedas fuera.
-¿Cree que el tema del descontento es popular?
-Claro. Yo no veo matinales, ¿vendrá de ahí? La gente anda “choreada” y se ha vuelto súper contestataria. Eso me parece genial. Este país era muy sumiso e indiferente.
“La deuda de Piñera es la definición energética”
Si hay un tema que reviste especial importancia para Gallagher es el medioambiental. “Tenemos que definir dónde vamos a desarrollar proyectos energéticos y dónde no y llegar a un gran acuerdo nacional que abarque los trade off porque no puedes tenerlo todo”, explica. Y agrega que si uno escucha a los dirigentes estudiantiles, “pareciera que para ellos es posible vivir en una especie de paraíso arcaico anterior a la industria, al consumo”. “Hay que decidir si queremos un mundo donde todos los bosques quedan prístinos y estamos dispuestos a apagar la luz o de hacer una cantidad determinada de sacrificios si queremos ir a los malls”.
Para Gallagher, la única falta del gobierno de Piñera ha sido el tema energético. “Paralizar el proyecto de Barrancones fue fatal. No es que yo crea que había que tener una central térmica en Barrancones, pero la manera en que lo hizo fue fatal. Aleonó a la calle y a la Corte Suprema e hizo cada vez más difícil aprobar otras centrales. Ese salto de la institucionalidad fue muy malo”, sentencia.