El profesor Oscar Velásquez presentó su traducción del libro «De Senectute» de Ciceron, la que fue comentada por María Teresa Góngora y Cristóbal Joannon.
«Reflexiones en torno a la Ancianidad. Dos lecturas del libro De Senectute de Cicerón”, producto de la traducción al castellano hecha por el académico y especialista en lenguas clásicas Óscar Velásquez. fue el punto de partida de una profunda reflexión sobre el tema de la vejez.
En este seminario, realizado el 26 de abril pasado, participaron María Eugenia Góngora, profesora titular de Literatura y decana de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile y Cristóbal Joannon, profesor de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, quienes comentaron la obra del político romano.
Velazquez sostuvo que Cicerón tiene una visión positiva de la ancianidad, mirada como el período de la madurez, no como el de la última etapa, sino como un tiempo en que el hombre recoge lo que ha sembrado en la vida. «Para Ciceron vivir bien consiste en saber adecuarse a la Naturaleza, que es sabia y divina. De ahi, que la ancianidad no puede ser algo negativo», concluye.
En esa época, se consideraba iuvenis (joven) hasta los 45 años y de ahi en adelante, senex (hombre viejo). Llegar a la senectud en esos tiempos era un verdadero prodigio, pues el promedio de vida de los hombres era de 46 años y de las mujeres de 34 años. cicerón escribió este libro cuando ya era bastante mayor pues tenía 62 años.
Cristóbal Joannon, destacó la calidad del trabajo de Velásquez, pero afirma que entre los antiguos no hay acuerdo respecto a si la ancianidad era buena o mala, pero que De Senectute es una invitación a verv la vida con esperanza.
La decana Góngora, sostiene en tanto, que Cicerón, a través de la voz de Catón, nos invita a prepararnos para la muerte, pero al mismo tiempo, refuerza la idea de que la ancianidad es lo natural y que por lo mismo no puede ser mala. Destaca como los placeres de esta etapa la lectura, la escritura y la agricultura y alaba la vida del campo como la vida buena. En otras palabras, dice, » la ancianidad es la escena final del acto de vivir».