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Juan Luis Ossa, historiador: «No es que la derecha liberal esté por los suelos»

Juan Luis Ossa, historiador: «No es que la derecha liberal esté por los suelos»

Hace dos años fue candidato a constituyente por el distrito 26, pero, pese a que fue el candidato más votado por la lista de Vamos por Chile, perdió por la regla de paridad. El 7 de mayo pasado, nuevamente, fue derrotado al perder la elección al Consejo Constitucional como postulante por Los Lagos. No obstante, el historiador Juan Luis Ossa (1982) no parece desilusionado.

Por el contrario, se muestra optimista, calmado, contemplativo, y dice que la reciente campaña fue intensa pero positiva. «Sacamos más de 32 mil votos en dos meses. Y en mi distrito gané. Lo que más me enorgullece de la campaña es que fue construida en base a argumentos y a la convicción de que, si no cerramos este proceso constituyente de una vez, no vamos a resolver un problema que hemos arrastrado por décadas», reflexiona en su oficina del Centro de Estudios Públicos (CEP).

Hijo de la historiadora Lucía Santa Cruz y del exdiputado Juan Luis Ossa Bulnes, el investigador del CEP y doctorado en Historia Moderna en la Universidad de Oxford, sostiene que «no ando buscando una carrera política. Pero sí me interesa combinar mi pasión por lo intelectual con lo que voy aprendiendo en el territorio. Creo que un diagnóstico sin base empírica no va a entender sociológicamente lo que está pasando en su sociedad. Pero tampoco creo que solo la calle te dé respuestas de largo plazo. De ahí que el rol de los intelectuales sea muy importante para no quedarse pegado en la contingencia».

Nunca ha militado en un partido político y se considera un liberal clásico de centroderecha. Por consiguiente, es partidario de que la centroderecha, tras el triunfo de republicanos en la última elección, «trabaje en un proyecto de largo plazo cuyo eje de acción sea el reformismo por sobre la revolución y el inmovilismo».

 

«El conservador no es lo mismo que el retrógrado»

¿Cómo explicas el resultado del Partido Republicano y por qué crees que algunos votantes de centroderecha se vieron seducidos por la opción más conservadora?

—Creo que los 3,5 millones de votos de los republicanos no son ideológicamente conservadores o de derecha. Hay mucho votante que hace dos años votó por la opción de la Lista del Pueblo y que luego lo hizo por el Presidente Boric. Por lo tanto, es un electorado muy volátil en su posición ideológica: transita entre una elección a otra a partir de la coyuntura. Es ahí, entonces, que uno tiene que apelar a la contingencia para saber qué es lo que está pasando desde hace un año y medio en este país, y por qué hubo tantas personas que votaron a favor de los republicanos. Obviamente hay ciertos factores que explicarían esa votación: la inseguridad, el voto de protesta contra el Presidente, el voto de protesta contra la Convención Constitucional, y el cansancio y la rabia con el proceso constituyente. En todo caso, lo que es claro es que la monocausalidad no sirve para explicar ni esta ni otra elección.

¿En qué queda el proyecto de la derecha liberal tras el triunfo de republicanos?

—No es que la derecha liberal esté por los suelos. De hecho, lo que hemos intentado hacer junto a otros intelectuales de centroderecha es combinar distintas tradiciones ideológicas donde el liberalismo juega un papel, pero también el conservadurismo, el social cristianismo y el comunitarismo. Hace un tiempo que venimos intentando hacer confluir esas tradiciones políticas en un proyecto de largo plazo cuyo eje de acción sea el reformismo. Me siento heredero de eso que se llama el liberalismo clásico, el cual, aunque suene paradójico, tiene muchas confluencias con el conservadurismo. Y como entiendo que ese proyecto debe tener una aspiración mayoritaria, pienso que, aunque yo no sea religioso, las posiciones socialcristianas deberían también tener cabida en ese proceso. Lo mismo ocurre con algunas tradiciones comunitaristas.

¿Qué es ser conservador?

—No hay una sola definición. Para mí el conservador no es lo mismo que el retrógrado.

¿El conservador es el que respeta la tradición y las instituciones que han funcionado?

—Exactamente. Y que, dentro de la tradición, construye un futuro en base a lo empírico. Eso es Andrés Bello o Edmund Burke. Ellos entendieron que una reforma llevada a cabo a tiempo es el mejor antídoto ante la revolución.

 

«Una oferta que en algunas cosas se parezca a republicanos»

¿Qué pasa con Chile Vamos? ¿Qué es lo que debería hacer de cara al futuro?

—El primer nivel es el constituyente. Chile Vamos debe jugar un rol articulador de negociación entre republicanos y la centroizquierda de acá a diciembre. Porque si ese rol no se juega, y todo es cooptado por republicanos, es probable que la Constitución se rechace. Y ese sería un flaco favor no solo para Chile Vamos, sino que para la estabilidad del país. Creo que, si no cerramos el proceso constituyente ahora, es probable que se abra en cinco años más. Luego, en un segundo nivel, más estructural, me parece que Chile Vamos debe ser capaz de presentarle al electorado una propuesta que logre diferenciarlo de republicanos. Para ello, lo primero es hacer un diagnóstico de por qué Chile Vamos está donde está.

María José Naudon sostiene que es importante recordar que, así como el centro parece hoy vencido, el 4 de septiembre los derrotados fueron los extremos y en este vaivén lo único constante han sido las demandas ciudadanas aún no satisfechas.

