El Mercurio, lunes 30 de julio de 2007
Opinión

Pandora y su caja digital

Lucas Sierra I..

Un ministro parece querer abrirla. Mala cosa.

La digitalización de la TV permite mejoras regulatorias: administrar mejor el espectro radioeléctrico, igualar las concesiones (hoy injustificadamente desiguales), abrir la puerta del negocio televisivo a nuevos actores (como empresas de telefonía móvil), acercar la televisión a la regulación general de las telecomunicaciones, en el sentido de la «convergencia» tecnológica. Pero también se puede meter la pata.

Si la digitalización quiere hacerse formalmente, se debe dictar una ley. La ley actual prohíbe a una concesionaria tener más de una concesión en una misma zona de servicio. Esto impediría el «simulcasting»: la transmisión simultánea por los actuales canales de su señal en analógico y en digital, por un plazo prudente, a fin de que podamos adaptar nuestros televisores o comprar nuevos. Así, nadie se queda sin ver TV por no poder digitalizar inmediatamente su receptor.

El Congreso debe derogar esa prohibición, y a eso debería limitarse. Pero existe el peligro de que se abra una caja de Pandora. Un peligro no sólo porque podría atrasar la TV digital, sino también porque puede empeorarse una regulación que, como la nuestra, ya es deficiente.

Lo preocupante es que el temor de que se abra la caja no vie-ne, como podría imaginarse, del manifiesto inflamado de algún parlamentario díscolo, nostálgico o demasiado progresista. Viene, más bien, de las calmas palabras de un ministro conocido por su experiencia política, contactos y formas algo vaticanas.

Junto con anunciar, a propósito de la TV digital, la intención de revisar la estructura de TVN y «de los canales en general», criticó a la estación estatal por su poco «edificante» serie nocturna, y al Consejo Nacional de TV (CNTV) por «pasivo». ¿Modificar la estructura de los canales? ¿Darle a TVN una misión edificante? ¿Un CNTV más activo? Dios mío.

Salvo TVN, los canales son empresas privadas que, en general, tienen derecho a darse su estructura: ya verán ellos cómo enfrentan la era digital. Y, si algo sugiere esta evolución tecnológica, es el carácter crecientemente innecesario e irrelevante de TVN y del CNTV.

TVN podría privatizarse, oja-lá a algún extranjero (la propiedad extranjera de los medios es positiva, sobre todo en sociedades endogámicas como la nuestra). Y del CNTV, bueno, qué más se puede decir. Sólo que los tres mil millones de su presupuesto se aprovecharían harto mejor en fondos concursables.

Que la digitalización no abra cajas de Pandora, menos la anunciada por el ministro. Eso sí sería poco edificante.