El aumento del gasto en salud es una preocupación compartida por diversos países. En parte este incremento se explica por el mayor uso de los servicios de salud (consultas y hospitalizaciones). En este documento, por tanto, se exploran las características de las personas que los utilizan en mayor medida en Chile.
El análisis muestra un incremento en la proporción de personas que usan el sistema en el tiempo (1992- 2000-2013) para todo tipo de prestaciones, lo cual podría estar reflejando: (i) una oferta insuficiente pero creciente, (ii) una baja en los costos de acceso y (iii) una mejora en las condiciones del seguro que incentivan la demanda (además del hecho de que los ingresos y nivel educativo de las personas se incrementaron de manera importante en el período analizado). Los datos relativos a la tasa de uso apuntarían a que todavía existe algún déficit en la oferta. Asimismo, el que sea este incremento en el tiempo liderado por quienes no reportan haber estado enfermos podría avalar la segunda y tercera hipótesis.
Al igual que en otros países, las mujeres tienen mayor probabilidad de usar los servicios de salud y una mayor tasa de uso que los hombres, diferencias que desaparecen, se invierten o se atenúan cuando se considera sólo a quienes reportan haber estado enfermos.
Quizás el hallazgo más complejo, y que se acerca a la evidencia internacional, es que el efecto que tiene el ingreso de las personas en la demanda por salud es heterogéneo. Los datos muestran que los individuos de altos ingresos y quienes están adscritos a una isapre tienen mejor acceso a las consultas de especialidad. La falta de acceso de aquellos de menores recursos y de beneficiarios del Fonasa, sobre todo aquellos pertenecientes a los grupos A y B (tanto porque en Fonasa debe verse primero a un médico general que luego puede derivar a un especialista, como porque quienes pertenecen al grupo A sólo pueden atenderse con prestadores institucionales —estatales— donde suele existir un déficit de especialistas), estaría siendo canalizada mediante una mayor frecuencia de uso de los servicios de urgencia. Así, la tasa de uso de las consultas de urgencia en el Fonasa sería 1,5 veces la tasa de los adscritos a alguna isapre y lo contrario ocurriría con las de especialidad, donde la tasa de las isapres duplicaría la tasa de uso del Fonasa en 2013.
Finalmente, para los días de hospitalización los grupos A y B del Fonasa, que se atienden mayormente en prestadores estatales, tendrían estadías por persona que casi duplicarían las de aquellos clasificados en los grupos C y D, lo que podría deberse a que tienen enfermedades más complejas y a demoras en dar de alta a los pacientes. A ello se suma algún efecto «precio», porque los beneficiarios del grupo C y D deben efectuar copagos por las hospitalizaciones, desincentivando estadías largas.