El Mercurio, 8 de diciembre de 2013
Opinión

Lucas Sierra: «No nos obsesionamos con achuntarle a las elecciones»

Lucas Sierra I..

Responde las críticas del comando de Evelyn Matthei al tradicional estudio de opinión pública, y advierte: «No corresponde transformar la encuesta en el chivo expiatorio de algo». Además, se refiere a lo que se viene para el think tank en el futuro, después de la crucial reunión del viernes pasado de su consejo directivo.

por Álvaro Valenzuela

Hasta esta semana, si el CEP hubiera dejado de funcionar, sus bienes habrían pasado a manos de la Facultad de Economía de la Universidad Católica. Desde el viernes, el eventual beneficiario ha cambiado: ahora es la Universidad de Chile.
El detalle pasó desapercibido en medio de todos los anuncios de cambios que hizo ese día el centro de estudios (desde la creación de un endowment para aportar a su financiamiento, hasta el ingreso de nuevos consejeros) y que marcan la nueva etapa que iniciará el próximo año. Pero grafica la impronta que sus directivos acordaron reforzar: una institución republicana, liberal y laica, como le gusta destacar a Lucas Sierra, el director interino que tomó las riendas luego de la salida de Arturo Fontaine y hasta que en marzo asuma el ex ministro Harald Beyer.
Ha sido éste un período nada tranquilo -admite el mismo Sierra- y que ha tenido al CEP en el foco de la atención. Primero fue la partida de Fontaine. Después, los remezones a propósito de su tradicional encuesta política. Como nunca, ésta se transformó en objeto de controversia en sus dos últimas versiones. En agosto, al medir en pregunta abierta una carrera presidencial en la cual una de las contendoras, Evelyn Matthei, recién entraba a la batalla. Luego, en octubre, al mostrar -a un mes de la elección y justo el día del primer debate televisivo entre los candidatos- a Michelle Bachelet ganando en primera vuelta y a Matthei alcanzando apenas el 14% de las preferencias: 11 puntos menos -casi la mitad- de los votos que finalmente lograría el 17 de noviembre.
Por primera vez, Sierra responde uno a uno los cuestionamientos y adelanta lo que se viene en el think tank .

-Se ha dicho que uno de los grandes derrotados de esta elección ha sido la encuesta CEP. ¿Cómo enfrentan eso?
-Nosotros no competimos en la elección. Entonces, cuando se dice que la encuesta CEP fue derrotada, no es un lenguaje que asumamos. Con la última encuesta hicimos lo que hemos hecho siempre, aferrándonos a ciertos principios que han contribuido a su prestigio: primero, todo lo que se pregunta se publica, no hay preguntas tapadas; segundo, para quien quiera revisarla, ahí está la base de datos completa; tercero, tan pronto están los resultados, los publicamos inmediatamente. Se discutió mucho que la última encuesta la entregamos el día del debate. Lo que hicimos fue precisamente seguir nuestro principio de dar a conocer los resultados tan pronto estaban.

-El comando de Matthei lo asumió como un golpe a su línea de flotación, porque era tan bajo el resultado que allí aparecía, que obviamente iba a marcar las preguntas y el tono del debate.
-Yo haría dos preguntas: ¿Qué es lo incorrecto de entregar resultados de una encuesta que tiene una dimensión electoral el día en que hay un debate, si ello ilustra el debate y contribuye a que este sea más informado? Y segundo, si los resultados de la encuesta hubiesen sido otros, mejores para ellos, ¿habrían tenido la misma opinión? La razón por la que lo hicimos ese día fue porque los resultados estaban listos ese día. Si uno frena resultados, estos por una parte se añejan y por otra se abre terreno a la especulación y a las suposiciones.

-Uds. dicen que la encuesta de octubre no era predictiva y que por eso no corresponde cuestionarla a propósito de lo que pasó en la elección, pero la pregunta que hicieron fue: «si las elecciones fueran este domingo, ¿por quién votaría usted?». Eso se parece harto a tratar de predecir…
-No es así, sobre todo cuando hay un cierto tiempo entre la fotografía de un momento, que es la encuesta, y el resultado electoral. En ese lapso, las preferencias pueden cambiar, sobre todo en el esquema de voto voluntario; hay campañas y eventos que pasan entremedio. Por eso, cuando la publicamos, fuimos enfáticos en señalar: estos resultados corresponden a un momento determinado, en este caso al comprendido entre el 13 de septiembre y el 14 de octubre.

