El Mercurio, 8 de diciembre de 2017
Opinión

Domingo 17

David Gallagher.

¡Leyes que alteran nuestro futuro, usadas como armas electorales a pocos días de la elección! Eso es jugar con Chile, con el puro afán de aferrarse al poder.

¿La elección más importante desde el retorno de la democracia? Creo que sí. Aquí van cinco razones.

La primera: las enormes diferencias en preparación para gobernar el país. Desde ya, la tiene Piñera por su gobierno anterior. Cierto que Guillier puede girar de la experiencia del gobierno actual, pero no es tan buena, dado lo improvisada que ha sido. Por otro lado, es cuestión de ver los equipos de los que dispone cada comando. El de Goic era bueno, pero en el de Guillier prima la ideología. No hay un verdadero equipo económico. Aun así, uno de sus más destacados intelectuales ha expresado el temor -me temo que infundado- de que persistan «criterios tecnocráticos» en el comando. Felizmente en el de Piñera, esos criterios abundan.

La segunda: la economía. Piñera ha comprobado que puede lograr un crecimiento alto, sin el cual «lo demás es música», como dijo Lagos. ¡Y cómo necesitamos ese crecimiento! En 2016 crecimos a solo el 1,6 por ciento, y este 2017 esperamos crecer a un magro 1,4 por ciento. En estos dos años los promedios de la OCDE han sido del 3,1 y del 3,7 por ciento. Más que el doble. ¡Y dicen que estamos estancados debido a un ciclo negativo internacional! ¿Qué promete Guillier en esta materia entonces? Difícil saber. Hay ciertas ideas fuerza. La más repetida: cambiar la matriz productiva. No seguir exportando tanta materia prima. Agregarle más valor al cobre y al litio. Por ejemplo, ¡fabricar autos y buses eléctricos! No nos han explicado cómo se lograría eso, pero sabemos que Guillier se entusiasmó cuando fue a China en el verano. Encontró que los chinos hacían inversiones «inclusivas». ¿Será que los chinos van a «incluir» la fabricación de autos eléctricos en sus inversiones chilenas?

La tercera: gobernabilidad. Chile Vamos tiene el 47 por ciento de los diputados, mientras que la Nueva Mayoría, incluida la DC, tiene solo el 36 por ciento. Un gobierno de Piñera debería poder convocar a suficientes parlamentarios para pasar leyes claves. Desde luego las tendría que negociar, pero eso en sí es bueno, para que se acabe la era de la aplanadora. En cambio, Guillier no podría hacer nada sin el Frente Amplio. Lo que representa una amenaza para la estabilidad del país porque el Frente Amplio exigiría-como piso- una Asamblea Constituyente y el fin de las AFP. En cuanto a que todo Chile va a estar en la calle si gobierna Piñera, eso es un vergonzoso chantaje. Movilizaciones habrá, pero si son enfrentadas con serenidad, la ciudadanía las va a repudiar.

La cuarta: la unidad de los chilenos. Piñera busca gobernar para todos nosotros. Quiere unirnos, reconciliarnos, mediar entre nuestros diversos intereses; no solo gobernar para grupos de interés como la Confech. En cambio, Guillier con su continuismo parece querer seguir con la retroexcavadora, además de incitarnos a una lucha de clases. Como cuando dijo «les meteremos la mano en el bolsillo a quienes concentran el ingreso». Una frase «poco graciosa», admitió él. Como si hubiera querido inspirar a los lanzas.

La quinta: alternancia en el poder. Es vital en toda democracia que ningún grupo tenga hegemonías inamovibles. ¿Qué mejor prueba de eso que la que da el mismo gobierno estos días, con su grosera intervención electoral? Ellos, quienes crearon un nuevo sistema electoral para legitimar un Congreso supuestamente deslegitimado por el binominal, ahora presentan leyes nada menos que al Congreso ilegítimo saliente, aprovechando desafueros coyunturales, y haciendo caso omiso de la paliza que recibió la Nueva Mayoría en las parlamentarias. ¡Leyes que alteran nuestro futuro, usadas como armas electorales a pocos días de la elección! Eso es jugar con Chile, con el puro afán de aferrarse al poder.