El Mercurio, 10/10/2008
Opinión

Los mitos cómodos

David Gallagher.

La crisis internacional les ha dado una gran oportunidad a algunos socialistas que decían haberse convertido al mercado, y que ahora quieren mostrar sus credenciales anteriores a la conversión, aunque sin retraerse totalmente de ella. Una técnica para lograr el tortuoso objetivo consiste en levantar como culpables a personas que nunca han existido, por lo menos en posiciones de poder: «Los fundamentalistas del mercado», o aquella mítica gente que alberga «una visión neoliberal extrema». Otra técnica es la de postular dicotomías falsas. Por ejemplo, la culpa la tendría el capitalismo estadounidense, que a diferencia del europeo, desestima al Estado, sobre todo bajo el «neoliberalismo extremo» de Bush. Cuando la gente está confundida, no hay nada más fácil que confundirla más levantando mitos. Es lo que hacen estos socialistas que, de alguna manera, por alambicada que sea, quieren ahora estar en contra y a favor de la economía de mercado, para tener bien diversificada la apuesta según lo que ocurra.

Examinemos algunos de esos mitos. ¿De cuándo es la última gran desregulación bancaria en Estados Unidos? Es de 1999, hecha bajo Clinton, cuando se revocó la Ley Glass-Steagall de 1933, para permitir que se integre la banca de inversión con la comercial. La desregulación fue mal hecha: los bancos integrados quedaron regulados por distintas entidades según su origen, por lo que se produjo una peligrosa ambigüedad regulatoria. En cuanto a los préstamos a deudores hipotecarios de alto riesgo, fue el gobierno de Clinton -o sea, una intervención estatal- el que presionó para que éstos comenzaran a propagarse. En cuanto al neoliberalismo extremo de Bush, el gasto del gobierno federal ha subido del 18,4 al 20,8 por ciento del PIB bajo su mandato. El catastrófico déficit fiscal resultante es una de las causas de la crisis. En cuanto a la superioridad del modelo europeo, ¿por qué tantos bancos han caído en Europa? En junio de 2008, los activos totales de los grandes bancos mayoristas europeos ya sumaban más de 43 veces su capital tangible. Muchos bancos europeos han sido igual de «codiciosos» que sus pares estadounidenses, y para qué hablar de la «desidia» de su regulador.

Es defendible un modelo en que se regula mucho a la banca, como lo es uno en que se regula poco. El peor de los mundos es el de la ambigüedad regulatoria, cuando los agentes económicos creen que hay una regulación eficaz y no la hay, por lo cual no se informan sobre el estado de cada banco, y depositan en cualquiera sin discriminar. Es lo que pasó en Europa y Estados Unidos. Me temo que hay ambigüedad regulatoria en muchas otras partes del mundo también. Según algunos de nuestros multifacéticos socialistas, en China, «como en Europa», estarían mirando «con horror» lo ocurrido en Estados Unidos, por lo que detendrían cualquier nefasto plan de liberalización financiera que hayan tenido. Pero, así y todo, ¿cómo estarán los bancos chinos, bajo la orientación del Estado comunista? Mejor no saber, ¿verdad? Mejor que China siga siendo una caja negra: hay un límite a la cantidad de verdad que podemos tolerar en estos tiempos.

Los mitos cómodos seguirán surgiendo. El más notable, el que envuelve a todos los demás, es aquel que se consuela con que la crisis fue provocada por «otros», que fue algo que «ellos nos hicieron a nosotros». Es un mito que se conjuga bien con la cultura de víctima y de inocencia de la izquierda. Pero la crisis debería más bien llevarnos a la autocrítica, a la humildad. Casi todos participamos en la fiesta que se dio gracias al crédito fácil que hubo.