Editado en 2000
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La Izquierda Chilena 1969-1973

Víctor Farías.

La Izquierda Chilena 1969-1973

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La tarea fundamental de la investigación científica es intentar el acercamiento, con fundamento, a la comprensión y explicación de los fenómenos. Para conseguirlo, especialmente en el caso de la reflexión histórica, ella debe descubrir y entregar los materiales en que se puede fundar un juicio exacto. Recién entonces puede asumir la responsabilidad de hacer posible que la conciencia histórica intervenga en la gestación y transformación de la vida y la sociedad de un país. No se mejora la vida ni con buenas intenciones ni mucho menos con juicios improvisados. Sólo se lo consigue entendiendo los motivos y la lógica de los hechos. En todos los lugares, el problema del sentido y la significación de los acontecimientos sociales y políticos está ligado necesaria e íntimamente a los más inmediatos intereses de actores y espectadores. Por eso es que todos ellos creen poder tener y expresar un juicio y a la vez experimentan la urgencia de intervenir directamente en los hechos públicos. El mayor peligro del juicio histórico-político radica así precisamente en la urgencia del interés en que se funda, esto es, en el poder devenir ideología. No se trata, con todo, de romper lanzas por el positivismo, sino antes bien de exigir —antes de cualquier opción—, una arqueología de las fuentes, de la colección de documentos a los que ningún juicio histórico serio puede renunciar. Esto, que la historiografía chilena del siglo XIX entendió magistralmente ha sido olvidado casi del todo por la de nuestro siglo. Ello es muy relevante porque la decisión por una determinada opción, por una interpretación de los hechos no puede iniciarse nunca a partir de la narración informativa de los hechos porque ella está de principio subjetivizada e ideologizada. Es recién el documento relacionado a personas y ante todo a instituciones (el Estado y sus poderes, los partidos, las iglesias, los sindicatos) lo que debe ser rescatado y puesto en la base de la investigación seria. El documento no es la develación del misterio de la historia, pero sí es el lugar en que su significación y su sentido pueden hacerse acrecentadamente transparentes. Por todo ello es que la historia nunca podrá escribirse citando a otros colegas ni acudiendo a la sección periódicos de las bibliotecas. Tampoco refiriendo más o menos ingenuamente “recuerdos” o “anécdotas” amistosas o inamistosas de actores u observadores y mucho menos tratando de armonizar hechos apenas caracterizados según fecha y lugar con alguna filosofía de moda. Mediante esta colección quiero sumarme a los pocos pero enjundiosos estudios iniciados entretanto.