Manuel Rivas Vicuña, destacado político chileno del primer tercio del siglo xx, describía en los siguientes términos un episodio que le tocó vivir como Jefe de Campaña de la Alianza Liberal en la elección parlamentaria de 1918: «me sorprendió un llamado urgente de San Fernando. El señor Valderrama no podía resistir la campaña del señor Lyon en Colchagua, y pedía otra ubicación […] logramos que el señor Valderrama entregara medio millón de pesos a don Ernesto Barros Jarpa (el del sándwich), suma que éste llevaría en una maleta para dar un golpe de sorpresa contra el señor Ariztía en Llanquihue. Las dificultades aumentaban en Cautín; el candidato radical Suárez se retiraba. La situación no era buena para el señor Valderrama en Llanquihue, y el señor Barros Jarpa volvió con la maleta a Cautín, donde se proclamó al señor Valderrama en víspera de la elección» (Citado por Vial, 1981: 590). Esta historia de la maleta con billetes que viaja entre Colchagua, Llanquihue y Cautín expresa, muy gráficamente, el influjo que puede tener el dinero en los resultados electorales y la política en general. Apenas hace unos pocos días, el maletín con $800.000 dólares ingresados a Argentina por el señor Antonioni vino a recordarnos esta realidad.