Diario Financiero, 26/11/2008
Opinión

De Lehman a Citigroup: otra falla del Estado

Salvador Valdés Prieto.

En una entrevista en Diario Financiero, Hans Paul Bukner (BCG) apoyó la congelación de depósitos en Lehman, aduciendo que “una crisis sin la limpieza, sin que desaparezcan algunos actores, no va a ayudar al mercado, sólo prolonga el dolor…”. Otros critican que AIG obtenga más de US$ 120 billones en créditos del Estado, y que al mismo tiempo el Tesoro niegue un crédito puente de US$ 25 billones a las tres grandes empresas automotrices, que dan 2 millones de empleos. En Wall Street creen que las empresas financieras deberían estar sujetas a las mismas reglas de resolución de insolvencias que las demás empresas.

La experiencia de las corridas bancarias del siglo XIX y la teoría económica muestran lo contrario: quienes ofrecen pasivos líquidos a terceros deberían estar sujetas a reglas especiales de resolución de insolvencias: para evitar efectos negativos sobre terceros que dañarían la cadena de pagos, los pasivos líquidos deberían ser garantizados por el Estado. Un ejemplo: alguien debe pagar cierta suma por contrato en tres meses. Toma un depósito líquido que no le exija asumir el enorme costo fijo de evaluar la solvencia global del emisor de dichos pasivos. Si cayera en insolvencia, la aplicación de una quiebra común congelaría dichos depósitos por 5, 7 o más años. Esa congelación impediría pagar la suma contratada. En cambio, en Chrysler no hay externalidad: casi todos sus acreedores son proveedores de años, poseen información sobre su solvencia y el Chapter 11 de EE.UU. funciona rápido en las empresas no financieras, comparado con la duración de las acreencias y la velocidad de sus operaciones.

Lo anterior no impide respetar el principio de que los accionistas asumen todas las pérdidas hasta que el garantizador obtenga todo el patrimonio, y de despedir al directorio y los ejecutivos. El garantizador elige nuevos ejecutivos, reprivatiza las actividades viables y cierra las demás. La garantía a los depósitos tampoco puede ser gratis, so pena de incentivar a los accionistas bancarios a tomar riesgos excesivos en las épocas buenas. Para evitarlo, el Estado debería aplicar una dura exigencia de capital mínimo en las épocas buenas, junto con frenos al arbitraje regulatorio, internacional y doméstico (banca en la sombra). Por esto, la banca tampoco debería ser como las demás industrias en materia de desregulación: ésta debe ser rechazada, excepto cuando pruebe que no facilitará evadir el capital mínimo.

Muchos en Wall Street no comprenden esto y exigieron a Henry Paulson aplicar una quiebra común a Lehman. Pero ese congelamiento de depósitos asustó a los demás bancos, que cortaron sus demás créditos. El pánico que eso creó en empresas y hogares las indujo a bajar su gasto y provocar una recesión mundial. Ahora, Henry Paulson comete otro error con Citigroup: en vez de garantizar sus depósitos, garantizó sus activos (beneficiando a los accionistas antiguos), sin despedir a los ejecutivos ni al directorio. ¿Enmendará el Tesoro sus errores, cuando Geithner tome el mando el 20 de enero?