Alejandro Vigo, Carlos Peña y Alejandra Carrasco han participado en el ciclo de tres sesiones que finalizó el 2 de noviembre.
“Después de un día como el de ayer, (refiriéndose a los hechos de violencia por el segundo aniversario del estallido del 18 de octubre) hablar de racionalidad es un doble desafío”. Con esas palabras inició el filósofo y profesor de la Universidad de Los Andes, Alejandro Vigo la primera sesión del ciclo “Pensando la Democracia”, cuyo tíitulo específico era “Racionalidad y Democracia». En el encuentro, que se realizó el 19 de octubre pasado en el auditorio del CEP, Vigo conversó con el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña y con la investigadora del CEP, Sylvia Eyzaguirre. 19 de octubre se transmitió por EMOL.
El filósofo y también organizador del ciclo, planteó que una de las características para que un régimen democrático pueda ser considerado como tal, es que pueda ser cambiado siguiendo las reglas del propio régimen. Agregó que “a lo que hay que resistirse con toda la fuerza posible es a apelar a la violencia porque esa es la opción entre estar en un contexto civilizado o el retroceso a la barbarie”.
El rector Peña dijo ver en “el feo rostro de la violencia, una virtud y esa, es que gracias a eso se inició el proceso constituyente y hemos decidido emprender una actitud reflexiva respecto de nuestras instituciones”. Sin embargo, criticó el error intelectual que surge a propósito de las reacciones quegeneraron estos hechos de violencia, porque se trataría de suprimir cualquier dimensión reflexiva frente a ellos, intentado su justificación. Además, señaló que “lo ocurrido el 18-O no fue una demostración de poder, ni de potencia, ni de estatura, ni de nada que se le parezca. Fue la confesión muda de una total impotencia de una ciudadanía que no se sentía tal».
En tanto, Vigo afirmó que si bien la democracia es el gobierno de las mayorías, deja de serlo si no hay respeto por las minorías. “En una genuina democracia hay ciertas cosas que no se pueden hacer, aunque uno tenga el poder porque no tendrá nunca la suma del poder y aunque la tuviera no podría emplearlo de cualquier manera”, dijo.
Por su parte, el rector Peña, criticó la forma de democracia directa en sociedades como las latinoamericanas diciendo que, “son sociedades de masa, pero al mismo tiempo, en general poco ilustradas, con medios de comunicación débiles, con mecanismos de debate débiles. Entonces la masa, las audiencias se vuelven muy susceptibles a los encantadores de serpientes que usando hábilmente los medios logran seducirlas». En este sentido, advirtió que el populismo como ideología, no es de izquierda ni de derecha, sino un tipo de ideología que tiende a reducir los complejos problemas sociales a un conflicto entre una élite y el pueblo. A este respecto Vigo, destacó la tendencia a “sustantivar la noción de pueblo y atribuirle los caracteres de algo como una especie de inocencia pre civilizatoria que lo preserva del mal de la civilización”.
Al concluir, Peña abordó el tema del pasado, señalando que “hoy en la política chilena estamos en presencia, de manera poco explícita todavía, de un conflicto de interpretaciones acerca del pasado y la solución para eso está en la índole de la memoria. Lo que sabemos es que la memoria no trata del pasado, la memoria trata del futuro en realidad”.
Libertad y Sociedad
En la segunda sesión de este ciclo, que se realizó el 26 de octubre, se conversó sobre el vínculo entre “Libertad y Sociedad”. Para este encuentro que fue moderado por el director del CEP, Leonidas Montes, el profesor Vigo invitó a reflexionar a Alejandra Carrasco, académica de la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Chile.
Para dar inicio al seminario, el académico hizo un recorrido histórico por la noción de libertad, manifestando luego como un primer punto fundamental, el que la libertad sea un rasgo constitutivo de la personalidad y como segundo punto, el que los bienes que vale la pena obtener no pueden ser obtenidos sino de manera libre, como ejercicio de libertad. A este respecto, afirmó que “nadie puede alcanzar de modo coactivo virtudes morales, nadie puede llegar al conocimiento reemplazado por otro, de tal manera que la conexión entre libertad y bien es mucho más intrínseca, sobre todo cuando se trata de estos bienes interesantes que tienen que ver con el florecimiento humano”.
Alejandra Carrasco, por su parte, afirmó que “la libertad no es el fin, sino un medio para el bien común. La libertad por sí misma no se justifica, sí se justifica para algo”. Añadió que cuando se reconoce el respeto a la libertad de la persona, lo que se está reconociendo es el valor de la persona. “Necesitamos la libertad porque nosotros somos y necesitamos la libertad de todos precisamente porque somos imperfectos y limitados. Tenemos debilidades cognitivas, debilidades morales (…) una persona sola lo va a hacer mal, pero si somos muchos en una cooperación vamos a ir descubriendo mutuamente los errores, los defectos, las ignorancias, vamos entonces a ser capaces de llevar a puerto e la empresa que hayamos empezado».
En este sentido, Vigo enfatizó el carácter metafísico de la personalidad que -dijo- “no es en absoluto incompatible con un adecuado reconocimiento de la mediación social, justamente para hacer posible el despliegue de eso que está incoado en el propio carácter metafísico de la personalidad. Las personas no son nunca algo que pueda ser sacrificado en pos de ningún sistema”.
Otro tema abordado fue el de la libertad de expresión reconocida como la primera libertad que hay que garantizar de todas maneras. La académica de la UC, señaló que coartar la libertad de expresión no sólo atenta a la dignidad de las personas, sino que también es muy «inconveniente porque solamente hablando en comunidad, en el diálogo es donde podemos ir eliminando los errores, en el contraste con el otro”. Por su parte, Vigo concluyó que “la conexión entre libertad de expresión y la educación es esencial, naturalmente porque la libertad de expresión en sede educativa tiene que ver con la existencia de pluralidad de proyectos educativos”, advirtiendo que “el espejismo político de que hay que moldear un ciudadano cortado a la medida de lo que piensa el poder es cada vez más más agresivo”.