La Tercera, 30 de junio de 2015
Opinión

Los desafíos de la nueva ministra de Educación

Sylvia Eyzaguirre T..

La nueva ministra de Educación asume la cartera con una agenda desbordada y desordenada. Su tarea no es fácil, pues debe con urgencia ordenar la agenda para dar mayor estabilidad, pero sin mucho espacio para reordenar las prioridades.

Si bien existe consenso en la importancia de la educación parvularia, especialmente cuando observamos los índices de inequidad de nuestro país y la baja cobertura en este nivel educativo, ésta ha quedado absolutamente relegada en el programa de gobierno, acaparando la agenda los temas relativos a educación escolar y superior.

En educación escolar los desafíos son múltiples. En el corto plazo, la ministra y los alcaldes deben buscar terminar con el paro de profesores que tiene a cerca de medio millón de niños sin clases. Junto con ello debe intentar restablecer y liderar la discusión parlamentaria sobre el proyecto de carrera docente, comunicando con fuerza las ventajas que conlleva dicho proyecto para el fortalecimiento de la profesión docente e introduciendo las modificaciones pertinentes que impliquen efectivamente una mejora del proyecto y no un retroceso, como ha sido la propuesta de los diputados de la Comisión de Educación.

Sacar adelante este proyecto es clave para mejorar la calidad y la equidad de nuestro sistema educativo, pero si se cede a las presiones de los grupos de interés se arriesga aprobar un proyecto caro con nulo impacto educativo. Junto con la tramitación de este proyecto, la ministra deberá evaluar el proyecto de desmunicipalización de la educación pública, buscar el diálogo con los alcaldes, asegurar su viabilidad y sobre todo que el diseño de la nueva institucionalidad fortalezca y no debilite aún más la educación pública. Este último aspecto es clave, pues la tendencia internacional apunta a la descentralización y la entrega de mayor autonomía a las escuelas, mientras que la propuesta del gobierno iría en la dirección contraria. También es importante recalendarizar su entrada al Congreso, pues sería conveniente avanzar en la tramitación del proyecto de carrera docente así como avanzar en los asuntos de educación superior antes de comenzar a tratar la institucionalidad de la educación pública, que es un asunto sumamente complejo.

Simultáneamente, con el diseño y tramitación de los proyectos de ley, el Ministerio de Educación debe avanzar con premura en la redacción de 15 decretos que materializarán la ley de inclusión y que deberán ser implementados con suma precaución en los próximos años por los altos grados de complejidad que conllevan.

En educación superior el panorama no es menos complejo. El anterior ministro anunció la gratuidad universal a partir del próximo año y eso pone a la nueva ministra en una situación de excesiva precariedad al no contar con un nuevo marco regulatorio de la educación superior que le facilite la puesta en marcha. Con una estrategia equivocada el anterior ministro de Educación decidió no avanzar en temas clave como son contar con un nuevo marco regulatorio para la educación superior, la creación de una Superintendencia de Educación Superior y perfeccionar el sistema de aseguramiento de la calidad, que proporcionan un escenario propicio para avanzar en el perfeccionamiento del sistema de financiamiento. Hoy la ministra debe partir por los pies, avanzando en gratuidad, pero con un sistema desregulado. Su principal desafío será cumplir con la promesa de la Presidenta de avanzar con la gratuidad sin caer en discriminaciones arbitrarias que al final del día perjudican a los alumnos más vulnerables. Simultáneamente debería impulsar enérgicamente la tramitación de los proyectos que crean una Superintendencia de Educación Superior y que perfeccionan el sistema de aseguramiento de la calidad, que se encuentran relativamente avanzados en su discusión parlamentaria, introduciendo las modificaciones necesarias para que en el corto plazo podamos contar con un sistema de educación superior regulado y de mejor calidad.

Es muy difícil que a estas alturas la nueva ministra pueda acotar la agenda, dado que ya se ha decidido partir por los pies, por eso resulta fundamental ordenarla.