El Mercurio, lunes 11 de febrero de 2008.
Opinión

El problema del puercoespín

Lucas Sierra I..

Siete siglos antes de Cristo, Arquíloco, un poeta en Grecia, escribió esta enigmática idea: «El zorro sabe muchas cosas, el puercoespín sólo una, grande». Isaiah Berlin la usó para distinguir entre dos formas de pensar, entre dos caracteres humanos. Lo hizo a propósito de la literatura: hay escritores zorro y otros puercoespín.

Los primeros tienden a considerar las distintas cosas del mundo y a convivir con la pluralidad. Los segundos, en cambio, tienden a sintetizar la pluralidad en una gran noción o principio. No sólo se aplica a escritores: hay personas zorro y puercoespín, religiones y, como veremos luego en Chile, instituciones.

Este año se inicia la reforma de la institucionalidad ambiental. Se quiere crear un Ministerio del Medio Ambiente. La institucionalidad vigente es de 1994 y está construida en torno a la Conama, una unidad de coordinación entre los varios ministerios que tienen competencias ambientales: Salud, Economía, Obras Públicas, Vivienda, Agricultura, Minería, entre otros. La Conama es la opción frente a un Ministerio del Medio Ambiente, alternativa que se desechó expresamente.

La institucionalidad que representa la Conama ha funcionado, en términos generales, bien. Así lo reconoce la mayoría de las evaluaciones nacionales y extranjeras. Hay, claro, muchas cuestiones que mejorar todavía, pero su desempeño no ha sido, en lo grueso, malo. Esto no debería sorprender, pues el modelo de coordinación entre ministerios que exhibe la Conama tiene mucho de zorro.

Regular el medio ambiente supone la compleja tarea de sopesar intereses distintos, usualmente en conflicto. Por ejemplo, la instalación de una fábrica impacta un río que pasa por una ciudad, pero ésta verá sus ingresos aumentados por la fábrica. ¿Qué hacer?

Esta continua tarea de sopesar intereses distintos y tensados exige una institucionalidad que sea zorra. La Conama puede serlo, porque es capaz de considerar esos intereses a través de los distintos ministerios que coordina y que los tienen dentro de su competencia.

Para un Ministerio del Medio Ambiente, en cambio, la tarea es más difícil. Los ministerios suelen tener ámbitos de competencia en que sólo un interés es dominante. Así, respecto de su propia competencia, cada ministerio es un puercoespín.

Sobre quienes impulsen esta reforma caerá una responsabilidad doble: convencernos de la necesidad de reemplazar una institucionalidad que no ha funcionado mal y puede mejorarse, y, luego, convencernos de que el puercoespín con que se quiere reemplazarla es, en el fondo, un zorro.