Los nombramientos, y la maneara dramática como se produjeron, nos dan pistas sobre el rumbo que tomará Chile.
En su ensayo de 1930, “Las posibilidades económicas de nuestros nietos”, el economista inglés John Maynard Keynes escribió que sería muy positivo si, en algún tiempo futuro, la economía se transformara en una disciplina práctica para la sociedad, y que los economistas hicieran cosas tan útiles como las que hacían los dentistas. Recordé estas líneas al enterarme que la nueva presidenta de la Convención Constitucional es, precisamente, una dentista. No conozco a la doctora Quinteros, pero toda la información disponible indica que es un buen nombramiento y que en conjunto con el doctor Gaspar Domínguez jugará un muy buen rol en la conducción de la CC.
Pero, desde luego lo más importante de esta designación no es la profesión de la reemplazante de Elisa Loncon. Los nombramientos, y la maneara dramática como se produjeron, nos dan pistas sobre el rumbo que tomará Chile.
El proceso confirma el ocaso de los partidos políticos chilenos. Esta es una noticia buena y mala a la vez. Es buena porque ya era hora que los dirigentes trasnochados recibieran un mensaje incuestionable y severo por parte de la población. Y es malo porque ninguna democracia funciona bien sin partidos fuertes, transparentes e internamente democráticos. Chile solo tendrá una democracia vibrante y estable si hay un cambio completo de la cultura de los partidos.
También se confirma el cambio generacional. La doctora Quinteros tiene 40 años, el vicepresidente Domínguez, 33, y el presidente electo 35. Esto también es bueno y malo a la vez. Es positivo que un grupo de mujeres y hombres llenos de vitalidad, pasión, ideales, esperanza e ideas rupturistas tengan un rol central en definir el futuro de Chile. Es malo, porque esta abundancia de entusiasmo está acompañada de una enorme escasez de experiencia.
Esta falta de experiencia podría producirle problemas serios al nuevo gobierno. Porque resulta que manejar el aparato gubernamental no es fácil. No es lo mismo que presidir la FECH, estar a cargo de una cátedra universitaria, o tener un emprendimiento. Se requieren conocimientos, maña, erudiciones sobre historia, y un gran poder de negociación.