La Nación, domingo 18 de marzo de 2007.
Opinión

Lucas Sierra y las polémicas en el canal público: «“TVN está secuestrada por el establishment”

Lucas Sierra I..

El investigador del CEP dice que, aunque el caso de “Epopeya” no constituye censura, postergar su emisión es un hecho rasca, que devela las contradicciones del modelo de televisión pública. Afirma que no se justifica un canal en manos del Estado y que el pluralismo en esa estación se define de manera “muy torpe”.

por Mirko Macari

El sol entra tibio y prístino por las ventanas de la vieja casona de Providencia donde funciona el Centro de Estudios Públicos. Un silencio casi monacal es el mar de fondo donde los investigadores piensan sin prisas ni contingencias, iluminados sólo por el viejo liberalismo decimonónico que cruza el siglo XX y se camufla de modernidad bajo el alero de las ciencias sociales y otros tantos artilugios intelectuales con los que los anglosajones dominan la producción intelectual en todos los campos. A ratos, en medio de la conversación, uno se pregunta por qué mejor no vendemos el país y nos comprarnos algo más pequeño cerca de Londres.

Justamente en Cambridge fue donde Lucas Sierra, abogado de la Chile con un máster en Derecho en Yale y otro en Sociología en la UC, hizo su doctorado. Su tesis versó sobre el marco regulatorio de la televisión en Chile. Su área de especialidad en el CEP es la comunicación, “pero me gustan los temas de diseños institucionales”, afirma, vestido de sport, bien sentado en un sofá de cuero.

Con 41 años aún invisibles, Sierra, también columnista de “El Mercurio”, es voz autorizada en materias de medios y libertad de expresión, y por tanto lo buscamos para echar luces sobre el episodio que afectó a la serie “Epopeya”, que el directorio de TVN decidió emitir más adelante, debido a una solicitud del canciller.

–Definamos: censura, autocensura o legítimo ejercicio de la línea editorial.
–No es censura en ningún caso, porque censura es la imposición de un tercero y aquí hay una solicitud. Autocensura puede ser. Lo que yo encuentro es que hay una débil práctica de la autonomía, pese al discurso en ese sentido. No hay buques de guerra peruanos apuntando a Valparaíso ni por lejos una situación así. Esto demuestra muy poca modernidad en el sentido de que ésta puede ser entendida como diferenciación funcional, pues aquí hubo una confusión entre el ámbito de competencia del canal y el de competencia del Gobierno. TVN, por muy público que sea, no tiene nada que ver con las relaciones internacionales de Chile.

–Contradiciendo a Lagos, entonces las instituciones no funcionan.
–En absoluto, aquí hubo una indiferenciación funcional muy preocupante, muy rasca. TVN tiene todas las razones legislativas para ser autónoma, pero hay un problema básico que son los medios de comunicación en poder del Estado, con todo respeto para La Nación, porque siempre se van a ver sometidos a esta contradicción vital. Por eso cobra tanta importancia cómo se procesan las decisiones. En todo caso, habla muy bien de ellos que dos consejeros se hayan opuesto a la medida.

–¿Se lesiona la autonomía nomás? ¿Qué pasa con la independencia y con la credibilidad, que es consustancial para el autofinanciamiento de un medio como TVN?
–La autonomía tiene que ver con la independencia, casi son sinónimos en este caso, y ese es un presupuesto de la credibilidad que se mella, sobre todo a la hora de querer informarte a través del canal del Estado. La autonomía es una práctica, tú tienes un armazón legislativo para poder buscarla, pero el precedente es muy negativo.

–¿No hay un retroceso en cuanto a autonomía de TVN? Me refiero a la famosa entrevista a Townley a comienzos de los ’90, cuando el Presidente Aylwin pidió la postergación, pero se transmitió igual.
–Sí, la entrevista se dio como dos semanas después.

–Pero dos semanas son como un saludo a la bandera, no es una postergación indefinida. Y, aunque no había buques peruanos, sí estaba Pinochet al mando del Ejército.
–El canal tomó la decisión de modificar su parrilla programática anunciada a los telespectadores, que para estos efectos son consumidores, y éstos tienen una expectativa legítimamente fundada. Aunque sean dos semanas, se modifica una decisión ya tomada.

–¿Les falta a los políticos profesionales la sutileza para manejar un medio, especialmente un canal de televisión?
–Un político debería ser experto en sutilezas. El problema está en que tal vez los políticos no debieran estar administrando un canal de televisión. Yo haría licitación del canal y lo vendería, no sé si a Telesur de Chávez…

–¿Por qué no, si ofrecen un buen precio?
–No sé, pero el punto es que veo con muy buenos ojos la propiedad extranjera de la televisión, sobre todo en sociedades tan endogámicas como la chilena. Porque las presiones y las amenazas al pluralismo no se producen abiertamente, a la luz pública. Se producen porque las personas se encuentran en una iglesia, porque van al mismo club o veranean en la misma playa.

–Justamente en ese tipo de círculos fue donde se decidió dejar caer la guillotina en Canal 13 durante el caso Spiniak.
–Exactamente, en redes endogámicas, y el público no tiene idea cómo se deciden esas cosas.

–¿Cómo evalúas la actitud del canciller en este episodio de TVN?
–No sé si la culpa es del canciller, él puede pedir lo que sea. Un canal público está sometido por definición a una gran cantidad de presiones cotidianas, y el punto es cómo las resuelve. El problema es de quien recibe las presiones.

–¿Francisco Vidal sale muy lesionado de este episodio?
–No sé, nunca se sabe muy bien. Yo creo que aquí sale dañada la institución, porque más allá de las leyes, la credibilidad se juega día a día.