—Estoy de acuerdo. Fue una opción arrojada pero sumamente necesaria la que tomó Chile Vamos durante el plebiscito de salida al sumar a la centroizquierda y al centro. No solo en términos pragmáticos para que ganara el Rechazo, sino que para ir construyendo un proyecto de futuro que apele a las grandes mayorías. Soy cada vez más partidario de que Chile Vamos piense de nuevo en la posibilidad de ser un gran partido en donde se recojan distintas tradiciones y que sea capaz de construir una oferta que en algunas cosas se parezca a republicanos, pero que en otras se diferencie profundamente.

¿Quiénes integrarían ese partido?

—Cualquier proyecto mayoritario debe dejar de hablarle a su nicho, romper con su pasado cuando haya que hacerlo y abrirse hacia las grandes mayorías. Habría que pensar, por ejemplo, en la posibilidad de que la UDI, RN, Evópoli y otros sectores, como Amarillos o Demócratas, se junten en una gran coalición. Una coalición que sea ideológicamente potente, más que solo electoralmente. Luego vendrá el triunfo electoral. Pero lo primero es hacer una reflexión ideológica. ¿Estamos dispuestos a crear algo así?

Se dice que RN es un partido fragmentado. ¿Qué está pasando hoy en Renovación Nacional?

—No soy militante, pero sí tengo una gran cercanía con RN. Efectivamente, hay muchos grupos dentro de RN. Algunos muy antagónicos con otros, pero eso no es nuevo. En el origen de RN hay liberales, conservadores, nacionalistas, corporativistas, agrario laboralistas, y eso explica por qué RN es el partido que es. Ahora que vienen elecciones, el partido enfrenta dos caminos diferentes: una guerra civil fratricida en donde todos se saquen los ojos, o un intento por hacer proyectos en común teniendo en mira la campaña presidencial. Ese candidato podrá ser o no de RN, eso se verá después de la primaria. Sin embargo, si las disputas internas se quedan en las municipales o en la parlamentaria, y no se piensa en la presidencial, es muy probable que terminemos en una guerra civil. Por eso uno esperaría que sus líderes no piensen en 2023, sino que en 2025, pero con miras al 2030.

 

«Kast entiende muy bien cómo funciona el poder»

Republicanos ha sido caricaturizado por sus detractores. ¿Es un partido de ultraderecha?

—No sé lo que significaría eso. ¿Qué lo haría un partido de ultraderecha? Si un partido de ultraizquierda es un partido revolucionario, un partido de ultraderecha tendría que ser contrarrevolucionario. Si los republicanos se toman en serio su labor en el Consejo Constitucional, difícilmente podrán ser catalogados como ultraderecha. Porque habrán entendido que una nueva Constitución es necesaria y que, por lo tanto, es necesario romper con el pasado de los 80. Está por verse.

En una entrevista el filósofo Óscar Godoy, decía sobre republicanos que tenía «la impresión que no se trata de un movimiento de ultraderecha, porque hay un abismo entre ser un partido de este tipo dentro de la democracia o en sus extramuros».

—Cuando hablamos de republicanos: ¿de qué republicanos estamos hablando? ¿De Arturo Squella, de Johannes Kaiser, de Rojo Edwards? Es interesante que existan facciones dentro de republicanos, ya que demuestra que se están encaminando a ser un partido político consolidado. De otra forma, sería una pegatina de amigos, de compadres. Ahora bien, desde afuera uno puede identificar tres tipos de liderazgos: el de Kast y Squella, el de Rojo Edwards y el de Johannes Kaiser. La pregunta es cuál de esas facciones va a ganar la pulseada en los cinco meses que vienen; solo ahí podremos llegar a la conclusión de qué tipo de adjetivos se pueden utilizar para identificar a republicanos.

Republicanos tiene un liderazgo claro bajo la conducción de José Antonio Kast. Y Kast es cauto en lo que dice y hace.

Kast entiende muy bien cómo funciona el poder, pero sobre todo cómo se accede al poder. Y él, lo que en realidad busca y quiere, es La Moneda, entendiendo que el 44 % que obtuvo en la segunda vuelta de 2021 se podría repetir si es que no hace algún cambio. Me parece que Kast comprende que no va a ser Gobierno si continúa hablándole solo a su nicho. ¿Es consciente de que mucho del electorado que votó por republicanos hace un mes, votó hace dos años por la Lista del Pueblo y después por Boric? El electorado chileno es transideológico, ya que transita de una ideología a otra debido a la contingencia.

¿Y qué pasa cuando republicanos le reprocha ‘renuncia y tibieza’ a Chile Vamos?

Es una interpretación muy maniquea de la realidad política, que es un poco lo que le pasa al Frente Amplio (FA). El FA, como buen heredero de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, entiende el mundo binariamente, entre amigos y enemigos. Creo que hay un sector de republicanos que es igualmente identitario y que entiende el mundo en base a esa misma figura. En este caso, el enemigo es todo aquel que no piensa igual a ellos, esto es, desde Chile Vamos a la izquierda. Hay sectores de republicanos que han construido su relato en base a una crítica constante a la centroderecha. Nos dicen que entregamos la Constitución. Sin embargo, cuando se firmó el acuerdo para continuar el proceso constituyente no hubo ningún republicano que hubiera alegado. Fue solo después del triunfo del 4 de septiembre cuando empezaron las críticas. Pero el compromiso ya estaba firmado. Y en ese momento los que no querían que ese compromiso se cumpliera era la izquierda más dura. Decían: ustedes no van a cumplir, son unos mentirosos. Bueno, la dirigencia de Chile Vamos asumió el compromiso, pero, además, exigió las reglas actuales del proceso constituyente. El hastío constitucional en la ciudadanía nos castigó, pero yo creo que la historia no lo hará.