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La verdadera lotería

Sylvia Eyzaguirre T..

La verdadera lotería

Ningún sistema de admisión puede resolver problemas de escasez. La gracia de este sistema es que asegura una distribución objetiva, transparente y más eficiente, optimizando las preferencias de las familias.

Durante agosto, miles de padres a lo largo de todo Chile estarán postulando a sus hijos al colegio a través de la plataforma digital que implementó el Ministerio de Educación. El nuevo sistema tiene muchas ventajas respecto del anterior. La plataforma reúne información útil sobre la oferta educativa, información que antes era costosa de adquirir. Además, facilita la postulación a los colegios. Ahora no es necesario desplazarse hasta el colegio para postular, sino que se puede realizar a distancia, ahorrando plata y tiempo a las familias. Por cierto, la tecnología despersonaliza el proceso y lo hace más frío, por eso se mantiene la posibilidad de postular directamente en los colegios.

El actual sistema está diseñado para privilegiar las preferencias de las familias. Éste busca la mejor combinación posible para que la mayor cantidad de niños quede asignada a una de sus más altas preferencias. Pero no es mágico. Si 500 niños postulan a un colegio con 100 vacantes, 400 niños quedarán fuera. El sistema no puede asegurar que todos queden en su primera preferencia o, incluso, que queden en alguna de sus preferencias; eso dependerá del número y de la concentración de las postulaciones. Para su buen funcionamiento es necesario que las familias postulen a sus colegios en orden de preferencia y traten de postular a la mayor cantidad de colegios.

El defecto del nuevo sistema es que infla las expectativas de las familias. La principal causa de insatisfacción es el no haber quedado asignado en uno de los colegios favoritos. Pero la culpa de esto no la tiene el nuevo sistema de admisión, como alega el gobierno; tampoco la implementación del Ministerio de Educación, como reclama la oposición; sino nuestro sistema educativo.

Ningún sistema de admisión puede resolver problemas de escasez. La gracia de este sistema es que asegura una distribución objetiva, transparente y más eficiente, optimizando las preferencias de las familias.

Para mejorar la satisfacción de los usuarios es clave entender por qué están tan concentradas las postulaciones. La respuesta es obvia: son pocos los colegios que responden a las expectativas de las familias. En el corto plazo, el número de niños asignados a colegios de sus preferencias podría aumentar si las familias postularan a más colegios. Pero no es fácil aumentar las postulaciones, pues las familias tienen restricciones de distancia o la calidad de la oferta no es suficientemente buena. He aquí el verdadero culpable: la mala calidad de nuestro sistema educativo.

Se puede criticar que el sistema no considera el talento o mérito académico. Esta es una discusión legítima, pero la introducción del mérito como criterio de selección no aumentará el porcentaje de niños asignados en su primera preferencia, ni reducirá el número de niños que no quedó en alguna de sus preferencias. El nuevo sistema de admisión nos enrostra las pocas alternativas educativas de calidad que tienen las familias. Ello nos pone ante un desafío de máxima urgencia: mejorar la calidad de nuestra educación pública. Debemos ser francos, hasta que esto no ocurra, algunos niños perderán y otros ganarán. Esta es la descarnada lotería a la cual siempre han estado expuestas las familias y de la cual no hay cómo zafar en el corto plazo.