Con el fin de contribuir y aportar otras experiencias en un momento de creación e implementación de nuevos programas en la educación escolar chilena, hemos examinado algunos currículos de lenguaje (tanto estatales como privados) usados en países con buen nivel educacional. El análisis se refiere a los diferentes modelos de currículo utilizados, a la forma en que esos programas abordan las áreas fundamentales del aprendizaje de la lengua y las intenciones educativas de fondo que se traslucen. Se observa en estos programas que la presentación de objetivos para un ciclo en lugar de para un año, ofrece a los centros educativos mayor flexibilidad para elaborar programas propios acordes con sus necesidades y preferencias específicas. A la vez, se aprecia en estos currículos una gran precisión en cuanto a la manera en que se expresan estos objetivos, de manera que se puede exigir y controlar mejor su cumplimiento.
Los currículos examinados se diferencian de los nuestros en que exigen del alumno más trabajo y en que éste es más parecido a las actividades que realiza el adulto; también en que responsabilizan al profesor del aprendizaje de sus alumnos y le exigen un ritmo fuerte de trabajo, especialmente en torno a las lecturas y a la corrección de la producción escrita de los estudiantes. Todos los programas examinados otorgan al profesor plena libertad para decidir sobre metodología y sobre la interpretación de las obras estudiadas.
La visión de la asignatura de lenguaje es amplia y yuxtapone al logro de las destrezas comunicativas la inmersión del alumno en la cultura, manifestada ésta principalmente en la literatura de su lengua. Esta se valora por su efecto en la formación intelectual, afectiva y valórica del joven. Para lograr esta inmersión se incluyen, en todos los programas, listas de obras y autores. En estas listas predominan obras clásicas, ampliamente consagradas. La lectura de material no literario tiene menor importancia y aparece sólo en los primeros años. En los cursos superiores, se estudian sólo textos relevantes por la calidad de su estilo, de la información o de las ideas que expresen.
Respecto a la expresión oral y escrita del alumno se destaca en los programas examinados la descripción precisa y detallada de las metas que se persiguen; el énfasis en el contenido tanto como en la forma; la práctica y corrección abundantes y sistemáticas; el valor de la lectura como modelo; la coincidencia entre los diversos programas en enseñar al alumno a escuchar y a realizar todas las etapas del proceso de escribir.
Estos programas conciben la educación como un proceso de entregar al joven una herencia cultural que es, a la vez, una herramienta para su propio desarrollo.