Nº 206, enero 1999.
Puntos de Referencia
Economía
Política
Relaciones internacionales

Reformar el FMI no es suficiente. La nueva arquitectura financiera internacional

Sebastián Edwards.

  • Ahora que ha sido resuelto el tema básico del financiamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI), la atención de todo el mundo ha girado hacia la tarea de construir una nueva “arquitectura financiera internacional”. El problema es que la estructura del FMI no le permite operar eficazmente en un mundo moderno donde la confianza del inversionista es clave, y donde la diseminación de la información en forma no censurada y oportuna es de suma importancia. Enfrentado con esta realidad, se han ofrecido dos soluciones generales. La primera pasa por imponer controles sobre la movilidad de capitales. La segunda es hacer una revisión completa del FMI —algunos incluso han hablado de transformarlo en banco central global— a la espera de que sea capaz de lidiar con la nueva realidad de flujos masivos de capitales privados. Ambas soluciones son insatisfactorias.
  • El FM I debería ser reemplazado por tres instituciones altamente especializadas. La primera sería la Agenda de Información Global, cuyo único papel sería proveer información oportuna y no censurada sobre la salud financiera de los países. Esto lo haría tempranamente, mientras todavía haya tiempo para implementar acciones correctivas. Elaboraría un ranking de los sistemas financieros de los países, y utilizaría técnicas modernas del manejo de riesgo para evaluar la fragilidad de las diferentes economías.
  • La segunda institución ayudaría a prevenir las crisis, jugando un papel proactivo en el sistema financiero mundial -en vez de reactivo como lo hace el FM I en la actualidad. Esta institución, llamémosla Entidad Global de Financiamiento Contingente, extendería substanciales líneas de crédito contingentes a los países que, aun cuando solventes, se ven enfrentados por problemas de liquidez transitorios. Esta institución jugaría el papel similar al de un prestamista internacional de último recurso.
  • La tercera institución -que podemos denominar la Agencia Global de Reestructuración- estaría a cargo de aquellos países que, pese a todos los esfuerzos, caen en una crisis. Ayudaría a los países a reestructurar sus deudas, y proporcionaría recursos condicionados. Para minimizar el problema de coordinación asociado con crisis mayores, a esta agencia se le permitiría convocar un período de «enfriamiento» -no muy distinto al «Capítulo 11» para las empresas en los EE.UU.-, el cual otorgaría a los creedores y deudores el tiempo necesario para elaborar en forma ordenada una reestructuración de la deuda
  • El Banco Mundial también necesita «reinventarse». Bajo esta nueva «arquitectura financiera», la ayuda para el desarrollo debería quedar mucho más descentralizada. La manera mas fácil y directa de lograr eso sería transfiriendo la mayor parte de los bienes del Banco Mundial, además de sus funciones, a los bancos regionales de desarrollo, manteniendo al mismo tiempo una operación mínima de tipo consultivo, que podría aprovecharse del conocimiento comparativo acumulado por el Banco en Washington.