Hoy es preciso ofrecer al disenso un espacio institucional en el que este pueda no solo transitar libremente, sino que sea simbólicamente valorado y esté provisto de medios para realizarse políticamente.
- Las sociedades modernas son más diferenciadas fácticamente y más plurales normativamente. Los consensos en ellas son cada vez más improbables y, cuando se alcanzan, sus rendimientos son inestables y temporalmente limitados.
- Los acuerdos alcanzados en Chile desde octubre 2019 hasta hoy constituyen un rendimiento notable del sistema político chileno que da cuenta de su flexibilidad para adaptarse a dos de las crisis más grandes de las últimas décadas: la crisis de octubre y la pandemia global. La crítica legitimatoria y la sospecha tecnocrática no invalidan dichos acuerdos.
- Donde el sistema político chileno aún tiene mucho por aprender es en la expresión y apertura al disenso. Durante demasiado tiempo la política chilena se ha pensado a sí misma mediante un ideal de quietud y armonía que entiende el disenso como anomalía. Hoy es preciso ofrecer al disenso un espacio institucional en el que este pueda no solo transitar libremente, sino que sea simbólicamente valorado y esté provisto de medios para realizarse políticamente.
- Lo anterior puede denominarse constitución del disenso. Conceptos como simpatía, libertad negativa, inatención civil y democracia por venir son algunos candidatos de una lista abierta que pueden contribuir a pensar esta nueva realidad desde otro ángulo.
