ellibero.cl, 27 de noviembre de 2014
Opinión

Interpelación al ministro de Educación: otro juego político más

Sylvia Eyzaguirre T..

Más allá de lo injustificada que pueda haber sido la interpelación al ministro de Educación, ella daba pie para informar a la ciudadanía sobre la evidencia a partir de la cual se toman las decisiones técnicas, las posibles repercusiones, tanto deseadas como indeseadas, de la reforma y las medidas que implementará el Gobierno para minimizar los efectos indeseados. Por cierto, ello sólo es posible en la medida que las preguntas al ministro apunten a los aspectos críticos de la reforma, y el ministro, por su parte, sea capaz de responderlas. Lamentablemente nada de ello ocurrió. La oposición desperdició esta oportunidad para entrar en los detalles de la reforma y así revelar sus graves falencias y sus profundas contradicciones, develando una falta de comprensión de los problemas que encierra la reforma en educación.

¿Cómo, si no, se explica que la diputada no haya preguntado por el nuevo sistema de admisión a los colegios subvencionados por el Estado, que en vez de favorecer la libertad de elección de los padres, la perjudica de forma severa?, o ¿por qué el Gobierno permite proyectos artísticos selectivos, pero prohíbe los proyectos selectivos deportivos y académicos?, ¿por qué el Gobierno destruye los liceos emblemáticos y no toca la educación técnico-profesional, que es una de las principales fuentes de segregación e inequidad en nuestro sistema educativo y donde se forma el 50% más vulnerable de nuestros estudiantes?, ¿qué justifica que el Estado discrimine entre niños de clase media al restringir la subvención preferente a los colegios gratuitos?, ¿por qué se prohíbe el arriendo del inmueble a terceros no relacionados y se pretende permitir entre personas relacionadas sin fines de lucro?, o más absurdo aún, ¿por qué se obliga la compra del inmueble, si esta de todas formas incluye el lucro de la banca por 25 años?, o ¿por qué mientras se anuncia gratuidad universal en seis años en educación superior, no se garantizan los recursos para asegurar en un tiempo moderado gratuidad universal en educación parvularia y escolar?

Ninguno de estos aspectos fue abordado con la rigurosidad y profundidad que ameritan; por el contrario, las preguntas más bien develaban una marcada posición ideológica y una clara intención política, que al fin del día nos dejan con un amargo sabor, al constatar que la oposición, al igual que el Gobierno, está más interesada en sus propios intereses políticos que en la educación de los niños.

El ministro, por su parte, no aprovechó esta oportunidad para entregar mayor información y así despejar las dudas de las familias y los sostenedores. Si el rechazo a la reforma se debe a la supuesta “campaña del terror”, entonces qué mejor que esta oportunidad para informar de forma clara los efectos de la reforma y las medidas que está tomando el Mineduc para minimizarlas. Tras la intervención del ministro quedó al menos una cosa clara: el Ministerio de Educación no cuenta con la información mínima necesaria para diseñar una reforma de esta naturaleza. Es verdad que el ministro no es responsable de no contar con esta información, pero sí es responsable de impulsar una reforma que no cuenta con la información necesaria para ser llevada adelante de forma seria.

Dada la absoluta falta de información, un gobierno que se toma en serio su tarea hubiera invertido su primer año para recopilar toda la información necesaria para llevar adelante estos cambios, y hubiera partido por aquellas áreas donde ya hay un trecho importante recorrido y que son también urgentes, como por ejemplo la superintendencia y un nuevo sistema de aseguramiento de la calidad de la educación superior. La improvisación del Gobierno, las falencias técnicas de los proyectos y las múltiples contradicciones contenidas en estos se deben precisamente a esta prisa y falta de información.

Nuestro país requiere seguir avanzando en educación. Para ello es fundamental que nuestras políticas apunten a lo que sucede al interior de la sala de clases. Sin embargo, no vamos a poder avanzar si no consensuamos antes un nuevo diseño institucional. ¿Será posible que ambos bandos políticos dejen, por un momento, de lado sus rivalidades y se concentren en sacar adelante esta tarea? Lamentablemente, el panorama no se ve auspiciador.