Sólo hace algunos años que Samuel Huntington celebraba lo que denominó la tercera ola democrática, ola que comienza en América Latina a principios de los ochenta y se consolida con la derrota de Pinochet en Chile en 1988 y la inusitada elección de un presidente por voto popular en una elección libre en Haití en 1990 (Huntington, 1993). Pero el propio Aristide fue derrocado al año siguiente y, en el periodo, un total 16 jefes de Estado elegidos por votación popular no pudieron terminar sus mandatos constitucionales.