-Si la encuesta era una fotografía a octubre, llama la atención que una candidatura haya subido 11 puntos un mes después sin que haya pasado nada muy relevante.
-Ojo: nosotros mostramos el día de la encuesta dos diapositivas. Una era con el total de la muestra, con el resultado que Ud. señala, pero también dimos otra, en que tratábamos de adaptarnos a la situación de voto voluntario, con varias submuestras que buscaban identificar al votante probable.
Cuando se analizaba la muestra de quienes decían que «seguramente» iban a votar, Matthei no marcaba 14, sino que se acercaba a 20 puntos.

-Pero allí Bachelet aparecía con 54%. ¿Por qué podría haber bajado ella 8 puntos en un mes, para terminar sacando 46 en la elección?
-Este es un proceso, en el que todos tenemos que aprender. Y lo que hemos estado viendo, al comparar con resultados de encuestas electorales de años anteriores, es que las candidaturas de derecha tardan en despegar. Así lo hemos visto, por ejemplo, en las encuestas con Lavín, en que su intención de voto era bastante baja, hasta que al final se levantaba. Ahora, además, aquí tocó la coincidencia de que el mes de medición fue uno particularmente complicado para la campaña de la Alianza. Pero eso no es un problema del encuestador.

-Lo que sorprende es un vuelco tan grande en un mes en que no se produjo nada tan relevante como para pensar que Matthei subiría 11 puntos y Bachelet bajaría 8 el día de la elección.
-Lo de los puntos depende de la medición que se use, si la del votante más seguro o la muestra general. Con la del votante más seguro, lo que sube Matthei en la elección son cinco puntos, no 11. Ahora, a nosotros no nos corresponde hacer los análisis de la encuesta, pero Bachelet ya venía bajando en su aprobación y también en la intención de voto, y en el caso de Evelyn Matthei venía subiendo en la intención de voto. Y después de la encuesta hubo algunos elementos que tal vez también le significaron un repunte, cuando politizó más la campaña con la cuestión de Parisi. Eso no lo alcanzamos a medir. –

¿No piensan que hay algo que está funcionando mal en la encuesta, tal vez producto del nuevo esquema de voto voluntario?
-Lo que hay que hacer es adaptarse a ese nuevo esquema. Nosotros estamos trabajando en eso. Ya hicimos en el primer semestre un seminario al que trajimos a Michael Traugott, autoridad mundial en el tema, y estamos en un proceso de aprendizaje. Eso significa intentar obtener la información real de quiénes votaron en cada elección y compararla con nuestros datos para ir determinando quién es el votante probable; ya hemos solicitado antecedentes al Servel para avanzar en eso.
«Ahora, lo electoral es una de las dimensiones de nuestro estudio. Lo que nos interesa es también todo el otro mundo de la encuesta: las percepciones sobre democracia, sobre crecimiento, sobre valores, los temas que preocupan a la ciudadanía. Este es un instituto de políticas públicas, y por eso queremos esta vinculación entre las dinámicas electorales y el conocimiento académico, pero no nos obsesionamos con achuntarle a las elecciones».

-Lo que pasa es que el CEP tenía un prestigio de «achuntarle», y ahora no lo hizo…
-Esta vez no le achuntó, pero eso siempre es un juicio ex post. Nosotros no vamos a entrar a apostar por las elecciones. Lo que sí vamos a hacer es adaptar la encuesta a este esquema de voto voluntario y estamos en eso.

