El Mercurio, 4 de agosto de 2012
Opinión

Franja

Lucas Sierra I..

El próximo estreno de la película «No» promete continuar y extender las reflexiones que estos días han circulado en torno al plebiscito de 1988. Es una película interesante, que mezcla el registro histórico con una cierta tensión dramática. La última escena es muy inquietante. De alguna manera, refleja la frase que pocos años después inmortalizara el ex Presidente Patricio Aylwin: «En la medida de lo posible».

La película recrea el diseño y producción de las franjas televisivas. Se centra en la mítica franja del No y, por contraste, en la del Sí, un mamarracho que quedó huérfano desde el minuto en que nació. Hasta el día de hoy nadie reclama su paternidad. Al contrario, todos rehúyen de ella, como de un hijo que sólo da vergüenza.

¿Cuánto influyó la franja en el resultado del plebiscito? Hay un cierto consenso entre quienes la vivimos en el sentido de que tuvo que ver, y harto. Seguramente no fue el único factor, pero sí fue uno muy importante. Una encuesta CEP-Adimark preguntó en la época sobre ella. La evaluación de los encuestados fue inmensamente favorable a la del No. Por ejemplo, a la pregunta por cuál de las dos era «más entretenida», 16% contestó la del Sí, frente a un 62% por la del No, ¿»más motivadora»? 21% el Sí y 58% el No, ¿»más optimista»?, 24% el Sí y 55% el No, ¿»más creíble»? 24% el Sí y 52% el No, y una especialmente interesante: ¿Cuál «transmite una mejor capacidad para gobernar el país»? 29% el Sí y 43% el No. (NdeE: Ver «¿Por qué ganó el ‘No’?»)

Esa encuesta es de septiembre de 1988. CEP- Adimark habían hecho otra un par de meses antes, en junio de 1988. Entre una y otra hubo un cambio de opinión significativo. Ambas preguntaron a los encuestados si sería el Gobierno o la oposición el que manejaría mejor ciertas tareas, como, por ejemplo, mantener el orden público, controlar el terrorismo, crecimiento económico, disminución de la inflación, mejora de la educación, entre otras.

En la encuesta de junio de 1988 las respuestas favorecieron al Gobierno. En la de septiembre, la diferencia entre Gobierno y oposición se redujo e, incluso, respecto de algunas tareas, como crecimiento económico y mejora de la educación, la relación se invirtió, pasando a la delantera la oposición. ¿Qué explicó ese cambio en un período tan corto de tiempo?

Dos cosas, probablemente: la nominación del propio dictador para encabezar el Gobierno en caso de ganar el Sí y la franja televisiva. Esta última puede haber sido más determinante, pues el hecho de que iba a ser Augusto Pinochet el candidato era previsible y ya estaba medio incorporado. A eso, sin ir más lejos, había apuntado unos meses antes el dedo del ex Presidente Ricardo Lagos, acusando la ambición inédita en la historia de Chile de quedarse una persona 25 años en el poder.

Como se lee estos días a propósito de la película «No», la de 1988 fue una franja en tiempos «épicos». Quienes los vivimos como adultos, en uno u otro bando, podremos dar fe. Eso era: un bando y otro. No había dónde perderse: o se estaba aquí o se estaba allá. Una sociedad binaria, cruzada de arriba hacia abajo por una simple distinción: Sí/No.

Desde entonces, las franjas nunca fueron lo mismo. Hay estudios que muestran que ya no es tan vista ni es tan decisiva. Además, plantea algunas dudas : ¿Por qué se le impone sólo a la televisión abierta? Se contesta que porque ésta usa un bien público como es el espectro radioeléctrico. Pero la radio también lo usa y no tiene este gravamen. Al contrario, la radio vende sus espacios para la propaganda política. ¿Y qué pasará con la franja cuando llegue la TV digital? ¿Los canales deberán transmitirla en todas sus señales? ¿Sólo en una? Si es esto último, ¿en cuál?

Con todo, la franja sigue siendo considerada por muchos como una manera de nivelar la cancha para la competencia política. Aunque se vea menos y aunque hoy haya otros canales de expresión propios de una democracia. Y aunque ya no represente la épica que representó para la sociedad del Sí/No. Porque la democracia no es binaria. Por suerte.