Políticas públicas como la PGU han ayudado a una gran cantidad de adultos mayores, pero debemos hacernos cargo de otras aristas, como la proyección en el aumento sustancial que tendremos de la demanda de cuidados y la atención especializada en salud, todo con una precaria red de apoyo familiar.
¿Estamos preparados para enfrentar los desafíos que nos impone ser un país envejecido? Hace poco conocimos las nuevas cifras de las estadísticas vitales del 2022 y las provisionales de 2023, las que, en conjunto con la primera entrega de información del Censo 2024, confirman una realidad que ya está instalada: Chile es un país que cada año tiene menos niños y, por ello, estamos envejeciendo aceleradamente. El índice de envejecimiento promedio es de 79, es decir, por cada 100 menores de 15 años existen 79 adultos de 65 y más años, relación que se agudiza en las regiones de Valparaíso (98,6) y Ñuble (97,6).
El Censo también nos reveló que un 11,6% de los hogares está conformado solo por personas mayores de 65 años y más, cifra que en 1992 era solo 4,3%. La Región de Valparaíso tiene la mayor cantidad de hogares de adultos mayores, un 14,5% (101.709 personas), y muchos de ellos viven solos.
Por otra parte, según Casen 2022, un 27% de las personas de 60 años y más, tienen discapacidad, 7 puntos porcentuales más que en 2017. Este problema solo crecerá en el futuro y generará una alta demanda de servicios de cuidados, apoyo y acompañamiento. Ello, según estimaciones de la CEPAL, requerirá de 3,5 unidades de cuidado por persona cuidadora y de 7 unidades si este cuidado sigue recayendo principalmente en las mujeres.
Desde el punto de vista de la opinión pública, un estudio del 2023 del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), muestra que un 81,5% de los encuestados dice que el país está poco o nada preparado para enfrentar el envejecimiento poblacional, así como que tenemos un déficit de políticas y programas para los adultos mayores.
Más aún, un 47,7% de los encuestados indica que el apoyo familiar con el que podrían contar las personas mayores en el futuro es cada vez menor, lo que se condice con que cada vez las familias son más pequeñas. Según los datos del Censo 2024, un promedio de 2,8 personas conforma un hogar, 0,8 personas menos que hace 22 años atrás, y los hogares unipersonales han crecido 13,5 puntos porcentuales entre 1992 (8,3%) y 2024 (21,8).
Más allá de la percepción de la población y que el Servicio Nacional del Adulto Mayor tiene a cargo los programas específicos para las personas adultas mayores, es claro que se requieren esfuerzos adicionales y urgentes. Estos deben venir tanto del sector público como privado para enfrentar los desafíos de quienes serán, al menos, un 30% de la población en 2030.
Políticas públicas como la PGU han ayudado a una gran cantidad de adultos mayores, pero debemos hacernos cargo de otras aristas, como la proyección en el aumento sustancial que tendremos de la demanda de cuidados y la atención especializada en salud, todo con una precaria red de apoyo familiar. El Sistema Nacional de Cuidados parece un buen primer paso, pero si esto no se acompaña de cambios culturales en educación, vivienda, salud o mercado laboral, el futuro para los adultos mayores no se ve muy auspicioso.