La Segunda
Opinión

El rol de los entrevistadores

Juan Luis Ossa S..

El rol de los entrevistadores

De las muchas víctimas que ha cobrado la guerra de guerrillas en la que se ha convertido la política sobresale el rol cada vez menos relevante -por no decir prescindible- de los entrevistadores.

No todo tiempo pasado fue mejor, por supuesto. Sin embargo, en el ámbito de las entrevistas y el rol de quienes las conducen se nota una evidente degradación. Lo hemos visto desde el estallido de octubre, y ahora lo apreciamos (salvo contadas excepciones) en la crisis sanitaria.

Uno de los efectos más nocivos de las redes sociales es que no dejan espacio al debate racional y profundo, como si todo tuviera que ser zanjado a través de una cuña rápida y ojalá lo más polémica posible. Cada vez cuenta menos la reflexión detenida, pensada y de largo aliento. Los entrevistadores no están mayormente interesados en los entrevistados ni en lo que puedan o tengan que decir. Más importante es la frase que, una vez terminado el encuentro, subirán a Twitter para remarcar cualquier error que sus invitados hayan cometido contra las reglas totalitarias de la corrección política.

No se requiere ser un gran intelectual ni un articulador de argumentos refinados para salvar este problema. Ahora bien, si ambas cualidades se dan en un entrevistador, entonces tanto mejor. Se me vienen dos ejemplos a la cabeza: en los años ochenta y noventa, la periodista Raquel Correa habló con lo más granado de la política chilena, transformándose ella misma en un personaje de la transición democrática. Haciendo gala de su lado incisivo, directo y arrojado, Correa sabía no obstante que el papel principal debía recaer en aquellos que se sometían a su cuestionario.

El otro es algo más contemporáneo. Cristián Warnken se hizo conocido hace unos veinticinco años, cuando “La belleza de pensar” logró entretener a una audiencia amplia e interdisciplinaria. Recuerdo el capítulo dedicado a la obra del historiador Simon Collier, que se transformaría en una de las últimas apariciones públicas del destacado pensador inglés. Desde entonces, y esto es lo más interesante, Warnken se ha mantenido vigente, una cualidad sin duda debida a su sincero interés por sacar lo mejor del otro. No es -no puede serlo- experto en cada una de las materias que resumen sus conversaciones. Pero su apertura y sed de aprendizaje lo hacen un ave rara en el mundo de las comunicaciones.

A pesar de sus diferencias disciplinarias, en los casos anotados se aprecia la misma idea: sin ser meros observadores, son conscientes de que su rol no es ser protagonistas de la noticia, sino vehículos informativos entre el entrevistado y el oyente. Bien haríamos todos quienes nos dedicamos a este tipo de cuestiones si siguiéramos este (aparentemente) sencillo consejo.