El Mercurio, 31/7/2011
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Jari Lavonen: Las pruebas estandarizadas no sirven para medir el aprendizaje de calidad

Jari Lavonen.

Jari Lavonen, jefe del departamento de Educación de la U. de Helsinki, Finlandia, estuvo en Chile explicando cómo capacita a sus profesores en el efectivo y exitoso sistema educativo finés. A Pedagogía sólo entran los mejores y se forman bajo estrictos estándares.

por Pamela Elgueda Tapia

En la Universidad de Helsinki, Finlandia, es más difícil entrar a estudiar Pedagogía que Medicina. «Bueno, entrar a Medicina también es difícil, pero ser profesor es una carrera muy popular allá. A nuestra facultad postulan 1.255 jóvenes y sólo entran 123», dice Jari Lavonen, jefe del departamento de Educación de esa casa de estudios, que figura en el lugar 75 en el Ranking QS de las mejores del mundo y en el 102 en la lista de Times Higher Education.

Lavonen fue el principal expositor del seminario «Formación Inicial Docente» organizado por el Centro de Estudios Públicos. Ahí explicó cómo forma a sus profesores el sistema educativo que destaca por los permanentes altos puntajes que sus alumnos logran en pruebas internacionales, como PISA.

De la conversación con el decano, queda claro que los buenos resultados que hoy obtiene el modelo educativo finés son una mezcla de consensos nacionales, de buenas decisiones tomadas hace cuatro décadas y de la idiosincrasia propia de una sociedad igualitaria.

«Las universidades son todas estatales, pero tenemos mucha autonomía para desarrollar nuestras carreras. Y también somos los responsables de monitorear la calidad de nuestros egresados de Pedagogía y de la educación que dan».

-Para asegurarse de que todas las universidades formen profesores de calidad, ¿el Estado pone muchos requisitos o fija estándares?
«Muy pocos. El Ministerio de Educación decide el número de estudiantes que cada universidad podrá recibir cada año para que estudien Pedagogía. Además, el Estado se ha asegurado de que la formación de profesores sea descentralizada y que haya universidades a lo largo de toda Finlandia que formen docentes».

-¿Y cómo miden las universidades la calidad de sus egresados?
-Con la permanente retroalimentación de nuestros alumnos, de sus estudiantes y de las autoridades locales, porque allá los municipios tienen la administración de los colegios. Nosotros hacemos un seguimiento del trabajo de nuestros egresados y les preguntamos en qué sienten ellos que están bien formados y en qué no. Y eso nos sirve para mejorar».

-Y con las autoridades locales, ¿cómo se relacionan?
-Existe un grupo de representantes de la comunidad que lo forman personeros de las municipalidades, miembros de los sindicatos de profesores y un representante de la Oficina Nacional de Educación. Este grupo se junta seis veces al año y nos entrega mucha información acerca de cómo se desempeñan nuestros egresados. Por ejemplo, nos pidieron que diéramos más importancia a la formación en tecnologías y reforzar las competencias para que se desempeñen en educación inclusiva».

-¿No hacen pruebas estandarizadas para saber cuánto aprenden los escolares?
«No. Las evaluaciones externas no promueven la autoeficacia en los alumnos. Sí provocan que los profesores preparen a sus alumnos sólo para tener altos puntajes en esas pruebas y no para la vida real. Las pruebas estandarizadas no sirven para medir el aprendizaje de calidad, son una forma muy mecánica de hacerlo. Y no son buenas para aprender tampoco.

-¿Cómo miden cuánto aprenden los niños?
«El responsable de evaluar el aprendizaje de sus alumnos es el profesor. Y, por eso, uno de nuestros desafíos es hacer cada vez más versátiles las evaluaciones con las que ellos pueden contar, con métodos más variados».

-¿Qué características tienen sus programas de pregrado?
«En Finlandia tenemos dos tipos de profesores: de básica, que es hasta sexto grado, y de secundaria, que va desde 7° grado. Ellos se forman no sólo para ser profesores de aula, sino que también deben ser capaces de hacer investigación, de estudiar cómo aprenden sus alumnos. Además, deben desarrollar sus propios currículos de enseñanza. Y hacen práctica desde el primer año, porque es la única forma de que logren integrar la teoría con su experiencia en el aula».

-En sus prácticas, ¿los estudiantes tienen ayuda?
«Sí. Allá hay escuelas de mentores, muy interesados en la educación, que hacen seguimiento de la práctica de los estudiantes, y tutores que los acompañan con sus materias, porque cada alumno tiene su plan de estudio personal y los mentores los apoyan en eso.

-Acá se habla mucho de que en Finlandia los mejores estudiantes son los que entran a Pedagogía.
Sí, así es. En nuestra escuela, un mes antes de la prueba, les entregamos un libro que deben leer y sobre el que se trata ese examen. Con esos resultados y las notas que traen del colegio seleccionamos a 350 postulantes que pasan por una serie de entrevistas.

-¿Qué miden ahí?
«Vemos su motivación y cuán aptos son para ser profesores. Nos interesa que tengan experiencia en el trato con niños y saber cómo se desempeñaron en esos casos. Si dicen que nunca han trabajado con niños es un signo de que no están tan interesados en esto».

«Los cinco años de pregrado son el ‘paquete de sobrevivencia’ para que los profesores comiencen haciendo clases. Las innovaciones deben estudiarlas durante la formación continua».

NdelE: Audios y presentaciones del seminario Hacia un nuevo modelo de formación docente: La experiencia finlandesa y el caso chileno aquí