La Tercera, 18 de noviembre de 2018
Opinión

El arte de negociar

Sylvia Eyzaguirre T..

Resulta evidente que los liderazgos de la oposición surgirán de los jugadores dentro de la cancha y no de quienes están en la banca.

La política es el arte de negociar. Tremenda novedad dirán ustedes, pero curiosamente, esta verdad tan sencilla parecía olvidada. El Frente Amplio, preocupado de su pureza, parecía ignorar de qué va el quehacer político. Ello, por cierto, le daba una gran ventaja a la ex Nueva Mayoría, expandiendo los grados de libertad para llegar o no a acuerdos con el gobierno. Tempranamente, el Partido Socialista (PS) tomó la decisión de negarle el pan y el agua al gobierno, mostrando así cero interés por ocupar el espacio político que permite articular a la oposición y negociar con el gobierno; espacio, dicho sea de paso, del cual podría surgir un nuevo liderazgo. Esta renuncia del PS a liderar acuerdos y marcar pauta probablemente se deba a la amenaza que implica para la izquierda convencional el Frente Amplio (FA). Por lo mismo, no deja de ser curioso que el PS, frente a la amenaza del FA, haya optado por marginarse del poder pasando a ser políticamente irrelevante. Por el contrario, la Democracia Cristiana (DC) y el Partido Radical (PR) mostraron en un comienzo interés por apropiarse de ese lugar, que les permite ser un factor determinante en la agenda política nacional.

Sin embargo, la falta de apoyo de la bancada de senadores de la DC mostró al poco andar que dicho lugar seguía vacante. Probablemente, ello también explica el hecho de que el Partido Radical finalmente haya optado por incorporarse al bloque Convergencia Progresista.

Pero esta semana se registraron movimientos telúricos importantes, que podrían reconfigurar las placas tectónicas de la política. El Frente Amplio, especialmente Revolución Democrática, parece que está entendiendo que la negociación es inherente al quehacer político y ello implica por definición ceder algunas cosas a cambio de otras. El acuerdo alcanzado en la Comisión de Hacienda, en el cual Jackson jugó un rol clave, puede ser un indicio de un cambio en la percepción del rol de articulador, que hasta ahora había sido despreciado por el FA. Si este incipiente cambio de actitud permanece en el tiempo y el Frente Amplio buscara conquistar ese lugar político que le permite negociar con el gobierno y marcar la agenda pública, entonces dejaría en aprietos a la ex Nueva Mayoría.

Se habría concretado el temor del Partido Socialista, a saber, quedar absolutamente desplazados. Pues mientras los jóvenes frenteamplistas ingresaran a la cancha a jugar el partido, el PS estaría mirando desconcertado desde la banca.

Al mismo tiempo que el diputado Jackson se asoma como un líder capaz de alcanzar acuerdos, la bancada de senadores DC por fin dio un giro y ha decidido entrar a jugar a la cancha.

Sin duda, la DC tiene ventajas para jugar este partido, pues dentro de los partidos de oposición es el menos lejano al gobierno.

Esta cercanía puede producir resquemores entre los otros partidos de la oposición, pero si la DC juega bien el partido puede convertir este resquemor en ventaja y lograr posicionarse como un actor clave de la oposición.

El gobierno lleva nueve meses en la cancha jugando sin opositor.

Recién ahora estamos viendo una DC interesada en participar del partido y un Frente Amplio con más ganas de entrar.

Resulta evidente que los liderazgos de la oposición surgirán de los jugadores dentro de la cancha y no de quienes están en la banca. También es verdad que dentro de la cancha se notan más los errores y la falta de coordinación. Pero es curioso que jugadores que entrenan en equipos profesionales no quieran entrar a jugar el partido. El ingreso de dos equipos tan disímiles al campo de juego obligará a los otros partidos a entrar, pues los goles en política, al igual que en el fútbol, se meten dentro de la cancha. Estas son buenas noticias para el país, pues no hay peor partido que el que no se quiere jugar.