- El fuerte crecimiento experimentado por el dinero (M1A) durante el primer trimestre del presente año ha promovido cierta controversia respecto de cuáles deben ser las variables sobre las que el Banco Central debe ejercer un mayor control, de modo de asegurar un cuadro duradero de estabilidad macroeconómica.
- Entre los especialistas, se observa un grado importante de coincidencia en torno a que los cambios en el dinero tienden a afectar en forma apreciable la trayectoria del ingreso nominal.
- Las dificultades encontradas para explicar los movimientos de corto plazo del ingreso nominal sobre la base de las variaciones en el dinero, han llevado a los bancos centrales de economías industrializadas a utilizar la tasa de interés de algún instrumento financiero como principal herramienta para conseguir un crecimiento de la liquidez compatible con ciertas metas de inflación, tipo de cambio nominal o balanza de pagos.
- El objetivo de alcanzar en el mediano plazo un crecimiento del dinero que sea coherente con un cuadro de estabilidad de precios y en las cuentas externas, no es incompatible con el uso de las tasas de interés como indicador de corto plazo de la política monetaria. En efecto, el crecimiento de los agregados monetarios puede administrarse por la vía de cambios en la tasa de interés de los instrumentos de deuda no monetaria del Banco Central.
- Un aspecto fundamental para el logro de un manejo monetario coherente con el buen desempeño de una economía de mercado lo constituye la existencia de reglas disciplinarias que restrinjan el grado de discrecionalidad del Banco Central. Esto es particularmente importante si se decide desechar el uso de metas cuantitativas sobre el crecimiento de los agregados monetarios y se privilegia la tasa de interés de los instrumentos de deuda del instituto emisor como herramienta de política.
- En un marco institucional en el que se consagra la autonomía del instituto emisor, al Congreso le corresponde la responsabilidad de fiscalización de sus gestiones. Junto con la evaluación del desempeño de las autoridades monetarias sobre la base del comportamiento de indicadores tradicionales como la inflación, la variación de las reservas internacionales, la cantidad de dinero, etcétera, parece conveniente agregar a éstos la evolución que observen los resultados operacionales del Banco Central. Ello, por cuanto la acumulación de pérdidas no sólo restringirá en el futuro el margen de maniobra de la política monetaria, sino que, además, puede constituirse en un factor de inestabilidad en la economía.