-Mirándolo ahora, ¿no fue un error la encuesta de agosto? Me refiero a esa en que solo hubo una pregunta abierta, «¿quién le gustaría que fuera presidente?», efectuada cuando Matthei llevaba apenas dos semanas en campaña.
-Nosotros teníamos planificadas este año tres encuestas. Una primera en la que estaba muy avanzado el trabajo de campo antes de las primarias, cuando se produjo la renuncia de Golborne: teníamos casi todas las encuestas hechas y tuvimos que botarlas a la basura.
«En la segunda encuesta, llevábamos muy poquito de trabajo de campo, cuatro o cinco días del mes que dura ese trabajo, cuando se produjo la renuncia de Pablo Longueira. No quisimos botarla, porque no valía la pena. Había allí preguntas que son permanentes en nuestra encuesta y cuya serie es importante mantener. Suspendimos entonces el trabajo de campo apenas se supo la noticia de Longueira y nos preguntamos: ¿Mantenemos el módulo electoral? ¿Es interesante tener información electoral en este minuto? Sí, era interesante, pero ya no podíamos hacer todas las preguntas porque ya estaban hechas las papeletas con el nombre de Longueira para la encuesta en urna. Entonces decidimos no hacer las preguntas cerradas y ver qué pasaba con las respuestas espontáneas. En ese momento, los nombres para una nueva candidatura de la Alianza estaban: Allamand, por haber competido en la primaria, y Matthei ya estaba sonando. Por lo demás, cuando reiniciamos la encuesta, ella había sido ya proclamada por la UDI».

-Pero no era aún la candidata de la derecha.
-Pero en un esquema de respuesta espontánea no es incorrecto eso.

– Pero un esquema de respuesta espontánea favorece a quien ya está proclamada candidata única de su sector, como era Bachelet.
-Va a favorecerla en el sentido de que va a obtener más respuestas en el supuesto de un cierto grado de conocimiento, pero también de que las personas la prefieran. Y Matthei ya tenía también un nivel importante de conocimiento. Ella ya estaba proclamada por un partido. Este no era el caso de una aparecida o una persona que llegara de Marte.

-La propia Evelyn Matthei ha dicho que esa encuesta fue fatal para su campaña. Y que provocó también que, al verla marcando allí 12%, parlamentarios del sector la consideraran una mochila y no un activo electoral, y no se desplegaran por ella, creando un círculo vicioso que dificultó el despegue de su opción.
-Yo no sé si la encuesta tiene ese poder. Y si lo tiene, quiere decir que hay problemas en su coalición.

-Suena natural que si yo, parlamentario, veo que la candidata presidencial marca poco, no voy a hacer campaña con ella o voy a tratar de distanciarme.
-No ha habido ninguna crítica metodológica a la encuesta, y ahí está la base de datos para el que quiera hacerla. En esa tranquilidad, nosotros somos ciegos a los efectos que la encuesta pueda tener en una u otra campaña. Y si se produce la debacle que se dice por el resultado de una encuesta, quiere decir que esa coalición debería revisar sus procesos y su cultura de coalición.

-Cuando se desarrolla una encuesta del prestigio que tiene la CEP, ¿no corresponde asumir que va a tener efectos políticos?
-Pero esos son efectos que les dan terceros, no nosotros. Lo que intentamos es sacar la mejor foto de un momento determinado, para generar información pública. No corresponde transformar la encuesta en el chivo expiatorio de algo.

«No hay un giro copernicano en la sociedad»

-En su origen, el CEP se planteó como objetivo el cultivo y promoción de las ideas de una sociedad libre. Visto el tono de la última campaña, ¿no están hoy arrinconadas esas ideas?
-Siempre el CEP va a defender la idea de una sociedad basada en libertades, no sólo económicas, sino también culturales y políticas, y una democracia constitucional como forma de gobierno. El CEP no es una institución libertaria en el sentido de que desconfíe del Estado per se. Es un centro liberal, en un sentido amplio de la palabra y en un sentido de que la libertad necesita reglas, necesita órdenes. Y lo que muestran nuestras encuestas es que las personas siguen pensando que el progreso depende del esfuerzo personal en la medida en que hay igualdad de oportunidades, mucho más que del trato asistencialista del Estado. No hay un giro copernicano en la sociedad. –

La entrada de José Zalaquett, Sol Serrano y Sebastián Edwards al Consejo Directivo, ¿es para demostrar que el CEP no se va a derechizar, como algunos en la oposición advirtieron?
-Ese es un fantasma o un temor que nuestras propias prácticas van a ir diluyendo. Por lo demás, cada uno de ellos ha tenido una historia vinculada al CEP y poseen un prestigio indiscutible.