“Vale la pena gastar plata en política, en buena política, yo encuentro como avara esta cosa que se ha puesto con el sistema político. La buena política puede costar cara, pero es una gran inversión, no un gasto”.
Lucas Sierra, subdirector del CEP, lo primero que hace es defender uno de los principales pilares de la propuesta de reforma electoral que elaboró con el economista Ricardo González: el aumento de parlamentarios y, por lo tanto, la necesidad de más recursos.
No suena muy popular aumentar parlamentarios cuando hay una tan baja evaluación del Congreso.
Es que hay un círculo vicioso, porque el Congreso necesita reformas importantes, yo no creo que estemos en una situación apocalíptica, yo creo que la clase política chilena, los partidos y el Congreso comparativamente son instituciones profesionales y respetables, sin embargo, comparativamente con otras instituciones tienen mala evaluación, y esa mala evaluación del Congreso tiene que ver, en parte, con el sistema electoral vigente, que le ha restado competitividad, lo ha distanciado.
¿Se pueden obtener mayores grados de proporcionalidad o modificar el sistema sin aumentar los parlamentarios?
El número de parlamentarios por habitante que tenemos hoy día es el más bajo de la historia de Chile. Teníamos 150 en el 73 y la población era mucho menor, y si uno aplicara la fórmula electoral de 1828 deberíamos tener una Cámara de 1.200 miembros más o menos, así que yo no veo ningún problema en aumentar a 150 diputados.
Parte importante de la centroderecha rechaza el aumento de parlamentarios. Aquí ustedes están dando un paso importante en esa línea.
A nosotros hace mucho tiempo, a mí personalmente y a otros colegas, nos interesa la mejora institucional de la política en Chile y esta es una propuesta específica del mecanismo institucional para mejorar el Poder Legislativo. Estoy de acuerdo en cambiar el binominal por varias razones que están explicadas en el texto, no es un sistema suficiente el binominal. Ahora, la propuesta de cambio del gobierno es buena en el sentido de que cambia el binominal, pero deja un peligro institucional en relación a la forma de gobierno, al presidencialismo.
¿Esa es, a su juicio, la principal debilidad de la fórmula del gobierno?
Ambas propuestas comparten la virtud de reemplazar un sistema que ha caído en una ilegitimidad bastante generalizada, eso es delicado para una institución tan fundamental para la democracia. Ahora, las diferencias nosotros las vemos como virtudes en el lado de nuestra propuesta y como defectos en el lado de la propuesta del gobierno. Una virtud de esto es que es más acorde a la forma presidencialista de gobierno. Una gran queja de todos los presidentes de distintos signos, de Jorge Alessandri, de Frei Montalva, de Salvador Allende, es que operaron con un sistema electoral parlamentario proporcional, también hasta el 73, y esto producía segmentación en el Congreso y finalmente no dejaba gobernar al gobierno.
Pero precisamente la estabilidad que daría es el principal argumento de los defensores del binominal.
Ha dado estabilidad al sistema político en el sentido de que es un sistema mayoritario, entonces ese sistema mayoritario comulga razonablemente bien con el sistema mayoritario de la presidencia de la República, a pesar de que no haya contado con mayorías claras, pero no es un Congreso fragmentado como lo era hasta el 73, entonces ese es un riesgo que corre el proyecto del gobierno. El proyecto del gobierno agranda enormemente los distritos y eso tiene, por lo pronto, dos problemas, uno que encarece mucho las campañas, por lo tanto aumenta el gasto público, pero sobre todo reduce la competencia y reduce el carácter desafiable de los incumbentes, por lo tanto reduce los incentivos de renovación de la política y la competencia.