El sistema de salud chileno se ha caracterizado a través de su historia por elevadas coberturas poblacionales y adecuados indicadores de status de salud.1 La historia muestra hitos de gran importancia desde la Colonia con la creación de grandes hospitales, cuyos sucesores persisten hasta el presente, y desde comienzos del siglo XIX, con campañas de vacunación antivariólica que fueron precursoras en la región de Latinoamérica.
A partir de los años 20 comenzaron a perfilarse instituciones de gran solidez, que garantizaron beneficios previsionales de pensiones y salud a grupos cada vez más amplios de los trabajadores y sus familiares beneficiarios. Los hitos principales en esos años son la Ley de Seguro Obrero Obligatorio (Ley 4.054 de 1924) con la creación de la Caja de Seguro Obrero Obligatorio, y del Ministerio de Higiene, Asistencia y Previsión Social, en igual año; promulgación de la Ley de Medicina Preventiva en 1938 (Ley 6.174); la creación del Servicio Médico Nacional de Empleados (SERMENA) en 1942 (DFL 32/1552); y la constitución del Consejo General del Colegio Médico de Chile en 1949.
La creación del Sistema Nacional de Salud en 1952 (Ley 10.383), el desarrollo de las Mutuales de Accidentes del Trabajo a partir de la segunda mitad de los años 50 y su posterior formalización en 1968 mediante la Ley de Accidentes del Trabajo (Ley 16.744), y la Ley de Medicina Curativa (Ley 16.781 de 1968) que sobre la base del antiguo SERMENA consagró la libertad de elección de proveedor para los empleados, fueron hitos de singular importancia en la conformación de una red de fomento, protección y recuperación de la salud, reconocida por todos como de gran eficacia y calidad.