–¿Es justo tener para TVN un estándar mayor de exigencia en estos temas que para otros canales, sólo porque su propiedad es pública?
–Es que TVN está en una situación súper complicada, cruzada por un campo de fuerzas contradictorio. Por una parte, está sometido a las mismas reglas del mercado que los otros canales, pero a la vez tiene unas exigencias de pluralismo interno.

–¿Un realizador puede exigir su derecho a la libertad de expresión a Canal 13 o a Mega con la misma fuerza que lo haría respecto de TVN?
–No podría exigirlo de la misma manera, porque TVN tiene por obligación transmitir la mayor cantidad de visiones posibles.

–Este directorio de TVN ha sido muy disciplinado en cuanto a ventilar diferencias. Esto ha evitado que se discuta sobre la legitimidad de origen del propio directorio y, más aún, sobre la conveniencia de mantener un diseño de televisión pública que fue pensado para unas circunstancias políticas y sociales que ya cambiaron.
–Claro, en su momento la Concertación actuó acertadamente promoviendo este modelo para un canal que venía quebrado financieramente de la dictadura y sin nada de credibilidad. Pero hoy no se justifica un canal en manos del Estado, siempre sometido a estos problemas. Mira lo que pasó con Óscar Godoy, que fue vetado. El canal también vetó un programa donde estaba Pato Fernández.

–Ha pasado a ser un canal más dentro de una oferta editorial bastante homogénea en la televisión abierta.
–Ya no es fácil distinguir a TVN dentro del sistema, no al menos como lo era en 1991 o 1992. La recuperación de la confianza del noticiario fue notable, con programas de debate como “La manzana de la discordia” u otros como “Aunque la busquen con vela”. Pero hoy no hay una diferencia específica, casi no veo razones para no privatizarlo.

–Pero eso no es políticamente viable.
–No lo es. TVN ha logrado una distancia de La Moneda que no tuvo nunca antes. Piensa que el presidente de TVN durante la UP, Augusto Olivares, murió con Allende en La Moneda. Pero de alguna manera, hoy el canal está secuestrado por el establishment político con representación parlamentaria en el Senado. Hay un caso maravilloso que refleja eso: en 1998 hubo una gresca en el Congreso, se agarraron a combos. Y en el “Buenos días a todos” este humorista Nicolás Larraín dijo que era una vergüenza, que a los parlamentarios no les pagaban para agarrarse a patadas. ¡Y al día siguiente lo echaron, y además con una disculpa pública de TVN a los parlamentarios! Eso demuestra que es un canal que no tiene la distancia suficiente para criticar al sistema político, por el mismo mecanismo de nominación del directorio. No es un canal de Gobierno, pero sí del sistema político.

–Y eso, contradictoriamente, constituye en sí una limitación del pluralismo.
–Pero mira el pluralismo que instauró René Cortázar cuando era director ejecutivo, donde exigía no sólo el mismo tiempo, sino que el mismo sillón, el mismo paneo de cámaras, etcétera, para los candidatos. Eso no es compatible con la libertad editorial, es muy poco respetuoso con la inteligencia de los telespectadores e impide además jerarquizar noticias. Todo eso se traduce en prácticas muy torpes.

–El control de bienes simbólicos y culturales, como la interpretación de la historia en el caso de “Epopeya”, es siempre muy preciado. ¿Cómo resuelven este problema las auténticas democracias liberales?
–En general, lo hacen con un mecanismo de medios diversificado, y con mucha libertad de expresión. Y libertad no sólo como ausencia de límites, sino en sentido positivo, como incentivo a la creación a través de fondos concursables y competitivos.

–En este caso hay dos bienes en conflicto: el interés del Estado, y la libertad de expresión, entre los que hay que elegir. Si en el liberalismo la libertad de expresión es el bien superior, ¿significa que nuestra clase política responde más bien a lógicas autoritarias?
–La libertad de expresión es una libertad funcional que permite la defensa de las otras libertades, y eso la hace tan fundamental. Si ves la regulación como indicador, en Chile se ha avanzado mucho, tanto legislativa como judicialmente. Los casos más escandalosos en esta materia en los ’90 fueron judiciales, tales como el de “Impunidad diplomática” o el de “La última tentación de Cristo”. Esas prácticas se han ido atemperando, pero el sistema político mantiene conflictos de interés porque la libertad de expresión es una forma de controlar el poder. Y la clase política ha sido muy autoritaria al minuto de los qiubos.

–Eso también se expresa en que el estándar de tolerancia a la crítica de parte de la autoridad en Chile, en general, es muy bajo.
–Es bajo, pero está cambiando, implica un cambio de la cultura política. Y para eso sirve la tecnología, la atomización de la producción de contenidos simbólicos apunta hacia allá.

–Ahora bien, lo complejo en el caso de TVN fue que el asunto se hiciera público. En todos los medios se decide no publicar artículos o no emitir notas, siendo muchas veces de alto interés público.
–Creo que la libertad de expresión es una libertad para hablar y una libertad para callar. La libertad de expresión también protege el silencio. Lo que debes tener es un sistema de medios donde lo que algunos callan otros lo van a publicar. El problema en TVN es que, como es público, el que calle genera sospechas redobladas y es mucho más preocupante. No sabemos cómo fueron los debates que tuvo el directorio para tomar la decisión, pero claro, dicen que las actas de las reuniones no pueden ser públicas, porque eso los deja en situación desmejorada frente a la competencia. De nuevo las contradicciones, las tensiones, entre lo público y el mercado.