N° 390, 2015
Puntos de Referencia
Derecho
Economía

Evolución positiva en la distribución del ingreso

Harald Beyer.

Baje documento aquíLa Nueva Encuesta Suplementaria de Ingresos del INE muestra una caída significativa en la desigualdad de ingresos entre 2010 y 2013. Ello confirma avances que venían registrándose desde 2001. Esta evolución es positiva y relevante, particularmente en un contexto internacional donde muchos países han experimentado un aumento en la desigualdad.

Entre 2010 y 2013, y de acuerdo con esta encuesta, la razón entre el ingreso autónomo per cápita del decil de hogares de más altos ingresos y aquel del decil de más bajos ingresos se redujo de 22,1 a 18,9 veces y el coeficiente de Gini, de 0,468 a 0,441.

Estos son cambios importantes en un período breve que se explican por un buen desempeño del mercado laboral; particularmente, por los ingresos de la ocupación que aumentaron a una tasa mucho más rápida en los hogares de menores ingresos. Hay que considerar que los niveles de empleo de estos hogares son todavía reducidos y una política que los promueva activamente y, obviamente sea exitosa, podría reducir aún más los niveles de desigualdad.

En el mismo período, el coeficiente Gini para los ingresos que incluyen las transferencias en educación cayó de 0,458 a 0,411; es decir, en una mayor magnitud que aquél de los ingresos autónomos. Ello es consecuencia de que en el período subió en forma importante la inversión en educación y que ésta es razonablemente focalizada.

Estos avances, a pesar de ser significativos, no disipan el cuestionamiento que existe a nuestra desigualdad. Ello es consecuencia de que los niveles son altos cuando se los compara con los que existen en los demás países de la OCDE. Pero estas comparaciones requieren de una clarificación. Es habitual que ellas se hagan con el coeficiente Gini que corrige por impuestos y transferencias monetarias. Estas últimas, sin embargo, son un componente relativamente modesto de la política social chilena.

Esa realidad es consecuencia, por un lado, de un diseño que ha privilegiado las transferencias en «especies» y, por otro, de una comparativamente baja carga de impuestos a las personas que hace difícil financiar una política de transferencias monetarias más generosa. Por supuesto, podría elevarse la carga tributaria a las personas, pero que ella sea más bien baja obedece a que, a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, una parte muy importante de la fuerza de trabajo está excluida del pago de impuestos y a que las tasas marginales iniciales son bastante bajas. Es difícil imaginar la economía política que podría cambiar este estado de cosas.