La Tercera, 10 de junio de 2018
Opinión

La familia ideal

Sylvia Eyzaguirre T..

Cada vez que el gobierno da dos pasos hacia adelante con sus iniciativas, retrocede uno por tropiezos que son fácilmente evitables y que son sumamente irritables.

Hace algunas semanas, el Ejecutivo comunicó una agenda potente en materia de género. El Presidente Piñera fue enfático en reconocer que como sociedad debemos avanzar hacia una sociedad más justa, donde las oportunidades para hombres y mujeres estén igualmente repartidas, así como también las responsabilidades parentales y domésticas, entre muchas otras. Sin embargo, esta semana se ingresaron indicaciones al proyecto de ley sobre adopción que revelan una comprensión conservadora sobre la paternidad, suponiendo la existencia de roles exclusivos para madres y padres.

El proyecto de ley establece como una de las condiciones que debe poseer una persona o pareja para la adopción de un niño que el ambiente familiar de parejas debe permitir el adecuado ejercicio del rol de padre y madre. Los roles son en gran parte una construcción cultural, que se heredan y modifican con el transcurso del tiempo. De ahí que la pregunta de fondo sea qué entiende el gobierno por el rol adecuado de la madre y del padre. ¿Me pregunto si la mayoría de las familias que conozco, donde el rol de la madre implica el 90% del trabajo doméstico y del cuidado de los niños cumple con esta condición? ¿O se está pensando en un rol de la madre distinto, donde las tareas y funciones se encuentran repartidas equitativamente? Aparte del embarazo, parir y dar pecho, no conozco otra tarea o tipo de relación exclusiva de la madre. Es importante no confundir el rol materno con la figura materna. Un padre, por ejemplo, podría asumir el «rol» de la madre, pero difícilmente podrá sustituir la figura materna.

En esencia, esta indicación no discrimina necesariamente a las parejas homosexuales, pues muchas veces las parejas del mismo sexo repiten las divisiones de roles históricas de las parejas heterosexuales. Más bien revela una falta de comprensión del movimiento feminista y su lucha contra los estereotipos que someten a las mujeres a determinados roles, que, sin duda, para muchos todavía son claves para constituir la familia ideal.

A pesar de esto, es importante recalcar el gran avance en materia de adopción que implica este proyecto de ley. Las indicaciones presentadas por el Ejecutivo mejoran la actual legislación, agilizando el proceso de adopción para que los niños pasen el menor tiempo posible en los hogares o familias de acogida y poniendo el interés superior del niño como principal y única prioridad.

Con todo, hay dos aspectos que ameritan discusión: las limitaciones a los guardadores para adoptar y los límites de edad. Si bien hay un avance en abrir la adopción a los guardadores, las limitaciones que se establecen para ellos son discutibles. ¿Por qué los guardadores tienen prohibición de adoptar al niño que están cuidando, si durante un año le han dado amor y bienestar, y cumplen con las condiciones necesarias? Pensando únicamente en el bienestar del niño, ¿no sería mejor para él quedarse en ese hogar que ser trasladado a una nueva familia? Tampoco son evidentes las razones para excluir a parejas o personas que tengan más de 45 años de diferencia con los niños susceptibles de adopción. Cada día es más frecuente mujeres sobre 40 años embarazadas. ¿Por qué excluirlas como posibles madres adoptivas?

Ojalá nuestros parlamentarios puedan llegar rápidamente a acuerdo respecto de las condiciones necesarias que deben cumplir las personas o parejas susceptibles de adopción, sin entramparse en el concepto de familia ideal, donde probablemente jamás lleguemos a acuerdo.