El Mercurio, 6/6/2010
Opinión

Lucas Sierra: «El escenario óptimo era que Linzor Capital comprara Chilevisión»

Lucas Sierra I..

Se dice que fue la incertidumbre legal en torno al canal lo que hizo a Linzor Capital desistirse de la compra de CHV. Sin embargo, para el investigador del CEP esas consideraciones no son más que «pelos en la sopa»: la renovación de contrato con la U. de Chile es automática y la tecnología que trae la nueva ley digital va a abrir un nuevo negocio. Para él, el fracaso de éste fue una gran sorpresa.

Marisol Olivares A.

Lucas Sierra debe ser una de las personas que más saben de normas en materia televisiva. No por nada el abogado e investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP) es invitado seguro a hablar al Congreso cada vez que se discute la ley que regulará la televisión digital. Además, como profesor de Derecho de la U. de Chile participó en la negociación de compra en 1993 entre la Casa de Bello y Chilevisión. Nadie como Sierra conoce la realidad legal del canal, cuya venta se truncó esta semana.

Por eso Sierra se sorprendió tanto cuando se enteró el miércoles de que los representantes del Presidente Sebastián Piñera y el fondo de inversión Linzor Capital no cerrarían negocio. El abogado lo dice con todas sus letras: «Lo óptimo era que Linzor comprara Chilevisión».

«No hay un traspié legal»

El primer rumor que corrió el miércoles fue que el clima de incertidumbre legal que gira en torno a la venta de CHV hizo a Linzor desistir de la compra. El comentario tomó carácter de certeza cuando el propio ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, señaló que «hubo un traspié legal… Hay una discusión de si la concesión puede o no caducar el 2018».

Para Sierra, en cambio, «no hay un traspié legal». La naturaleza del mercado televisivo hace que este negocio sea más incierto que otros, pero en este caso señala que los potenciales inconvenientes «son pelos en la sopa».

Lo primero es el cambio de legislación. La ley modificará el mercado televisivo, ya que la señal UHF permitirá transmitir una multiplicidad de canales, y eso hace que el dueño de un canal que representa un sexto del mercado pase a ser dueño de una fracción mucho menor en el mismo mercado. Para Sierra, «esto, lejos de ser un impedimento, abre un negocio: se puede arrendar la señal cuando no se está transmitiendo, se pueden crear canales de nicho que no son necesariamente competencia, señales pagadas, servicios de datos, etc.», dice. Explica también que si por un lado crece la competencia, también crecen las oportunidades de un negocio que hoy es imposible por la falta de tecnología.

Otro traspié legal del que se habla es la duda que existe acerca de que la U. de Chile deje de renovar el contrato de usufructo con el canal. Lo cierto es que el mismo convenio señala que esta renovación es automática, salvo por incumplimiento grave del contrato. Eso sería muy difícil de probar ante un tribunal arbitral. No serviría, por ejemplo, plantear desacuerdos con la línea editorial del canal.

El tercer problema legal sería que el CNTV debe pronunciarse una vez caducado el contrato con la U. de Chile, es decir el 2018. Esta renovación no es automática, sin embargo, la califica como «un mero trámite». Y por último, una vez hecha le venta, el Tribunal de Libre Competencia también debe dar su dictamen, pero en otros casos mucho más complejos ha estado a favor. Esta vez, no debería por qué no estarlo.

Sierra insiste en que no debieran ser las causas legales las que truncaron la negociación. Causas que son públicas y conocidas, y que pasan a ser la razón para desistir de un negocio una vez que la promesa de compraventa ya está hecha. Él piensa que pueden existir otros motivos, pero prefiere no especular.

Linzor, el mejor escenario

Para Sierra, el escenario óptimo era que Linzor comprara Chilevisión. «Tanto para la República como para el sistema televisivo». Para el gobierno, por fin se apagaría el «ruido» opositor por ser el Presidente dueño de un medio de comunicación. En cuanto a la televisión, asegura: «Me parece interesante que un grupo de inversionistas prácticamente anónimos, sin una agenda determinada, como la Iglesia o el canal de todos los chilenos, se asocien con personas que saben muy bien de televisión». Para él, la dupla Mario Conca y Jaime De Aguirre «tampoco tiene una agenda determinada, y ellos están en el ‘negocio’, no en la ‘misión’ de hacer televisión», dice. «Está bien que algunos canales cumplan misiones, pero no todos, y la gracia es que para esta dupla este es un negocio y la tele otro electrodoméstico de la casa, como una tostadora con imagen», afirma.

Si ya no se concretó la venta a Linzor, sostiene que el segundo mejor escenario es volver a negociar con extranjeros, porque señala que la televisión en Chile es muy homogénea. «La idea no es trasladar el problema argentino para Chile, vendiendo al grupo Clarín, pero claramente mejoraría la oferta televisiva. Una de las gracias de los rostros que ha creado Chilevisión, es que el canal estuvo por muchos años en manos de extranjeros y eso dio diversidad», concluye.