El Líbero, 1 de octubre de 2016
Opinión
Educación

Lecciones del Simce de escritura

Sylvia Eyzaguirre T..

Más allá de lamentarnos por estos resultados, debemos preguntarnos qué podemos hacer para mejorar.

Con estos antecedentes a la vista, sería aconsejable que el Ministerio de Educación ponga el foco en los alumnos que muestran más rezago.

Los últimos resultados nacionales de la prueba Simce de escritura no son buenos. Estos nos advierten de las graves falencias que presentan nuestros niños en la comunicación escrita, que a su vez está relacionada con el razonamiento lógico. El Simce de escritura mide cuatro ámbitos fundamentales de la producción de texto escrito en alumnos de 6° básico, a saber, la capacidad de transmitir el propósito del escrito, la organización del texto, coherencia interna y el desarrollo de ideas. La capacidad más básica que mide esta prueba es la capacidad de transmitir el propósito del texto. En este ámbito, tres de cada cuatro estudiantes logra producir un texto escrito con un propósito comunicativo claro. Sin embargo, cerca de un 15 por ciento de los niños en esta edad no es capaz de lograr este objetivo básico, capacidad que debiera desarrollarse en los primeros años de la educación escolar. Este resultado es tal vez el más grave de todos, pues es altamente probable que los niños rezagados en este ámbito no logren en los años venideros revertir esta situación.

Si atendemos a la organización de los textos, advertimos que cerca de la mitad de los estudiantes escribe textos con una organización clara y completa. Ahora bien, cuando se analiza la coherencia interna del texto, es decir, su comprensibilidad, notamos que sólo un tercio de los estudiantes alcanza el nivel más alto de esta competencia, mientras que otro tercio no logra escribir textos comprensibles. Por último, en lo que respecta al desarrollo de ideas, entre un 12 y 13 por ciento es capaz de desarrollar sus ideas en profundidad y de forma clara, mientras que cerca de la mitad de los estudiantes no logra este objetivo.

Los resultados nos muestran, además, que uno de los factores que incide en el desempeño de los estudiantes es el nivel socioeconómico, así como también el género. En general, las mujeres obtienen resultados significativamente mejores que los hombres en los cuatro ámbitos evaluados y para todos los niveles socioeconómicos.

Más allá de lamentarnos por estos resultados, debemos preguntarnos qué podemos hacer para mejorar. La actual política pública apunta a fortalecer a las escuelas, entregando información agregada a nivel de escuela para la toma de decisiones. Este enfoque supone capacidad instalada en las escuelas para procesar dicha información y a partir de ella diseñar las estrategias de mejoramiento continuo. El problema radica precisamente en este supuesto. Los resultados de la evaluación docente nos señalan que una de las principales falencias de los profesores es la capacidad de diseñar buenas evaluaciones y analizar sus resultados.

Con estos antecedentes a la vista, sería aconsejable que el Ministerio de Educación ponga el foco en los alumnos que muestran más rezago.Para ello es fundamental avanzar en el desarrollo de instrumentos de evaluación con validez individual, que ayuden a los profesores a detectar a los alumnos más rezagados y las áreas en las que requieren reforzamiento. Esta medida debe ir acompañada con una política de apoyo a estos estudiantes. Sólo si detectamos a tiempo las falencias en los aprendizajes de nuestros niños lograremos avanzar en calidad y equidad.