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Independientes en cupos de partido: mejor no hablar de ciertas cosas

Ariadna Chuaqui R..

Independientes en cupos de partido: mejor no hablar de ciertas cosas

Debemos entender que no se trata de cuántas fuerzas políticas logran escaños en el Congreso, sino de la capacidad del sistema político para garantizar la gobernabilidad en un contexto donde la escasa legitimidad restante podría deteriorarse aún más con la reforma propuesta.

Con el inicio de un nuevo año nos encontramos ante la apertura de un ciclo electoral y la posibilidad de concretar una reforma al sistema político.

Mucho se ha debatido sobre el contenido de esta, en particular, sobre el establecimiento de un umbral nacional para limitar el acceso de fuerzas políticas al Congreso. Desde la academia han surgido fuertes cuestionamientos a esta medida y a su potencial impacto negativo en la legitimidad del sistema político. Sin embargo, un aspecto menos discutido—y no por ello menos relevante—es la permisibilidad de que candidatos independientes compitan en cupos de partidos, tema omitido en la reforma propuesta.

Las últimas elecciones parlamentarias de 2021 consolidaron una tendencia creciente hacia la inclusión de independientes en listas partidarias y su elección. 36 candidatos independientes con cupo de partido lograron escaños, representando el 24% de los 155 diputados electos (un aumento de 15 puntos porcentuales respecto a 2017) y la mayor cantidad de independientes con cupos de partidos electos desde el retorno a la democracia.

Es curioso que no haya habido críticas sustanciales por parte de los partidos respecto de esta regla electoral, completamente anómala a nivel comparado. Se podría pensar que los partidos preferirían llevar candidatos afiliados que, una vez electos, mantengan alineamientos partidarios en el Congreso.

La razón de fondo parece ser pragmática: los partidos buscan sobrevivir a las elecciones parlamentarias y asegurar escaños. Al incluir candidatos independientes, los partidos proyectan una imagen de apertura y receptividad frente a la creciente desconfianza de la ciudadanía con el sistema partidario y los partidos. De este modo, las tiendas políticas se presentan no solo como vehículos para desarrollar sus agendas programáticas, sino también como entidades pragmáticas capaces de adaptarse a las preferencias del electorado.

Sin embargo, al eludir la afiliación tradicional a los partidos, los candidatos independientes electos operan con una autonomía que les permite actuar fuera de alineamientos partidarios en el Congreso. Esto los convierte en actores impredecibles que debilitan la cohesión de las coaliciones y dificultan la coordinación legislativa, fragmentando el Congreso. Esta fragmentación, a su vez, reduce la capacidad para alcanzar consensos, complica la gobernabilidad y alimenta la percepción de inestabilidad política entre la ciudadanía.

El próximo año será electoralmente agitado, y podría serlo aún más si se aprueba la propuesta de reforma constitucional. Debemos entender que no se trata de cuántas fuerzas políticas logran escaños en el Congreso, sino de la capacidad del sistema político para garantizar la gobernabilidad en un contexto donde la escasa legitimidad restante podría deteriorarse aún más con la reforma propuesta. Ignorar la permisibilidad de que los candidatos independientes compitan con cupo de partido solo empeorará la situación. Sin embargo, para los partidos parece mejor no hablar de ciertas cosas.