Este documento actualiza y complementa un trabajo anterior elaborado por Fuentes (2020). En particular, en este artículo buscamos medir la calidad del empleo, enfocándonos en el período de recuperación del mercado laboral chileno, a partir de dos mediciones: subempleo involuntario y precariedad.
- Con ya dos años de pandemia cumplidos, Chile ha recuperado gran parte de los empleos que se perdieron durante los meses más álgidos de la pandemia en 2020. De los casi 2 millones de empleos perdidos entre marzo y julio de 2020, hoy sólo quedan por recuperar 295 mil puestos de trabajo. En este escenario, nos preguntamos cómo han evolucionado los indicadores asociados a la calidad del empleo en Chile.
- Este documento actualiza y complementa un trabajo anterior elaborado por Fuentes (2020). En particular, en este artículo buscamos medir la calidad del empleo, enfocándonos en el período de recuperación del mercado laboral chileno, a partir de dos mediciones elaboradas por Fuentes y Hernando (2019): subempleo involuntario y precariedad.
- La primera medida se refiere a una situación en donde la persona cuenta con un trabajo, pero este es por menos horas de las que ella desearía trabajar, debido a razones de demanda. La precariedad, en tanto, la entendemos como una situación en donde una persona trabaja sin contrato y/o en la cual su empleador no paga las cotizaciones previsionales. En detalle, se utilizan tres medidas de precariedad: por contrato, por cotizaciones y una medida general que considera al menos una de estas dos carencias.
Los resultados indican que, con el inicio de la pandemia, las tasas de subempleo y precariedad (en sus tres definiciones) cayeron significativamente. - A pesar de la recuperación del mercado laboral, los niveles de la tasa de subempleo se han mantenido en niveles históricamente bajos. No obstante, es importante indicar que esto no necesariamente refleja una mejora de la calidad del empleo, sino que también se podría deber a cambios en los incentivos asociados al deseo de aumentar las horas de trabajo, producto de las inyecciones de liquidez a los hogares durante la pandemia.
- De igual forma, las tasas de precariedad se mantienen en niveles muy por debajo de las tasas pre-pandemia. Esta evidencia va en línea con los efectos de la pandemia en la composición del tamaño de las empresas y el impacto del IFE laboral en las condiciones de los nuevos empleos. A priori, esto podría interpretarse como una mejora en la calidad de los empleos creados.
- Para profundizar respecto a los resultados anteriores, se realizan ejercicios de simulación basados en el escenario en el que se crean todos los puestos de trabajo necesarios para volver al nivel de ocupación previo a la pandemia (295 mil nuevos empleos). Para el caso del subempleo, se simulan las tasas de subempleo en cuatro escenarios: que el 25%, 50%, 75% y 100% de los nuevos empleos caigan en la categoría de subempleo voluntario. Los mismos escenarios se simulan para el caso de la precariedad por cotizaciones, por contrato y la medida general de precariedad.
- Los resultados de las simulaciones indican que, para que las tasas de subempleo alcancen los niveles previos a la pandemia, es necesario que un gran porcentaje (cercano al 100%) de los nuevos empleos sean categorizados bajo la definición de subempleo. Para el caso de las tasas de precariedad general, cerca del 75% de los nuevos empleos deben ser categorizados como precarios para que dichas tasas vuelvan a los niveles observados antes de la pandemia. Es importante destacar que estos escenarios son muy poco probables considerando la información histórica de ambas medidas y, por ende, la evidencia presentada nos lleva a concluir que estas métricas de calidad del empleo se mantendrán bajas, aun cuando el número de ocupados se recupere por completo.